domingo, 30 de julio de 2023

Obi-wan Kenobi (T1)

Parece mentira cómo ha progresado el personaje de Obi-wan Kenobi desde la trilogía original de Lucas hasta nuestros días. Ha ido ganando protagonismo con cada nuevo producto en que aparece, desde los Episodios I, II y III y pasando por las diferentes series de animación en las que aparece. 

Sin desmerecer a sir Alec Guinness, podemos decir que la popularidad del personaje ha venido de la mano de quien le ha encarnado más veces: Ewan McGregor, que ha sido capaz de darle los matices para hacer que el ascético maestro del joven Luke se convierta en uno de los personajes con más seguidores del gigantesco universo de Star Wars. 

 

Por fin, unos cuantos años más tarde de los que sin duda merece, el personaje tiene una ocasión de lucirse en solitario con una miniserie de seis episodios producida por Disney. Me parece, no obstante, que ese tiempo de más que se ha esperado, le ha venido genial a la apariencia del personaje, con un McGregor de mediana edad que encaja como un guante y sin necesidad de envejecer mediante maquillaje o efectos digitales. 

Ya he nombrado varias veces a Ewan McGregor y es que creo que no se podrá discutir que es lo mejor de la serie, de lejos. Se nota que lo pasa bien con el personaje y esa alegría con la que lo encarna se transmite al espectador. Y esa madurez le sienta genial. 

Seis episodios no son demasiados, la verdad. Esta nueva moda de miniseries que rondan los seis, ocho o diez capítulos, a veces no salen bien porque se tarda demasiado tiempo en el planteamiento y luego no hay metraje suficiente para el desarrollo y llegar a un desenlace satisfactorio que enganche para una hipotética segunda temporada. 

 

 

En Obi-wan Kenobi a lo mejor le hubieran venido bien un par de capítulos más, pero aún así consigue un planteamiento, nudo y desenlace bastante bien hilvanados. Somos así testigos de cómo Obi-wan se encuentra escondido en Tatooine, ganándose la vida mientras permanece cerca del hijo de Padmé y Anakin, hasta que los tentáculos del Imperio se intentan enroscar alrededor de ambos en la forma de Inquisidores, cazadores de jedis. 

El propio Obi-wan sufre un desarrollo bastante interesante como personaje, desde su apatía inicial y rechazo a ponerse en riesgo actuando de forma abierta como un caballero jedi hasta que, un poco empujado por las circunstancias y otro poco por la fuerza de su credo, toma de nuevo en sus manos las riendas de sus acciones y su futuro, con un momento climático en forma de duelo contra Darth Vader que es de los mejores que hemos visto entre ambos personajes. 

 

 

Ha habido bastante polémica con el personaje de Leia Organa, llegando a niveles tóxicos respecto a la niña que la encarna, algo que por supuesto es del todo intolerable. Habiendo visto la serie, estoy de acuerdo en que el personaje es un poco cargante, pero es algo que ocurre bastante a menudo cuando veo en series o películas niños sabiondos que actúan como adultos. El doblaje, como también es bastante habitual en estos casos, no ayuda. Además del rechazo que produce el personaje, tampoco veo muy claro la necesidad de relacionarla tan pronto con el general Kenobi, más allá de sentar las bases de un personaje con ansias de aventura. 

Aún con todo, la serie tiene las dosis mínimas exigibles de aventura Star Wars, espadas láser, la Fuerza, acciones encubiertas, fugas en el último momento y ese Imperio de los primeros años que a mí me parece más oscuro y opresivo todavía, preocupado y centrado en erradicar todos los restos de la República que acaba de derrocar y en especial en eliminar a todos los jedis que pueda encontrar.

Ocupa un lugar intermedio en mis preferencias. No llega a The Mandalorian (temporadas 1 y 2), pero está por encima de El libro de Boba Fett (aunque en imdb esta última cotiza a 7,2 mientras que Kenobi se queda en 7,1)

domingo, 16 de julio de 2023

Francisco Ibáñez

Hay desapariciones que son más dolorosas que otras. 

Ayer escribía en Twitter que una de las cosas  más jodidas de envejecer es ir viendo cómo tus referentes de la niñez y la adolescencia se van apagando. Esta sensación es todavía peor si se junta con la desaparición de familiares especialmente queridos. Es ley de vida, pero no deja de ser un recordatorio perenne de que ya hay más arena en la mitad de abajo del reloj que la que nos queda por encima (Marcos, nunca te perdonaré por esto). 

Con ochenta y siete años, nos deja don Francisco Ibáñez Talavera. Un nombre como muchos, pero si nos quedamos con el primer apellido, resulta que nos ha dejado Ibáñez. Sí, el de Mortadelo y Filemón, Rompetechos, el botones Sacarino, 13 rue del Percebe, Pepe Gotera y Otilio, Chicha Tato y Clodoveo... Personajes que me han acompañado desde que era un niño de, no sé muy bien, quizás cuatro o cinco años, hasta ahora que voy a cumplir cincuenta.  

 

 

Es lo bueno de tener un hermano diez años mayor. Todo te lo filtra y te lo suministra ya probado, así que resulta más fácil determinar lo que es bueno de la morralla. Porque hay mucha morralla y demasiado poco tiempo. 

Ibáñez no era morralla. Era la repera. 

Con sus personajes aprendí a leer. Compraba los tebeos de la colección OLÉ en el diminuto quiosco de Marcelino, en la esquina de Aguado. Y cuando caía enfermo con fiebre y no podía ir a la cita semanal para comprar Gigantes, mandaba a mi padre a por lar revista y Marcelino le daba un Mortadelo para mí. 

Eran tiempos, no sé si mejores, pero felices. 

No es que ahora no sea feliz. Tengo mucha suerte y la vida me sonríe, pero no puedo evitar mirar hacia atrás con nostalgia. Una vida sin responsabilidades, una vida para disfrutar de las pequeñas cosas, como los tebeos de Mortadelo y Filemón. 

 

Cuando acumulaba unas cuantas pesetas, me tiraba a comprar un Súper Humor. Aquello eran palabras mayores, juntando cuatro o cinco álbumes en un tomo de tapa dura. Un lujo para un chavalín como yo. 

Más tarde, cuando los azares del destino me llevaron a vivir a Madrid casi cinco años, a principios de este siglo, íbamos a hacer la compra al Carrefour. Una buena temporada me encontraba con ofertas de mortadelos a solo un euro. ¿El truco? Tenían una tara en la tinta que manchaba los bordes de las páginas. No me importaba, compraba a puñados con una lista que llevaba doblada en el bolsillo tachando los que ya tenía. Conseguí así hacerme con más de la mitad de los álbumes que se habían publicado por aquella época.  

Confieso que en los últimos quince años o así me separé bastante del autor y de los personajes. Un giro en el dibujo y en los guiones que los hacían demasiado dependientes de la actualidad social y política. Te echabas unas risas, como siempre, pero los chistes no eran tan intemporales como los que te encuentras en los números más clásicos. 

Todo eso da igual. Mortadelo y Filemón, siempre han estado ahí. Como Astérix y Obélix. Como Conan, el bárbaro. Esperando a que coja un álbum, el que sea, lo ojee y, sin poder evitarlo, me quede enganchado en la historia, las viñetas disparatadas y los chistes y ripios de sus diálogos. 

Nos ha dejado Ibáñez y el mundo es hoy un lugar un poquito peor que ayer.

domingo, 9 de julio de 2023

The Batman

Si hace unos días comentaba que Dune tiene innumerables adaptaciones, Batman no se queda atrás, siendo ya un buen puñado de actores los que se han puesto el traje del murciélago de Gotham. 

The Batman es una película bastante curiosa en todos los sentidos, empezando por la elección del protagonista. No se me hubiera ocurrido en la vida que Robert Pattinson pudiera ser el justiciero de la Distinguida Competencia. Prejuicios, supongo, de haberle visto en la infame serie de Crepúsculo a pesar de que el muchacho lleva unos cuantos años trabajando para distanciarse de aquello y participando en películas de diverso pelaje, con solvencia y versatilidad. Incluso da una solución bastante apañada a la presencia del personaje, la percha, con la inestimable colaboración del diseño de la armadura.


Luego está la estética, diferente de lo que hemos visto hasta ahora. Lejos del colorido de las peliculas de los ochenta y noventa. Lejos del aura científico tecnológica de la trilogía de Nolan. Lejos incluso del personaje más crepuscular construido por el no menos sorprendente Ben Affleck. 

The Batman es bastante más sucia. La película nos lleva a visitar los lugares más sórdidos de la ciudad, que vuelve a tener una presencia esencial en la ambientación, como lo fue en anteriores adaptaciones, dándole un añadido de ambientación. En este sentido, The Batman se parece en cierto modo a la serie Gotham

No hay película del murciélago que no tenga una adecuada selección de antagonistas. En este caso, El Pingüino (irreconocible Colin Farrel) y el mafioso Carmine Falcone (John Turturro, siempre solvente). Pero ambos son eclipsados por Catwoman y la relación de amor y odio con Batman. Otro personaje que se reinicia, encargado por Zoe Kravitz, y a la que se construye una tapadera algo distinta a lo que estamos acostumbrados.  

Un peinado cuestionable, señor Wayne

 

Y finalmente Alfred. Esa especie de padre adoptivo, niñera y enfermera que cuida el cuerpo y la mente maltratados de Bruce Wayne. Andy Serkis le presta su interpretación, siempre interesante y particular.

Sin embargo, aunque en apariencia The Batman debería ser una película que no está nada mal, no he sido capaz de conectar con ella. Me ha parecido demasiado larga y en tramos me he aburrido. No hay conexión con los personajes, ni siquiera con Batman. Hay fases en las que no he dejado de mirar el reloj y parecía que la aguja no se movía. Es que son casi tres horas de película y a mí me sobran fácilmente media hora o cuarenta minutos. 

Pero, cosa curiosa, cotiza en imdb con un más que respetable 7,8. No solo eso, hay no pocas voces que dicen que estamos ante la película del murciélago de más calidad, de siempre. Está claro que aquí mis opciones difieren bastante de la mayoría. 

 


 

Una pena que el caos de DC parece que se ha llevado por delante este reinicio y los asociados, con la película de Catwoman en solitario que se decía que ya estaba rodada. Cómo sería, dirán unos, para que el estudio prefiera echarla al cajón de la basura antes que estrenarla. Supongo que minimizarán pérdidas, ahorrándose el dineral de la distribuición y la promoción. 

Pues eso, una aproximación diferente y curiosa, pero que no me acaba de convencer.

domingo, 2 de julio de 2023

Dune parte 1

Dune está de moda. O a lo mejor es que nunca ha dejado de estarlo, que siempre ha estado latente en el subconsciente friki. En cualquier caso, lo de estos años está siendo superlativo: juego de rol, juego de mesa y nueva serie de películas. La casa por la ventana. 

Resulta extraño hablar de una película de la que solo se ha visto la primera parte, pero es lo que hay. Ya no se trata solo de que las películas desarrollen arcos argumentales, sino que ya vienen por capítulos. Entendible, porque Dune, la novela, es un tocho de cuidado, un ladrillo infumable que solo soporto en pequeñas dosis. 

No ha dejado de maravillarme la legión de seguidores que tiene la saga. Yo he leído varios libros, además del primero, pero lo tuve que dejar al ser el siguiente peor que el anterior, más plúmbeo, más pesado, con una sensación de no llegar a ninguna parte y de gastar páginas y páginas de papel sin más objetivo que hacerlo porque sí. 

 

La de Villeneuve y Chalament
 

He visto al menos dos adaptaciones de la novela original: la de David Lynch, interesante porque en aquella época la ciencia ficción estaba marcando un hito tras otro en el cine y que resulta bastante peculiar y entretenida, y otra de la que solo recuerdo que era una miniserie orientada a la televisión y que resultó ser bastante frustrante. 

La adaptación de Dennis Villeneuve se nota que ha llegado en un momento adecuado. Supongo que el presupuesto debe estar a la altura del elenco de actores seleccionado, lleno de actores veteranos de elevado caché y de estrellas emergentes que también se llevan lo suyo. 

Toma de inicio una buena decisión, que consiste en dividir el tocho en trozos más pequeños para hacérselo tragar a los espectadores. Dosis más pequeñas suelen ser más digeribles. De esta forma conseguirá, espero, el suficiente grado de fidelidad a la obra original sin tener que atropellarse. De todos modos, tampoco andará con prisa gracias a las casi dos horas y media de metraje que tiene esta primera parte. 

 

Ojos azules de especia

El problema de Dune parte 1 es la de todas las primeras partes que no están pensadas de forma que sean autoncoclusivas: la sensación un poco ni fú ni fá del final, la falta de un clímax como tal. Suelen tener que "inventárselo" e ir aumentando esa sensación de forma artificial. En este caso, la llegada de Paul Atreides y su madre, Dama Jessica, al refugio de los fremen y el combate singular para ser aceptados en la comunidad. 

El camino hasta llegar aquí es bastante previsible, por otra parte, y fiel a la obra original. Poco al respecto hay que decir aquí, así como poca originalidad, aunque supongo que será bastante difícil hacer algo diferente al hablar de una obra que ha sido tantas veces visitada.

Miniserie olvidada
 

Tenemos una presentación de los personajes, algunos de los cuales nos dejarán bastante pronto. La fidelidad y pulcritud de los Atreides a la decadencia nauseabunda de los Harkonnen. Tenemos también una presentación del entorno, que se convierte en un protagonista más, desde la lluvia continua de Caladan, el planeta capital de la Casa Atreides, hasta el eterno desierto de Arrakis. Honor y traición. Contrastes. 

Veremos también fogonazos de información de la sociedad imperial, de las Bene Gesserit y su plan genético que llevará, de una forma u otra, a la gestación de un mesías destinado a gobernar la galaxia. Los sardaukar, las legiones del Emperador ante las que toda resistencia es inútil.

El resultado global es una cinta aseada, profesional en todos los niveles desde la dirección hasta la interpretación, que actúa de larga introducción. 

 

La de Lynch
 

Pero, a pesar de todo lo anterior, no puedo dejar de sacudirme la sensación de que se trata de una historia sin alma. Me sigue pasando desde hace décadas, desde la primera vez que ví la película de Lynch o que leí la novela original. Pasan las páginas, pasan los minutos, pero no me llegan. Y en esta película tampoco ayuda tener a Timothee Chalament, un actor con el que no conecto. 

Dune parte 1 cotiza a un más que respetable 8 en imdb. Excesivo para mí, aunque reconozca que la película me pareció entretenida. A lo mejor es más por lo que promete que por lo que ofrece. O porque la base de aficionados a la saga es mayor de lo que se piensa, y más fanática también.

¿Veré la segunda parte? Por supuesto. Sin demasiadas expectativas. Tampoco es que Villeneuve sea un director que me apasione.