sábado, 31 de agosto de 2019

Campeones

Hoy comienza el Mundobasket de China y comento una película de baloncesto, bastante atípica. Lo primero, porque es española, dirigida por Javier Fesser. Lo segundo, porque el baloncesto es la excusa para contar una historia de superación e integración. 

Un entrenador de élite, en particular del Estudiantes de Liga Endesa, tiene ciertos problemas personales que, unidos a su carácter van a hacer que esos problemas repercutan en su vida profesional. Cuando además debe visitar los juzgados y la juez le condena a unos meses de trabajo social, no podía imaginar que su vida iba a cambiar para siempre. 



De trabajar con jugadores profesionales a ser responsable de un equipo de discapacitados que no son capaces de jugar sin botarse el balón en el pie. Tras unos meses de tratamiento mutuo, consigue llevarlos a la final del campeonato. 

Visto así es un argumento que hemos visitado ya en multitud de ocasiones. Un argumento que está lejos de ser original, pero que tiene los ingredientes para enganchar al espectador delante de la pantalla. Será porque a ese espectador le gustan las historias que acaban bien y que, en cierto modo, sirven para reconciliarse con el género humano. 

Pero hay muchas, demasiadas películas que abusan de lo mismo. En ese contexto, Campeones resulta ser una más, porque fuera de eso no hay gran cosa que la diferencie de las demás. 



Bueno, sí. Lo mejor de Campeones, lo que la diferencia de las demás, no fue su metraje. Fue, con diferencia, el discurso que realizó Jesús Vidal para agradecer su Goya como actor revelación en la gala de los premios de 2019. 

El discurso de Jesús Vidal debería ser visionado por todos: niños, jóvenes, adultos y ancianos. Es difícil decir más cosas o más verdades en apenas cinco minutos. 

Y como el baloncesto en Campeones resulta ser una excusa para hablar de otras cosas, a mí Campeones me ha servido como excusa para hablar del discurso de Jesús Vidal. Este hombre ha sido todo un descubrimiento, pero mucho más como persona que como actor.




domingo, 25 de agosto de 2019

Quintaesencia

Mi compañero y buen amigo Antonio, natural de Borja y residente en Zaragoza, es un gran aficionado a la ciencia ficción y no le hace ascos ni a la nacional ni a la foránea. Tanto es así que incluso sigue este blog.

Hace dos o tres meses que paseaba por su ciudad y dio con un puesto en el que un autor estaba pendiente de potenciales compradores para su obra. Como Antonio es un zalamero, entabló conversación y compró el libro. 

Días después, durante una de nuestras conversaciones, me contó el episodio y no dudé sobre cuál era el nombre del autor: Pedro Moscatel. El libro era Quintaesencia

Conozco a Pedro desde hace años, pero solo de forma virtual: por sus publicaciones en su blog, que ahora tiene un poco abandonado, y por los comentarios que nos cruzamos. No obstante, a pesar de la diferencia de edad (él es insultantemente joven y yo soy un viejoven fofisano), siempre ha habido una afinidad que viene de compartir afición por la lectura y la escritura. 

He de reconocer que a mí me corroe la envidia. A sus (pocos) años ha conseguido lo que yo sueño: publicar una nada desdeñable cantidad de relatos y novelas. Podéis visitar su blog en el enlace que encontraréis a la columna de la derecha. 

Quintaesencia es un relato del lejano futuro del Universo, abrazando la hipótesis de que está destinado a expandirse de forma infinita y cada vez más rápida, para morir en la oscuridad y el frío más absoluto. 



En esos últimos estertores, Palius Mantel, jinete de materia, atraca en La Estación, una gigantesca nave semilla que desde hace miles de años vaga por el vacío interestelar en busca de un nuevo mundo para dejar su preciada carga: seres humanos. 

Cuando Mantel llega a La Estación, ésta no es más que un pálido reflejo de lo que fue en su plenitud, con grandes áreas cerradas debido a la falta de población y, lo que es más crítico, de energía. Con él seremos testigos de los últimos años, hasta que finalmente abandona la nave en compañía de su último capitán, Myke Terroma, destruyendo La Estación en el proceso. 

El destino, si no otra cosa, llevará a ambos a contactar con una civilización de constructos (factos los denomina el autor), indistinguibles de nosotros, que llevan también incontables eras esperando a aquel que devolverá el orden al Universo. 

Porque Pedro Moscatel, además de trufar su libro de conceptos físicos que dan consistencia a su historia, añade además algún concepto más filosófico o religioso, como la creencia de los factos en un ser superior, o el mismo concepto de la quintaesencia que es la culpable de la expansión del universo. 

Lo sorprendente es que esa quintaesencia, o más bien su constante universal, pueden ser modificados por medios humanos para revertir el proceso de expansión infinita y recomprimir el Universo al tamaño que tenía antes de iniciar su expansión, estabilizándolo y permitiendo la supervivencia de la especie humana. Pero, como suele suceder en estos temas trascendentes, algo saldrá mal y la infinita expansión se convertirá en una infinita compresión hasta un punto de densidad infinita.... 

No cuento más, porque Quintaesencia es mejor leerlo. Y se lee bien, aunque a veces hay que meditar sobre lo que lees para entenderlo por completo, de dónde vienes y a dónde vas. Así hasta el final, en el que las piezas encajan como en un puzle temporal. 

Recomendable 

miércoles, 14 de agosto de 2019

Sangre, sudor y paz

Ya sabemos que es necesario conocer la historia para tratar de no repetirla. Y aún así resulta difícil no caer en los mismos errores del pasado. 

En España hubo una guerra que duró cincuenta años. Una guerra desigual, porque el relato lo ponían unos, y los muertos, otros. Hasta que Francia se dio cuenta de que no podía dar más soporte a una banda de asesinos. Hasta que el asesinato de Miguel Ángel Blanco marcó un punto de inflexión y el pueblo, ese ente abstracto del que muchos se apropian hoy en día, dijo basta. 



A partir de ahí, tras la desaparición del mártir, ese monstruo que era ETA se desinfló hasta desaparecer con más pena que gloria. Sin duda, con mucha más pena y mucha menos gloria que sus pistoleros y dirigentes hubiesen deseado. 

Durante esos cincuenta años, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se empeñaron en combatir con todos los medios legales a su alcance (y quizá otros medios no tan legales) a los terroristas mientras que, como en todas las guerras, los políticos iban a la suya, más o menos. 

Y los muertos iban alfombrando las calles de verde y rojo. 

Porque quizá ha sido la Guardia Civil la que fue golpeada con más dureza, siempre buscando una reacción represiva desproporcionada del Estado que les permitiera ganar definitivamente el relato internacional y verse como honorables gudaris que mataban por defender al pueblo. Al suyo, se entiende. 



Sangre, sudor y paz es un homenaje a la Guardia Civil que, incansable, devolvía golpe por golpe. Tímidamente al principio, con mayor contundencia a medida que iba aprendiendo de sus errroes y del modus operandi de sus adversarios, así como de la progresiva falta de nivel intelectual y estratégico de los dirigentes etarras que sustituían a los que iban cayendo. 

Lorenzo Silva, Manuel Sánchez y Gonzalo Araluce escriben un mosaico de hechos, derrotas y victorias, alimentadas por los testimonios de los supervivientes y de agentes que jugaron un papel más o menos destacado en los diferentes operativos. 

Nunca más

Confieso que lo he leído con interés y con emoción. Una emoción que se transformó en lágrimas al leer lo ocurrido en la casa cuartel de Vic y, sobre todo, el atentado brutal a la casa cuartel de Zaragoza, leyendo el testimonio de padres que aún hoy, más de treinta años después, viven desgarrados por la pérdida de hijos e hijas inocentes, en algunos casos de muy corta edad. 

Por eso no debemos olvidar. Porque si olvidamos, corremos el riesgo de que todo ese sacrificio no haya servido para nada y que, dentro de poco, a la hidra derrotada le crezcan no una, sino dos cabezas venenosas. 

Nunca, nunca más


Sangre, sudor y paz es un libro que todo hombre y mujer de bien debería leer.

domingo, 11 de agosto de 2019

Jumanji

En plena fiebre de revisitación de clásicos, llegó el turno de Jumanji, película que originalmente fue protagonizada por el desaparecido Robin Williams y de la que su nueva versión cuenta con un reparto coral encabezado por Dwayne Johnson (La roca), Jack Black, Kevin Hart y Karen Gillan (Nébula en el Universo Marvel).




Aparentemente la cosa debería dar grima. Y a mí me dio bastante, hasta que me decidí a ver la película en familia. Para mi sorpresa, me encontré con una película de aventuras bastante decente, honesta y que se deja ver por chicos y grandes. 

La historia es básicamente la misma que en el original: un juego que atrapa a sus jugadores de una forma bastante literal. Pero en esta ocasión, en lugar de tratarse de un juego de mesa, tenemos un más actual videojuego de una consola retro. 

Los originales (de izquierda a derecha): Dwayne Johnson, Kevin Hart,
Karen Gillan y Jack Black


Cuatro adolescentes del más variado pelaje son castigados por un profesor a pasar unas horas en una especie de trastero, donde encuentran la consola en cuestión y deciden echar una partidita para pasar el rato. 

Lo siguiente es aparecer en el mundo de juego en la forma de su avatar, ir aprendiendo sobre la marcha las reglas del juego y progresar en los distintos niveles hasta salvar Jumanji y poder volver a casa. 

Quién lo iba a decir, pero Dwayne Johnson prácticamente eclipsa a todos los demás y saca a relucir una vena cómica bastante interesante. Vale que no es Jerry Lewis, pero sí que logra arrancar más de una sonrisa. 

Los avatares

Quizá lo peor sea Kevin Hart, pasado de vueltas, porque Jack Black está bastante contenido en el papel de una chica guay encerrada en el cuerpo de un profesor universitario bastante fondón... Y la chica, Karen Gillan, pasa un poco demasiado desapercibida además de enseñar ombligo. 

Ayuda un ritmo frenético, pruebas arriesgadas y chistes para jugadores, como los PNJs con un número limitado de lineas de diálogo, la mochila portaobjetos sin fondo aparente o la forma de volver al juego cuando se ha perdido una vida. 

La chica

Una sorpresa que gracias a su éxito ha conseguido asegurar al menos una segunda parte y muy probablemente una tercera. Veremos si su frescura se mantiene y si el producto vuelve a funcionar o se pierde por sobreexposición.

domingo, 4 de agosto de 2019

Los increíbles 2

Hubo que esperar casi quince años para que Los increíbles tuviera una segunda parte. Incomprensible, siendo una de las mejores películas de PIXAR. Esta secuela vino después de Cars 2, o incluso de Cars 3. Más incomprensible aún.



Los increíbles 2 empieza justo donde nos dejó la primera parte: la aparición de El Socavador, un supervillano un poco cutre que parece un topo con una máquina desproporcionada. Así que el arranque nos deja un poco de adrenalina y nos devuelve a la familia Parr. 

Pronto las cosas cambiarán para ellos. Un filántropo se pone en contacto con Elastigirl para convertirla en la imagen, la cara amable de una nueva era de superhéroes. Bob debe quedarse en casa, porque Mister Increíble es demasiado brusco para estas cosas y su imagen no es la mejor... 

La vida transcurre entonces en dos frentes: Elastigirl se esfuerza por cumplir en su nuevo puesto, viviendo cosas que ya parecían olvidadas, recordando viejos tiempos y conociendo y confraternizando con nuevos héroes. 

...y según la ley de conservación del momento de inercia...


Mientras tanto, Míster Increíble debe hacer frente a las tareas cotidianas: hacer cenas, contar cuentos, hacer los deberes... Algo que resulta mucho, pero mucho más estresante que combatir contra decenas de supervillanos. 

Evidentemente las cosas se irán complicando y habrá que involucrar a la familia. Incluso al pequeño Jack-Jack, que poco a poco va descubriendo sus poderes para desgracia de su vecino mapache. 

Los increíbles 2 es una película para niños con muchas capas que enseñan grandes cosas a los adultos. Lo principal, la igualdad de roles en la familia. Algo por lo que se debe seguir luchando sin descanso a pesar de la educación sexista que muchos hemos recibido. Y lo hace, como buena película infantil, de refilón, sin que te des cuenta va calando el mensaje. 

¡Pero cómo puede salir a pagar!

Pero además de ser una película social, funciona muy bien como thriller, porque el verdadero villano estará escondido hasta casi el final y por lo menos a mí me sorprendió. En ese sentido es bastante mejor que su predecesora. 

Ese es el resumen, diría yo. Los increíbles 2 cogen unos personajes carismáticos y los llevan a otro nivel, para convertirse en una de las pocas segundas partes que no defraudan. Ya sabéis que tradicionalmente una segunda parte es más una película de transición que otra cosa...

Un notable alto para los superhéroes de PIXAR.