De Fredric Brown sólo había leido con anterioridad Marciano, vete a casa, que me había parecido correcta, una obra digna de la ciencia ficción de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, pero que tampoco podríamos decir que me haya marcado más allá del rato que pasé leyendo.
Creo recordar que incluí Universo de locos a mi lista de lectura a raíz de un comentario de Álex de la Iglesia en Twitter. La verdad es que no tenía especiales motivos para ello, a parte de una buena opinión.
Es la historia de un joven Keith Winton, editor de una revista pulp de las que por aquel entonces (el libro se publicó en 1949) eran algo habitual en los Estados Unidos. Durante una velada en casa de su jefe, salen al jardín a observar el lanzamiento de un cohete experimental, con tal mala suerte que el cohete falla y se precipita sobre el jardín, acabando con todos los asistentes.
No con todos, en realidad, ya que Keith Winton se ve transportado a otro universo. Uno muy parecido al suyo, pero con sutiles diferencias. Ya no existen los dólares, sino que se paga con créditos, y la primera vez que intenta pagar con monedas resulta un fiasco y se ve acusado de espía arturiano, contra quienes los humanos libran una guerra despiadada desde hace tiempo.
En este universo, la Humanidad ha descubierto el viaje interplanetario por puro accidente, como un efecto secundario de los motores eléctricos de las máquinas de coser. Sí, un poco absurdo, pero es ciencia ficción de la suave, no hay que buscar tres pies al gato.
Winton debe huir, lo primero, y buscar la forma de sobrevivir en ese nuevo universo mientras busca la forma de volver a casa. Para ello no dudará en enviar relatos que ha publicado en su revista a otras revistas que se publican en este mundo. Poco va a sospechar que esa va a ser una muy mala idea.
Uno de los detalles que más me llamaron la atención de Universo de locos es que, debido a la guerra contra los arturianos, todo el planeta Tierra se sume en la oscuridad con la caída de la noche. No es una oscuridad natural, sino que está provocada por una nueva tecnología, con lo que es imposible ver la mano delante de la cara. El resultado de ello es que todos los ciudadanos corren a meterse en sus casas antes de que caiga la noche, porque la alternativa es vagar sin rumbo fijo y verse expuesto a bandas de salvajes descontrolados que patrullan las calles desiertas y roban, apalizan y matan a los desventurados que se encuentran. El tramo de la novela en cuestión es en verdad desasosegante.
Fredric Brown |
El tono de la novela es bastante más ligero, no obstante, mientras transcurren las páginas y Winton está cada vez más desesperado por volver a su casa, hasta que una inesperada presencia va a acudir en su ayuda con un plan un poco disparatado.
Universo de locos es una novela entretenida, también hija de su tiempo (finales de los años cuarenta del siblo pasado, recién acabada la Segunda Guerra Mundial y con la psicosis con el enemigo rojo en su apogeo), para lo bueno y para lo malo. Pero en poco más de doscientas páginas, Fredric Brown es capaz de construir una historia original, en su sencillez.
Un aprobado muy alto, casi notable.
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