sábado, 25 de abril de 2020

La batalla por los puentes

No estoy capacitado para valorar la categoría como historiador de Antony Beevor. Lo que resulta innegable es que sus libros se venden como churros y que ponen una tremenda desgracia global como la Segunda Guerra Mundial a todos aquellos que tengan un poco de interés en aprender y revivir la Historia. 




La batalla por los puentes nos lleva a Holanda en septiembre de 1944, apenas tres meses después del desembarco aliado en Normandía. Un intento de continuar apretando la soga en el cuello del Reich, avanzando a través de las llanuras de los Países Bajos ocupados intentando llegar a terreno alemán. 

Una operación que en realidad fueron dos y por eso recibió el nombre de Market-Garden. Por un lado, un amplio despliegue de brigadas paracaidistas que debía tomar los puentes sobre los diferentes ríos a cruzar por el XXX cuerpo de ejército británico en su avance inexorable. El ajuste de tiempo de las dos operaciones era crítico para que el avance no sufriera interrupciones críticas. 



En la práctica el plan tenía una relevancia discutible. De hecho, su máximo valedor fue el mariscal Montgomery, de discutida categoría táctica y miembro destacado en el exigente grupo de mandos militares más sobrevalorados de la contienda, afortunado vencedor de Erwin Rommel en el norte de África. Temeroso de perder protagonismo y de perder ese aura de héroe, se movió entre bambalinas para asegurarse otro momento de gloria ante lo que parecía un enemigo que se estaba derrumbando acosado por los gigantes en que se habían convertido los aliados. 

Nada más lejos de la realidad. 

Tanto por errores propios como por éxitos ajenos, pronto la ofensiva se convirtió en un lodazal en el que se enfangaron decenas de miles de hombres y que hicieron que se saldara con un sonoro fracaso y en un bofetón en la aristocrática cara de Monty. 

Solo por nombrar algunos de los problemas con que se encontraron los aliados en ese aparente paseo triunfal en que esperaban se convirtiera Market - Garden, poderíamos hablar de: la dispersión de los paracaidistas y su material, que en algunas ocasiones tomaron tierra muy lejos de las posiciones consideradas iniciales; la falta de material pesado que luego se demostró iba a hacer falta; los informes de inteligencia erróneos que menospreciaron el contingente alemán en la zona, la potencia de las unidades presentes e incluso ignorando por completo la ubicación de otras unidades, algunas de ellas acorazadas, que luego demostraron ser un factor relevante en la contienda y causa primera del retraso de las operaciones; el ajustado y exigente programa que requería una coordinación extrema entre las unidades y que la resistencia del enemigo también se ajustara al plan, lo que, evidentemente, nadie podía prever. 
 



Antony Beevor narra los hechos desde varios niveles de perspectiva. Tan alto como para describir los grandes movimientos de tropas, la táctica  la estrategia. Tan al detalle como para contarnos la historia de soldados individuales de ambos bandos, sin distinción de rango o nacionalidad. 

El resultado es un libro bastante ameno de leer a pesar de proporcionar una gran cantidad de datos (nombres de unidades, protagonistas, lugares, etc.) y lo suficientemente hábil para humanizar en la medida de lo posible uno de los momentos más icónicos de la Segunda Guerra Mundial. 


domingo, 19 de abril de 2020

Vengadores: Endgame

Final apoteósico de la Fase 3 del Universo Cinematográfico Marvel, más allá de su calidad cinematográfica, que puede ser o no discutible, Vengadores:Endgame es una muestra de buen hacer en cuanto a planificación. Demostró que Marvel venía haciendo las cosas con una planificación de años, desde la primera que fue Iron Man en 2008. 

11 años.
23 películas
Más de 2.200 millones de presupuesto conjunto
Más de 13.500 millones de recaudación conjunta.



Vengadores: Endgame es la película más taquillera de la historia y la más larga del Universo Cinematográfico Marvel. 3 horas y 1 minuto de metraje. Las cifras son apabullantes y demuestran un negocio redondo. 

La película retoma la historia donde la dejaron sus predecesoras Vengadores: Infinity Wars y Capitana Marvel.  Thanos ha vencido, ha chasqueado los dedos y el 50% de los seres vivos han desaparecido del universo, como si nunca hubieran existido. 

La vuelta a la nueva normalidad está siendo complicada. Algunos de nuestros héroes favoritos lo están pasando realmente mal. Ojo de Halcón y Thor han llegado a un valle, por distintas razones, y les está costando remontar; la verdad es que ni siquiera lo intentan. El Capitán América, el eterno optimista, no solo trabaja día a día para sobrellevar la desgracia, sino que intenta hacer más llevadera la situación a los demás; líder hasta el final. Tony Stark se da de bruces con la realidad y asume que han perdido; al menos él es afortunado y tanto su mujer como su hija no forman parte del 50% de desaparecidos. Bruce Banner está al fin en paz consigo mismo viviendo como Profesor Hulk. 

Las cosas saltan por los aires con el sonido de una máquina de feria dentro de una furgoneta abandonada. De la parte trasera sale Ant-Man, desaparecido hace diez años. Las noticias que trae del Universo Cuántico encienden la chispa de la esperanza que, poco a poco, se convertirá en un fuego abrasador e incontrolable, mientras los héroes más poderosos de la Tierra viajan por el tiempo para hacerse con todas las Gemas del Infinito antes de que lo haga Thanos... 



Ya tenemos lío, pero Thanos es mucho Titán Loco, descubre el plan y se anticipa a ello. En una batalla épica con momentos que ponen los pelos de punta a los fans, la victoria y la derrota penden de un hilo y, a pesar de la poderosa presencia de la Capitana Marvel, la vuelta de los héroes desaparecidos al combate y tal, Thanos vuelve a inclinar la balanza a su favor. Incluso después de tener que comernos un momento de empoderamiento femenino cuando el pobre Spider-Man recibe la ayuda de varias superheroínas en una escena que parece metida con calzador debido a los nuevos tiempos.

El escudo del Capitán, símbolo de la esperanza, se quiebra. Pero la lucha continúa, porque es lo que hacen los héroes. Y Steve Rogers, apaleado como nunca, vuelve a levantarse. Estaría así todo el día. Y tras su ejemplo van el resto. 
 
¡Soy inevitable!, afirma el Titán Loco con una aterradora frialdad, mientras chasquea los dedos, pero.... 

Tony Stark ha muerto, pero ha salvado el Universo. ¡Yo soy Iron Man!

Subidón de adrenalina para los aficionados. Un final al nivel de las expectativas e incertidumbre ante el futuro, cuando muchos de los héroes que nos han acompañado en este tiempo cambien de rostro o incluso desaparezcan de este nuevo Universo Cinematográfico Marvel que se va a construir de las cenizas de Vengadores: Endgame.

De todos los finales, el que más me ha gustado, el más digno, es el de Steve Rogers. Por fin ha podido vivir una vida como le hubiera gustado a un chico de Brooklyn. Encantador. 




sábado, 4 de abril de 2020

Más de Bernie Gunther

Después del triste fallecimiento prematuro de Phillip Kerr me quedaban solo tres historias de Bernie Günther por disfrutar. Hoy, algunos años después, me queda solo uno. La despedida, que será amarga, llevará todavía un poco tiempo.

El antepenúltimo título de la serie es El otro lado del silencio. Encontramos a Bernie en la Riviera francesa, allá por 1956, como recepcionista de un hotel. Allí destaca por sus buenas maneras y su la confianza que los clientes, sobre todo extranjeros, pueden depositar en él. 

Allí entra en contacto con gente como William Somerset Maugham, que vive en Villa Mauresque y que está siendo chantajeado por alguien que ha podido conocer sus tendencias sexuales en una época poco aperturista en ese sentido. 

Las peripecias de Günther no solo se deberán a este suceso, sino también a la alargada sombra de su pasado, tanto en la Alemania de la Guerra como después, cuando consiguió ayuda de ciertos personajes, ahora vinculados al espionaje soviético, que no dudarán en cobrarse el favor. 



Sin comerlo ni beberlo, Bernie Günther se verá envuelto en la vorágine que supuso el escándalo de los cinco de Cambridge (pulsad en el enlace para saber más) y su fuga a la URSS. 

La cosa se pone soviética para Bernie, traicionado, capturado y pocas veces tan cerca de la muerte si no fuera por el golpe de suerte que dará un giro a su historia. 

El penúltimo título de la serie es Azul de Prusia, que no solo es el nombre de un color. Volvemos a la Segunda Guerra Mundial, al que quizá es uno de los escenarios más carismáticos, la Wolfsschanze, la Guarida del Lobo. A petición de Martin Borman, uno de los jerifaltes del Régimen, el bueno de Bernie se desplaza desde Berlín para averiguar cómo se ha podido cometer un asesinato en uno de los lugares más seguros de Europa. 



Este es uno de los mejores libros que he leído de la serie, porque además de mantener la fidelidad del marco histórico, se trata de uno de los mejores casos de investigación, uno de esos clásicos misterios de habitación cerrada, aunque en este caso la habitación tiene unas dimensiones insospechadas. 

Se nota la presión, no solo del personaje de Borman sino del poco tiempo que hay para la resolución del misterio. Casi que el lector comparte la ansiedad de Bernie y la necesidad de tomar otra tableta de pervitina, la droga de la Blitzkrieg. 

Dos libros que me gustaron mucho. Más el segundo que el primero y que, a la espera del último de la serie, convierten a Bernie Günther en un clásico de la Novela Negra. Como poco una serie de notable alto.