domingo, 23 de junio de 2013

Nikola Tesla, el hombre al que le robaron la luz

Desde hace unos años estamos viendo una revisión de la figura de Nikola Tesla, inventor serboestadounidense que vivió a caballo de los siglos XIX y XX. Nikola Tesla, el hombre al que le robaron la luz, es una biografía escrita por Margaret Cheney allá por los años 80 del pasado siglo y que he terminado de leer justamente en estos días. 



Tesla es probablemente uno de los personajes más incomprendidos e injustamente tratados de la historia de la ciencia y esta revisión sirve para acreditarle como responsable de alguno de los avances técnicos más importantes de nuestra historia reciente.

Por ejemplo, Tesla fue el primero en utilizar la corriente eléctrica alterna como estándar. Esto significó un mayor rendimiento en el transporte de energía, frente a la corriente continua que se utilizaba hasta entonces. Los motores eléctricos basados en esta teconolgía son legión hoy en día, y gracias a ellos se consiguen grandes potencias y se realizan enormes trabajos que permiten el progreso. 

No todo fue, sin embargo, un camino de vino y rosas. Antes de conseguir que la corriente alterna se convirtiera en un estándar, tuvo que lidiar con Thomas Alva Edison, otro de los grandes genios de su tiempo pero un poco sucio en cuanto a su forma de jugar a los negocios. Tesla tuvo que soportar infamias y juegos poco agradables, pues Edison no dudaba en electrocutar en público animales utilizando la corriente alterna. Incluso propuso que la silla eléctrica utilizara esta forma de corriente en lugar de la corriente continua, todo en un intento de que el público relacionara la corriente alterna con la muerte y optara por la suya. 

Afortunadamente, las ventajas de la corriente alterna en la mayoría de las aplicaciones son tantas y tan importantes, que de un modo natural la corriente continua se fue arrinconando hasta casi desaparecer.

No menos importante fue la polémica con Marconi. En la escuela estudiamos que este italiano fue el inventor de la radio, pero no supimos hasta hace poco que ya en 1943 se dio la razón a Tesla cuando afirmó que Marconi había utilizado patentes de su propiedad  en el desarrollo de la radio. Poco importaba, para el público en general Marconi fue el inventor de la radio aunque tuvo que alzarse sobre los hombros de Tesla para ello. 

Nikola Tesla, a la edad de unos 40 años


De la biografía de Cheney se desprende que Nikola Tesla apenas produjo nada útil pasada la cuarentena. Esto no es un caso extraño entre científicos e inventores, sino que al contrario es bastante normal. Como si el cerebro humano llegara a la cima de sus capacidades y a partir de ahí fuera más difícil el pensamiento creativo. 

Aún así, Tesla propuso muchos conceptos revolucionarios, aunque no los desarrolló y muchos quedaron en el limbo de la tecnología - ficción (palabro que me acabo de inventar): el transporte de la energía sin hilos, utilizando el planeta como un inmenso conductor, fue su obsesión para conseguir una fuente de energía inagotable y gratuita; fue un gran propulsor de las energías renovables, en un tiempo en que el progreso se asociaba con quemar petróleo; propuso la construcción de torpedos y barcos teledirigidos que acabarían con todas las guerras; sentó las bases del radar que, con alguna variación práctica, se desarrollaría algunas décadas más adelante...

También mantuvo ideas erróneas. Por ejemplo era contrario a las teorías de Einstein, no consideraba que pudiera obtenerse energía de la materia (energía atómica) y pensaba que las ondas de radio viajaban más rápido que la luz... Bueno, cualquier escribano hace borrón... 

Algunas de sus revolucionarias ideas, como la turbina de Tesla, fueron un fracaso en su tiempo. Pero no porque los principios de funcionamiento fueran erróneos, sino porque, sencillamente, eran demasiado avanzadas y la técnica no podía crear los elementos y materiales que necesitaba para funcionar de forma fiable.

Se dice que Edison le envidiaba porque, mientras que él tenía que agotarse en interminables jornadas de ensayo y error para conseguir desarrollar algo, Tesla, gracias a su mejor formación teórica, podía desarrollar toda la teoría en su cabeza y luego fabricar un prototipo que, generalmente, funcionaba bien. 



Poco conocido es también que Tesla vivió la mayor parte de su vida con perennes estrecheces económicas y que podía haberse evitado esto si no hubiera rechazado los royalties que la compañía Westinghouse le debía por la utilización de las patentes sobre la corriente continua. Tesla tenía un contrato por el que recibía una cantidad por cada caballo de potencia generado utilizando sus métodos, pero la progresión fue tal y tan rápica que la compañía no podía pagarle sin riesgo a desaparecer. Una vez que Westinghouse le explicó esto, Tesla rompió su contrato delante de él y renunció a estos derechos.

Este revival Tesla que tenemos desde un tiempo a esta parte (hasta David Bowie le encarnó en la gran pantalla, en la película El truco final), llega también a la política. Nacido en Smiljan, en la actual Croacia, los croatas lo reclaman como suyo. Ciudadano del imperio austrohúngaro por aquel entonces, él se consideraba serbio, pues serbios eran sus orígenes. Más adelante obtuvo la ciudadanía estadounidense, de la que se mantuvo orgulloso hasta el fín de sus días. 

Murió a la avanzada edad de 86 años y tras su muerte se produjeron ciertas teorías conspiranoicas sobre sus papeles. Se dijo que el gobierno estadounidense los retiró y ocultó... En vida, su nombre se relacionó con el evento Tunguska... estaba también obsesionado con comunicarse con civilizaciones extraterrestres y en algunos medios sensacionalistas se especulaba con que en realidad viniera del planeta Venus... Locuras...

Bobina de Tesla en acción


He llegado aquí y me he dado cuenta que apenas he hablado del libro. Bueno... no está mal, pero es un poco aburrido en ocasiones. Lo compensa el interés del personaje, sin embargo. Por eso mismo, podemos darle un seis... Lo de recomendarlo me lo pensaré por el momento...

domingo, 16 de junio de 2013

La rosa de los vientos de Juan Antonio Cebrián

Allá por 1999 comenzaba mi proyecto fin de carrera para conseguir mi título de Ingeniería Industrial. Aquello me llevó un largo año, entregándolo y defendiéndolo finalmente en octubre de 2000. Además del desarrollo del proyecto, ese tiempo lo dediqué jugando a Baldur´s Gate (ya hablaré de ello por aquí, más adelante) y escuchar la radio de madrugada.

Digamos que mi ritmo de vida es bastante nocturno. Me cuesta mucho levantarme por las mañanas, pero aguanto muy bien por la noche, hasta altas horas de la madrugada. No es raro que durante el fin de semana me vaya a la cama a las tres o a las cuatro de la mañana. Este tiempo lo aprovecho para leer, ver películas, escribir, jugar videojuegos... Esas horas son la fuente de la que se nutre este blog. 

El año del proyecto comenzó con un horario bastante normal, pero pronto se fue alterando: me levantaba hacia el mediodía; trabajaba en el proyecto hasta la hora de comer; una horita de siesta; seguía con el proyecto hasta la hora de cenar; más proyecto; salía a buscar a mi novia (hoy esposa) que salía de trabajar a eso de la una de la mañana y la acompañaba a casa; de vuelta, seguía con el proyecto hasta las cuatro o las cinco de la mañana.

Esas horas nocturna las acompañaba escuchando la radio. Primero fue música, pero luego mi novia me comentó que había un programa en Onda Cero que hablaba de esas cosas que te gustan...

Así que probé. 



Era La rosa de los vientos de Juan Antonio Cebrián. Me encantó, tanto la forma de llevar el programa de Juan Antonio, como las secciones y los colaboradores. Había un poco de todo: historia, ufología, misterio, espionaje, cine, medio ambiente... Y qué decir de la sintonía del programa, traída de la banda sonora de El inglés que subió una colina y bajó una montaña (peli recomendable para pasar un buen rato), que ponía el cuerpo y el ánimo a tono. 

Me gustaban especialmente los Pasajes de la Historia (dramatización de diversos hechos históricos relevantes, narrados por Cebrían, con interesantes efectos sonoros, de algo así como media horita de duración), los Monográficos Zona Cero (donde los colaboradores Jesús Callejo y Carlos Canales acompañaban a Cebrián hablando de un misterio determinado, esas cosas de ufología, criaturas o fenómenos extraños), Materia Reservada (con Fernando Rueda, hablando de los servicios secretos, comenzaba con el sonido de unas piedras de hielo chocando con el vaso, y el chorrito de güisqui después), El rincón del escribano (con José Manuel Escribano hablando de cine) y las Tertulias de las cuatro C (Canales, Callejo, Cebrián y Bruno Cardeñosa).

En aquellos tiempos el programa era de domingo a jueves, de una a cuatro de la madrugada. Luego pasó a ser el sábado y domingo a la misma hora, pero este cambio ya me pilló en Madrid, trabajando. Y siempre, siempre, hacían un especial en Jueves Santo, hablando de temas y misterios específicos de la Semana Santa: la fecha exacta en que ocurrió, la Síndone, dramatización de la Pasión...



Pero en octubre de 2007, Juan Antonio Cebrián falleció víctima de un ataque al corazón fulminante. Y entonces Bruno Cardeñosa se hizo cargo del programa, que luego dejé de escuchar. No me gusta la deriva que tomó bajo el mando de este talibán del misterio, de la misma ralea que Miguel Ángel Blanco o Friker Jiménez. Del mismo modo que no se me ocurriría comprar la revista Historia de Iberia Vieja, también bajo la guía de este personaje.

No lo puedo asegurar al 100%, pero creo que Canales y Callejo ya no aparecen por allí. Mejor para ellos, digo yo.

Si podéis, tratad de recuperar los programas de esa Edad de Oro. Seguro que hay en la red cientos de fuentes de la que bajárselos




domingo, 9 de junio de 2013

In Time

Sentimientos encontrados...

¿Una buena idea cifi con el Justin Timberlake? ¿Olivia Wilde haciendo de mamá? ¿Amanda Seyfried sexy?

Voy demasiado rápido...

Bonny & Clyde, digooooo.... Sylvia & Will


In Time plantea su historia en un futuro no demasiado lejano en el que el ser humano deja de envejecer cuando cumple 25 años. Guay, ¿verdad? Pues no del todo, pues en ese momento comienza la cuenta atrás en un cronómetro digital de color verde fluorescente que llevan en un antebrazo. Ese cronómetro comienza la cuenta en 1 año y, al terminar, la persona se "desconecta". 

La gente mata por tiempo, que se ha convertido en una nueva moneda a escala mundial. Roban tiempo, trabajan por tiempo, pagan con tiempo... 

El reloj
El prota, Will Salas (el Justin), vive con su madre (Olivia Wilde, que se conserva muy bien para los cincuenta tacos que tiene) día a día. Literalmente. Cada mañana comienza un nuevo día, puede que el último de su vida, en el que debe agudizar su ingenio para obtener un poco de tiempo más que le permita vivir. Hasta el día siguiente.

Un azar del destino cruza su camino con una persona que está derrochando tiempo al invitar a rondas de bebida a todo un bar. Se lo puede permitir, porque en su reloj hay 116 años. Pero claro, en esa zona tener tanto tiempo es peligroso...

Ahí comienzan las peripecias de Will, que con todo ese tiempo no ha podido salvar a su madre (¡qué desperdicio de Olivia Wilde) y se decide a ir a la zona de los ricachones, aquellos que cuentan su tiempo por siglos. Virtualmente inmortales si no hacen una locura o sufren un accidente, viven su vida lánguidamente, viendo pasar... el tiempo. Es entonces cuando conocemos a los guardianes del tiempo (uno de ellos es Cillian Murphy), encargados de evitar los robos en el sistema.


Más peripecias y una compañera, Sylvia Weis, hija de uno de los hombres más poderosos del planeta, con una cuenta bancaria de unos cuantos eones. A partir de aquí la película se convierte en una suerte de Bonny & Clyde del futuro que me hizo perder bastante el interés.

Minutarios, los malutos
Una pena, porque me parece que hay buenas ideas. Como aquella que dice que para que unos pocos sean inmortales, muchos tienen que morir. Está claro, cómo si no se puede mantener el equilibrio del planeta. Esto se traduce en que el tiempo fluye, pero solo en un sentido. Digamos que se trasvasa de las áreas más probres a las más ricas, en las que sus habitantes lo van acumulando para su disfrute personal. 

También me gustó el principio, esa lucha por la supervivencia, por más tiempo para vivir. Y el contraste con aquellos que lo han tenido todo, que han vivido más de cien años y, en cierto modo, están ya cansados y tienen que buscar nuevos alicientes en la vida. Como una sociedad pujante que busca progresar frente a otra, decadente, que solo desea mantenerse como está. 

¿Y el Justin? Pues bastante correcto, para mi sorpresa. No lo hace mal y te olvidas que es un ¿cantante? pop con ínfulas...

Para mí es un seis, un poco por debajo de lo que puntúa en imdb.

miércoles, 5 de junio de 2013

Flores para Algernon

Había oído hablar de este clásico de la ciencia ficción, mucho y bien, pero no había tenido ocasión de leerlo hasta ahora. Vaya por delante que mi experiencia con la ci-fi, fuera de Asimov, se reduce bastante y que quizá por eso mis gustos estén condicionados a lo más habitual.

Flores para Algernon, de Daniel Keyes, fue primero una novela corta publicada en 1959 que luego el propio autor decidió alargar, publicándose de nuevo en 1966. En su versión corta, fue premio Hugo de 1960. La versión larga, por su parte, fue premio Nebula. Palabras mayores.

Primera edición (Fuente: Wikipedia)


Cuenta la historia de Charlie Gordon, un joven de 32 años, retrasado intelectual, que es seleccionado para ser sujeto de un experimento médico indicado para aumentar la capacidad de personas como él. La ilusión de volverse listo, aprender y ser aceptado por la sociedad como uno más, es la mayor de sus motivaciones.

Antes de seguir leyendo, quedas advertido de que es difícil hablar de la historia sin dar suficientes pistas para saber por dónde va a ir la cosa.  A partir de aquí, sigue bajo tu responsabilidad. Luego no digas que no te he avisado.

El libro está escrito en forma de diario, en el que Charlie nos va contando sus progresos y sus vivencias. Es original y ayuda al lector a identificarse con el protagonista. Si además el estilo con el que redacta se adapta al supuesto nivel intelectual de Charlie, tenemos un collage ciertamente interesante.

No contaré mucho de la historia, más allá que Charlie se va dando cuenta de cómo eran de verdad los que suponía sus amigos al tiempo que se nos van monstrando escenas de su infancia y la relación con sus padres y su hermana. Es en estas escenas donde nos encontramos momentos que directamente encogen el corazón, tanto por su crudeza como por, en ocasiones, su ternura.

La personalidad de Charlie es bastante curiosa. Vemos también ese anhelo permanente por encajar en su entorno, las dificultades que encuentra para ello y esa falta de cariño a la que se ha tenido que acostumbrar. A la larga, la frustración se va adueñando de él. No va a ser feliz, ni mucho menos.

El último tercio del texto, más o menos, se hace duro de leer. El desenlace, aunque no lo cuente aquí, es bastante previsible. De llegar a enemistarte con Charlie por la forma en que trata a la gente una vez operado y "en perfecto estado de revista", pasaremos a sufrir con él y por él.

El final, muy tierno, cierra perfectamente el círculo.

No he hablado de Algernon. Es el ratón de laboratorio con el que al inicio del experimento comparan a Charlie y, en muchos sentidos, su único amigo de verdad. Al morir Algernon, Charlie lo entierra en el patio trasero del bloque donde vive, llevando flores a su tumba.

Llama la atención la forma de tratar el estado de represión sexual en el que se encuentra Charlie. No hay que olvidar que el cuento corto se escribió a finales de los cincuenta. Es por eso que en bastantes ocasiones el libro ha sido censurado (wikipedia dixit).

No me ha defraudado, aunque para ser sinceros he leído relatos que me han gustado más. Pero sin duda es una muestra de la buena ciencia ficción que se escribía en los buenos viejos tiempos.

No puedo menos que darle un ocho, con perspectiva positiva.