Hoy comienza el Mundobasket de China y comento una película de baloncesto, bastante atípica. Lo primero, porque es española, dirigida por Javier Fesser. Lo segundo, porque el baloncesto es la excusa para contar una historia de superación e integración.
Un entrenador de élite, en particular del Estudiantes de Liga Endesa, tiene ciertos problemas personales que, unidos a su carácter van a hacer que esos problemas repercutan en su vida profesional. Cuando además debe visitar los juzgados y la juez le condena a unos meses de trabajo social, no podía imaginar que su vida iba a cambiar para siempre.
De trabajar con jugadores profesionales a ser responsable de un equipo de discapacitados que no son capaces de jugar sin botarse el balón en el pie. Tras unos meses de tratamiento mutuo, consigue llevarlos a la final del campeonato.
Visto así es un argumento que hemos visitado ya en multitud de ocasiones. Un argumento que está lejos de ser original, pero que tiene los ingredientes para enganchar al espectador delante de la pantalla. Será porque a ese espectador le gustan las historias que acaban bien y que, en cierto modo, sirven para reconciliarse con el género humano.
Pero hay muchas, demasiadas películas que abusan de lo mismo. En ese contexto, Campeones resulta ser una más, porque fuera de eso no hay gran cosa que la diferencie de las demás.
Bueno, sí. Lo mejor de Campeones, lo que la diferencia de las demás, no fue su metraje. Fue, con diferencia, el discurso que realizó Jesús Vidal para agradecer su Goya como actor revelación en la gala de los premios de 2019.
El discurso de Jesús Vidal debería ser visionado por todos: niños, jóvenes, adultos y ancianos. Es difícil decir más cosas o más verdades en apenas cinco minutos.
Y como el baloncesto en Campeones resulta ser una excusa para hablar de otras cosas, a mí Campeones me ha servido como excusa para hablar del discurso de Jesús Vidal. Este hombre ha sido todo un descubrimiento, pero mucho más como persona que como actor.
Yo la ví. Me reí y pasé un buen rato. Pero te digo una cosa: no pago la entrada de cine para ver una peli española, subvencionada y sin gastarse un duro en efectos especiales. Lo sé, lo sé,... hay multitud de pelis en las que no hay efectos especiales y son buenísimas, pero las españolas no. No sé si es el tipo de cámara con la que filman, o los directores, o la falta de efectos, pero son una mierda en general. Hay excepciones, pero la regla es esa: mierda
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