Un placer culpable. Esta sería la mejor definición de Godzilla vs Kong, el enfrentamiento final de los monstruos más representativos del cine de Oriente y de Occidente, que sirve además como nexo de unión de las dos franquicias que se han estado desarrollando en las pantallas de cine durante los últimos años.
En Godzilla, rey de los monstruos, fuimos testigos de cómo el dragón radiactivo puede ser un elemento beneficioso para la Humanidad además de un foco de caos, al luchar contra otros monstruos similares para defender su posición en la cúspide de la pirámide alimenticia.
De un modo similar, en Kong: la Isla Calavera, vemos que Kong no es sino el último representante de una especie de simios gigantescos que han luchado durante siglos para defender la superficie de la Tierra de una especie insectoide que habita en los subterráneos. Además, aumenta considerablemente el tamaño del simio frente al que protagonizó la película de Peter Jackson.
Era cuestión de tiempo que a alguien se le ocurriera cruzar ambas líneas argumentales y enfrentar a los dos colosos, para disfrute del cine palomitero.
No merece la pena hablar de los actores, algunos de relumbrón como Millie Bobbie Brown o Alexander Skaarsgard, porque todos, al igual que el resto del género humano, son meros espectadores en la lucha de los dos monstruos. Tanto es así que incluso no resulta fácil encontrar imágenes en la red en la que se puedan ver a los "protagonistas".
Es más fácil empatizar con Kong, con el que los protagonistas humanos interactúan más y son capaces de comunicarse con él de forma rudimentaria mediante el lenguaje de signos. Es posible incluso definir a Kong como el paladín de la Humanidad en este combate. En cambio Godzilla es como un verso libre y neutral, que no puede evitar ser como es y para el que no somos más que un daño colateral de sus acciones.
Merece la pena recordar ese guiño que tenemos a la hipótesis de la Tierra hueca, según la cual nuestro planeta está hueco y bajo la superficie terrestre existiría un mundo diferente en el que las leyes físicas se comportan de otra manera, con techo en lugar de cielo. Un mundo iluminado por un sol interior.
Son menos de dos horas, incluyendo créditos. Y aunque es verdad que el argumento no se puede estirar mucho más, que los actores son algo residual y que todo se basa en el atractivo de los monstruos y en los efectos visuales, la película es bastante entretenida.
En imdb está hoy con una nota de 6,3. Un poco excesiva, pero en cualquier caso se le puede dar un aprobado.
Tampoco merece la pena extender más la reseña. Una película transparente, que da exactamente lo que ofrece.
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