sábado, 28 de abril de 2012

El mensajero de la oscuridad

Trilogía de Lynn Flewelling (nombrecito), compuesta por La suerte de los ladrones, La oscuridad que acecha y La luna del traidor y publicada originalmente por La Factoría de Ideas. Creo que esta edición original está bastante difícil de conseguir. Hoy en día ya ha dejado de ser trilogía, para convertirse en pentalogía al añadir dos libros más que aún no han sido traducidos al castellano.

Pues resulta que hace ya unos cuantos años me hice con el primero y me gustó bastante, así que estos días / semanas lo releí y me puse con los otros dos.Así disfruté de las aventuras de Seregil y de Alec, Micum, Nysander, Thero y Beka en los reinos de Micenia y Eskalia.



Tengo que decir que La suerte de los ladrones no me pareció tan bueno en la relectura. Sí, es ágil, los personajes son atractivos... pero la historia es, dejando aparte algunas particularidades, bastante tópica en la fantasía épica: encuentro casual de protagonistas, búsqueda a vida o muerte, enemigos en las sombras, aliados poderosos... Lo normal, vamos. Excepto porque, yalo he dicho, los personajes son atractivos y carismáticos, tanto los buenos como los malos y que Lynn Flewelling tiene un toque especial que hace que no te aburras de leer aunque describa las actividades más mundanas de sus personajes.

Pues eso, un poco decepcionante pero todavía prometedor. Así que decidí ponerme con el segundo, La oscuridad que acecha. Aquí somos testigos de cómo Plenimar, antiguo reino rival de Micenia y Eskalia vuelve a declarar la guerra a sus vecinos, arrollados por sus ejércitos y nigromantes. Paralelamente se desarrolla la luchaclandestina por ciertos artefactos de gran poder que, de caer en manos de los plenimaranos, permitirán convocar al Devorador de la Muerte (un nombre un poco chungo, me gustaría haber podido leer el original). 

En La oscuridad que acecha somos testigos de traiciones, comportamientos heroicos y muertes sorprendentes, pero también tenemos, además de los protagonistas conocidos y el desarrollo de sus historias personales, unos malos muy carismáticos y odiosos: el Duque Mardus de Plenimar y el nigromante Vargul Ashnazai. Estos dos tipos son realmente reseñables en cuanto a poderosas contrapartidas a los protagonistas. Bueno, ya sabemos que estas historias siempre acaban bien, pero hay momentos en que llegas a dudar de todo. Si en vez de Lynn Flewelling habláramos de George Martin, la mitad del casting protagonistas estaría en el paro ahora mismo. 



La confrontación final es climática y agridulce. Nadie duda del éxito de los buenos, pero pagarán un precio demasiado alto, especialmente Seregil, uno de los personajes más ricos en matices que me he encontrado en las novelas de fantasía. En su conjunto, La oscuridad que acecha es mejor que La suerte de los ladrones.

Y entonces llega la tercera parte, La luna del traidor, con un registro totalmente diferente a los anteriores: la alta política. Situado dos o tres años después del final de La oscuridad que acecha, el tercer libro arranca con negras noticias sobre la guerra que aún mantienen Eskalia y Micenia contra Plenimar. La cosa está chunga, vamos, así que una de las últimas decisiones de la reina Idrilain de Eskalia es mandar una embajada a reabrir las relaciones con Auréren (el país de lo que vendrían a ser los elfos) bajo la dirección de su propia hermana (una de las particularidades de Eskalia es que sólo las mujeres tienen derecho a la corona). 



Seregil, del que conocemos poco a poco piezas de su pasado, acompañará a la princesa como consejero especial, pues él mismo es un Aurenfaie (un elfo, vamos). Alec, por supuesto (ya veremos luego por qué) , le acompañará. 

Para mí es éste el mejor libro de los tres. Porque aunque parece que 700 páginas de complots políticos puedan tener poco interés, la historia es más que amena y divertida. Tenemos, por supuesto, esos entresijos entre pasillos a los que estamos acostumbrados en la vida real y que tienen gran interés mientras nos familiarizamos con la particular forma de ser de los Auren...elfos y cómo los humanos desesperan. Pero también tenemos momentos muy interesantes, cuchillos en las sombras, quintacolumnistas que buscan frenar todos los avances tan duramente conseguidos, asesinatos y atentados...

Y todo ello con la habitual forma de contar las historias que tiene la autora. En ese sentido es un grato hallazgo y tengo que decir que no me he aburrido nada leyendo una página tras otra. Además de que la serie va in crescendo, hasta un final más que satisfactorio. Desconfío de los siguientes dos tomos (que ya he dicho no se encuentran en castellano todavía), porque la autora dejó pasar casi diez años entre el tercero y el cuarto y no sé por qué me da mala espina. Pero la trilogía original es muy recomendable.

No he hablado todavía de la particularidad de los personajes principales: Alec y Seregil son bisexuales. Al principio se dan indicios deliberadamente ambiguos, pero ya en el segundo libro la cosa se hace más clara. Según el artículo de Wikipedia dedicado a la autora, es un tema recurrente en sus escritos. Bueno, para gustos hay colores y no voy a negar que choca bastante al principio. Esto no quita que, como digo, Seregil sea uno de los personajes con más volumen que he podido leer. 

Pues eso, si a La suerte de los ladrones le damos un seis con perspectiva positiva, más que nada porque no es muy original y las historias de los protagonistas están solo un poco más que esbozadas, resulta que a La oscuridad que acecha tiene un siete, también con perspectiva positiva. Y a La luna del traidor, le damos un ocho, a secas, que no es moco de pavo.

Resumiendo, El mensajero de la oscuridad es una serie que crece más que satisfactoriamente a medida que van pasando las páginas y las historias y tramas se entrelazan y desarrollan poco a poco.


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