Los usuarios de la web de El Multiverso convocan de cuando en cuando un certamen de microrrelatos al que llaman Teseo en el que ganar significa tener que organizar la siguiente edición. Hoy se han publicado los resultados de la quinta edición, en la que he participado con Apéndice II y Una mala mano. El objetivo es responder a la pregunta ¿Por qué España desapareció del mapa? en un máximo de 500 palabras.
Me he divertido mucho y he leído micros muy buenos. Además, las especiales características del Teseo lo hacen muy interesante. Lo primero, los relatos se mantienen en el anonimato. Lo segundo, se comentan todos los relatos por todos los participantes. Ambas cosas unidas dan unos comentarios muy jugosos, ya que el anonimato permite decir lo que se piensa sin miedo a represalias ni ajuste de cuentas. He de decir que la inmensa mayoría de los comentarios han sido constructivos y ajustados a la realidad.
No he ganado. Ni he quedado segundo (el mejor puesto, no te comes el marrón de tener que organizar el siguiente). Contaba con ello, ya que Apéndice II era una sátira política con un final disparatado que tiene la desventaja de que con lo que está cayendo hay cosas de las que es mejor no reírse. Una mala mano tenía un público objetivo reducido por la temática del micro, además de que los nombres en inglés lo han hecho sin duda más complicado (muchos de los comentarios iban en la dirección de que no sabían de qué se estaba hablando y que se habían visto bastante fuera de la historia).
He cumplido con creces el objetivo inicial: obtener algún punto. Apéndice II se ha llevado seis, Una mala mano ha tenido cuatro (el ganador lo ha sido con 35), lo que les sitúa en la mitad de la tabla tirando un poco hacia abajo (puestos 13 y 18 respectivamente, sobre 24 micros a concurso).
Aparte de que me lo he pasado muy bien, me llevo en la mochila que aún aquellos a los que no les han gustado los micros, han valorado el estilo de escritura muy favorablemente. Sólo queda, pues, conectar con el jurado...
Pues nada, aquí van. No se necesitan más de cinco minutillos para cada uno de ellos.
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APÉNDICE II
-Esto debe ser una broma, no tiene ningún sentido…
Se atusó el cabello mientras miraba el documento como si fuera un aparecido. Lo había leído y releído decenas de veces desde que se lo habían entregado a primera hora de la mañana. Ahora, bien avanzada la tarde, ni siquiera tenía cuerpo para pensar en comer.
-La verdad, José Luis, no sé qué decirte. Todo parece estar en orden en cuanto a permisos y privilegios.
Alfredo se había quitado la chaqueta de su elegante traje de corte italiano y, contra su costumbre, se había aflojado el nudo de la corbata y desabrochado el botón del cuello. Se frotaba la cuidada barba de tres días y arrugaba el ceño. La luz cenital del despacho arrancaba brillos cegadores de su amplia calva.
-¿Alguna noticia? –preguntó José Luis, sin poder disimular su nerviosismo.
-Nada. Aún no hemos podido contactar con ellos, pero seguimos intentándolo. Creo que pronto… -Se interrumpió al comprobar que no le escuchaba.
-Una broma, tiene que ser una broma. Algún hacker…¡Sí, eso es! –murmuraba José Luis, sumido en sus pensamientos. Se sentó, abatido –. Es de locos. ¿Cómo vamos a comunicárselo a la gente? ¿Dónde van a ir?
-No podemos ocultarlo mucho más. Es cuestión de tiempo que se filtre a la prensa.
-¡Nos van a crujir, Alfredo! ¡Estamos acabados! –Se golpeaba las sienes con los pulgares, forzándose a pensar.
-¡Valor, José Luis!
Se miraron a los ojos. Eran compañeros desde muchos años atrás, casi como hermanos. Alfredo siempre apoyaba a José Luis, era su más decidido valedor y más importante apoyo. Se estrecharon las manos una última vez.
-Tienes razón. –Hizo una pausa, respirando hondo– Diles que me pasen con Zarzuela en la Sala de Juntas.
Salieron de Presidencia, abatidos pero decididos a enfrentarse a su peor trago. Se dejaron sobre la mesa el memorando: “…debido a la manifiesta incapacidad del gobierno de España para salir de la crisis económica y, ante el riesgo de arrastrar al resto de economías de la periferia de la Unión y con ella a la moneda única, los Cuatro Grandes han decidido, en sesión extraordinaria, tomar el control inmediato del país…”
Más de cuarenta millones de personas tenían sesenta días para abandonar sus casas hacia destinos previamente fijados, llevando consigo un exiguo capital. Su lugar sería ocupado por turistas alemanes, ingleses, franceses o rusos, que pagarían gustosos por el alquiler de infraestructuras y servicios a cargo de mano de obra importada de países emergentes. ¡Un país para sus vacaciones! ¡Sol en multipropiedad!
El documento estaba abierto por su Apéndice II: Denominación.
“…deberán retirarse las denominaciones Reino de España, España o similares, sustituyéndose por Gran Mallorca, con capital en Torremolinos y actualizándose todos los elementos de orientación global, GPS, mapas, etc., tanto militares como civiles. A su debido tiempo, se instrumentarán los pasos necesarios para su incorporación como Estado Federal de la República Federal de Alemania. Hasta entonces…”
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UNA MALA MANO
Fernando bufó mientras buscaba frenéticamente una solución, pero ninguna idea parecía suficientemente buena para salir del atolladero en que se había metido. Luis había jugado al gato y al ratón y él mordió el cebo como un novato.
Un plan desesperado tomó forma. Era consciente de la debilidad de su posición, así que decidió atacar. Rápido y donde duele. Sin dejarle tiempo para pensar.
-¿Es para hoy? –rió Luis, ufano.
Respiró hondo. No había vuelta atrás si quería salvar el día. En este turno debía golpear duramente para recuperar la desventaja de puntos de victoria. Por una vez, el capullo de Luis mordería el polvo.
-Ya va, ya va… -dijo, todavía perfilando el combo ganador mientras manoseaba nerviosamente las cartas.
-Joder, tío. Si estás para los restos. ¡Acaba con esta agonía! –le pinchó Luis–. Todavía estamos a tiempo de pasarnos por los Yelmo y ver qué ponen.
-¡Sueñas, chaval! –Sonrió. Su confianza aumentó por momentos-. Atiende, que no voy a repetirlo: tapeo mis CBRN Commandos y los dopo con Synthetic Metanfetamine. Luego gasto mis últimos puntos de Fanatism y utilizo la carta de equipo Armoured CBRN Vehicle para pasar por encima de tus Black Ops. Tu Presidente es historia; cinco puntos de victoria y te gano por uno. ¡Toma, toma y toma!
Fernando estaba exultante. Había conseguido por fin pulirse a Luis aunque todas las probabilidades estaban, otra vez, en su contra. Esto valía para compensar todas las humillaciones que había tenido que soportar de este bocazas y…
-¡Eh, que no vayas tan rápido! –Fernando despertó de sus ensoñaciones y miró sin comprender–. Tengo que reconocer que te lo has currado, pero no es suficiente.
-¡Venga ya! –dijo indignado–. Se ha acabado, ¡asúmelo!
Luis daba golpecitos en la mesa de juego con sus cartas. Era ese aire de superioridad lo que Fernando no podía soportar. Bueno, eso y sus chanzas durante todo el fin de semana.
-Todavía te queda mucho por aprender, Pequeño Saltamontes. –Descubrió una carta de su mano- Mi Electronic Warfare fríe tu lata de sardinas mientras mis Black Ops se pulen a tus soldaditos de juguete.
No podía creerlo. Había vuelto a jugársela. Como ayer. Como la semana pasada. Como siempre.
-Utilizo mis Spy Satellites para barrer de la exosfera tu Anti ICBM Umbrella. –Hizo una pausa dramática, al tiempo que sacaba una carta de su mazo con un gran aspaviento- Para terminar, rocío Nuevo Madrid con una Nuke Storm. ¡Juego, set y partido! ¡Borrado del mapa! -Rió con ganas al ver la cara de su adversario cuando éste comprendió lo que se le había venido encima. Se levantó de la silla para palmearle el hombro por encima de la mesa, condescendiente-. Sólo a ti se te ocurre jugar a Nuke Hell con España ¡Si es la facción más truño de todas!
Sus carcajadas resonaban como mazazos en la cabeza de Fernando. Se prometió que ésta había sido la última partida. Otra vez.
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