lunes, 31 de octubre de 2022

Star Trek: Picard (T1)

A pesar de mis esfuerzos, no soy capaz de conectar con el universo de Star Trek en ninguna de sus ediciones. Ni siquiera con las espectaculares nuevas películas de J.J. Abrams, y eso a pesar de contar en la segunda con el gran Benedict Cumberbatch. 

Nada. No toca la fibra. No hay emoción. Solo una sucesión de situaciones, más o menos interesantes, que pasan delante de los ojos hasta el final del metraje. Un final que, en demasiadas ocasiones, es más esperado de lo que debiera. 

No obstante, no estoy ciego ni mucho menos al valor que Star Trek tiene para el éxito y el mantenimiento de la ciencia ficción como género, ni el esfuerzo que hace para ser una saga más "seria" que otras, con fundamentos de la física como motor o la anticipación de algunos dispositivos que hoy en día son habituales. 

 



Por eso, de cuando en cuando, hago un nuevo esfuerzo para ver si esta vez sí, esta vez es la buena. Digamos que es un homenaje a todo lo anterior y que como aficionado a la ciencia ficción en general me veo obligado a realizar para no sentir que estoy traicionando a un sector muy importante del género. 

En esta ocasión me acerqué a la nueva serie del personaje de Picard, atraído no solo por el universo trekkie, sino por el innegable carisma del personaje y del actor, Patrick Stewart. 

El resultado fue otra decepción a añadir a las anteriores. Me encontré con una serie que prometía, pero que poco a poco se me fue desinflando hasta que terminé la temporada con el piloto automático puesto. 

Picard, ya retirado del mando de la Flota Estelar, está tranquilamente viviendo la vida en su chateau de la campiña francesa, viendo crecer sus viñedos y acompañado de únicamente dos amigos que le cuidan, más que sirvientes. Pero su tranquilidad, que ya parece definitiva, se ve perturbada por la llegada de una chica que necesita ayuda de forma inmediata. Y ya se sabe que el bueno de Jean Luc Picard no puede resistirse ante nadie que necesite ayuda. 

 

La historia de la chica es bastante intrigante de inicio, con una serie de ramificaciones que amenazan con poner en peligro el precario equilibrio de la galaxia cuando los romulanos entran en escena como un actor más en la gran escena galáctica. 

Encontraremos a viejos amigos como Deanna Troi y Will Riker, Siete de Nueve y alguien con un extraño parecido al androide Data, pero toda esta nostalgia funciona un tanto regulín, como la que el mismo J.J. Abrams utilizó en la última (y fallida) trilogía de Star Wars. 

Fue interesante ver un cubo Borg abandonado, la inmensidad de ese artefacto y cómo los taimados romulanos conspiran para hacerse con sus secretos. 

Pero, como vengo diciendo desde el principio, algo falla. Empezando por el propio Picard y Patrick Stewart. Y es que se le notan bastante los 82 años que tiene, una edad a la que envidiaría estar tan activo como él, pero que en pantalla no da. Lo siento, pero la época crepuscular del personaje se viene abajo con rotundidad y es una pena, porque Patrick Stewart ha hecho mucho por la ciencia ficción en las últimas tres décadas, al nivel de lo que ha hecho Ian Mckellen como Gandalf y Magneto. Y cuando una serie o película se basa tanto en un solo elemento, si éste falla, todo se tambalea.

Hay una segunda temporada estrenada en 2022, que no he visto todavía y no estoy seguro de tener ganas de ver, y al parecer habrá una tercera temporada de cierre. Es curioso que en imdb cotiza con un más que decente 7,3, lo cual resulta bastante sorprendente cuando vemos las valoraciones de los capítulos individuales. 

Pues hasta aquí hemos llegado. Me da a mí que Star Trek: Picard es café para muy cafeteros, pero también me da que a los profanos no les va a llamar demasiado la atención. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario