domingo, 22 de enero de 2017

Escuadrón Rogue One

Las pasadas Navidades hicimos lo que va camino de convertirse en una costumbre: el visionado con un grupo de amigos de lo último de Star Wars que, en este caso, es Escuadrón Rogue One

O sea, algo entre el Episodio III y el Episodio IV, con el Imperio ya consolidado y el bueno de Darth Vader como mastín del Emperador. Pero, a pesar de todo y de que las apuestas parecen en contra, no todo el mundo olvida lo que fue una República Galáctica y está dispuesto a luchar por la justicia y la libertad. Como el ingeniero Galen Erso, que para evitar que su talento sea utilizado por el Imperio, desaparece en un planeta escondido en lo más recóndito de la galaxia junto a su mujer y a su pequeña hija Jyn.  

No, la prota no me convence


Lo que no sabe Erso es que los tentáculos del Imperio llegan a todas partes, pero lo sabrá cuando su antiguo amigo Orson Krennic, al mando de un pelotón imperial, da con su paradero y le convence para colaborar en la construcción del arma definitiva... 

Luego de un salto temporal hacia delante, en el que la pequeña Jyn no es tan pequeña y ha desarrollado una mala leche que se deja ver en un rostro de permanente enfado, empieza el meollo de la cuestión: Erso ha creado y escondido un punto débil en la construcción de la Estrella de la Muerte (¡qué otra arma pudiera ser, si no, sabiendo de la obsesión del Imperio con estas cosas!) y lo ha codificado en un mensaje que entrega a un piloto imperial renegado, con la esperanza de hacerlo llegar a la Alianza Rebelde.

No tengo claro cómo Jyn Erso se ve envuelta en el fregado, pero la encontramos junto a un grupo variopinto de personajes y de soldados de la rebelión que se enfrentan a una misión suicida para poder hacerse con los datos y transmitirlos a la flota. 

Destructores estelares, AT-AT, cazas TIE, alas-X... a elegir


A partir de ahí tenemos lo mismo a lo que nos han habituado: destructores estelares, cruceros mon-calamari, cazas TIE imperiales, alas-X rebeldes, láseres de colores cruzando el espacio y explosiones ruidosas.. hasta el densenlace final que, hay que decirlo, me resulta valiente. Porque pocas veces una misión suicida termina en la pantalla como se supone que debe terminar una misión suicida.

Sin embargo, Escuadrón Rogue One no es del todo satisfactoria. Vale que fui con prejuicios después de leer que habían tenido que reescribir gran parte del guión y de que un par de amigos me dijeran que no era nada del otro mundo. Vale que es difícil mantener la tensión cuando te están contando una historia que más o menos ya sabes cómo va a terminar. Vale que es verdad que los personajes de las nuevas entregas no son, ni mucho menos, tan carismáticos como los clásicos (de ahí que tengan que tirar de CGI para resucitar a algunos, o que el momento en el que sale Darth Vader sea uno de los mejores de la película). 

Vale, y ahora ponemos el tapón. Con mucho cuidado...


Vale todo eso, pero la encuentro una peli larga para lo que cuenta. Y aunque hacia la mitad levanta el vuelo, le cuesta despegar y se hace un pelín pesada. Pero por lo menos es algo original y no un refrito como el Episodio VII es del Episodio IV. 

Aún así, un bien.


miércoles, 4 de enero de 2017

400

Más chulo que Leónidas, que solo llevó a trescientos espartanos a las Termópilas. ¡Au, au, au!

Esta es la entrada que hace el número 400 de esta bitácora, que empezó allá por abril de 2009. Casi siete años  de hablar de las cosas que me gustan. También de las que no me gustan. Y unos cuantos relatos que han caído y que espero hayan gustado. 

Parece que la cosa goza de buena salud. La verdad sea dicha, nunca pensé que esto iba a durar tanto tiempo y que se acumularían casi treinta mil visitas, muchas de las cuales ni siquiera sé de dónde vienen. 

Todavía quedan muchas cosas por contar, así que espero dar bastante guerra en el corto y medio plazo. A pesar de que en este año no he podido seguir el ritmo de entradas de los anteriores, también espero remontar en el futuro. No me gustaría que esta fuera una bitácora más, un ejemplo más de aquella campana de Gauss de la que hablaba hace unos cuantos años.Y, aunque ahora mismo, echando un vistazo al número anual de entradas, estaríamos hablando claramente de una distribución de ese tipo, quiero pensar que es un tema coyuntural y que a medida que Noelia vaya creciendo y requiriendo menor atención, yo tendré más tiempo libre y podré, al menos, escribir una entrada a la semana. 

Pues eso, gracias por leer.