martes, 31 de diciembre de 2013

Juego de Tronos (T3)

Me toca ahora hablar algo de la adaptación de las novelas de George Martin a la televisión, con la tercera temporada de Juego de Tronos.

Lo primero que me viene a la cabeza es alabar la valentía de la serie. No temen adaptar los sucesos más tremendos de los libros, aún a pesar de que no se estila eso de pasar la cuchilla y segar personajes de ese calibre con tal frecuencia. 

Esta tercera temporada quedará marcada por el espectacular noveno episodio: 3.09 Las lluvias de Castamere. Espectacular por lo que se dio en llamar la boda roja. Tremendo. 

Ya lo había leído, por supuesto. Recuerdo que vivía en Madrid y que estaba, como de costumbre, leyendo un rato antes de echar una siestecita, cuando llegué al capítulo en cuestión. Flipé. Y cuando me repuse, pillé tal cabreo que tiré el libro y no lo cogí en unos cuantos días. 

Este tío es el p... amo

Digo, pues, que ya sabía lo que me iba a encontrar. Pero aún así la adaptación a imágenes es brutal. Mejor de lo que me esperaba, de echo hecho (¡ups!)

Las reacciones no se hicieron esperar y HBO perdió unos cuantos abonados que se dieron de baja después de ver el capítulo. Los videos con las reacciones más dispares circulan por la red, pero no las voy a enlazar aquí por aquello de los spoilers. Tendréis que buscarlas en google / youtube.

Por lo demás, la temporada es bastante tranquila. Lo que más me gusta es la profundización en el personaje del matarreyes, Jeimi Lannister (que ya ocurría en los libros, por cierto), mucho más rico en matices y que se convierte, mal que me pese, en un personaje de los más atractivos. 

La historia de Jon Nieve es un poco de transición, esperando que lleguen tiempos mejores.

No sabes nada, Jon Nieve


Y ver a Daenerys / Emilia Clarke, resulta una delicia. Parece ingenua, parece una idealista, pero se las da con queso a los esclavistas que se encuentra. Mola y además es guapa. 

Y me gusta también el caballero de la Cebolla, el ex-contrabandista Davos Seaworth. A pesar de que quiere pasar por pragmático, resulta ser un idealista que no duda en enfrentarse a su rey, el inflexible Stannis Baratheon, por lo que cree justo. 

Brienne de Tarth, o el poder del maquillaje


De todas las decisiones de la temporada, la que menos entiendo es por qué programar el clímax (la boda roja) en el penúltimo capítulo de la temporada. A partir de ahí, solo puedes ir hacia abajo. No sé, yo no lo habría hecho así...

Pues eso, que la temporada, aunque solo sea por el capítulo 3.09, se merece un ocho. Ardo en deseos de ver la cuarta temporada.

¡Ah! Joffrey, eres un crío odioso.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Vikingos (T1)

Pues me he tragado toda la primera temporada de la serie Vikingos (tampoco son tantos, 9 capítulos de nada), del sello Canal Historia. 

Lo primero que me viene a la cabeza es que Canal Historia ya no es lo que era. Recuerdo hace ya bastantes años, cuando vivía en casa de mis padres y comenzaba la historia esta de Telecable, que el Canal Historia estaba plagado de grandes documentales de... Historia, claro. Pero hoy, ya en mi casa y de nuevo con Telecable tras un larguísimo paréntesis, la historia ha perdido la mayúscula del inicio y ha ganado en alienígenas, hasta el punto de que parece que todo lo que ha habido alguna vez de llamativo sobre la faz de la Tierra tiene algo que ver con civilizaciones extraterrestres superavanzadas. Una pena, vamos.

Volviendo al tema de esta entrada, la serie cuenta la historia de Ragnar Lodbrok, un visionario vikingo de lo que parece Suecia en el siglo VIII, vasallo del conde (Jarl) Haraldson. Descontento con éste porque cada año dirige sus barcos a saquear las pobres tierras de Oriente, y habiendo oido fantabulosas historias de las riquezas que se encuentran en Occidente, decide fletar por su cuenta un barco hasta llegar a la antigua Inglaterra. Más en concreto al reino de Northumbria y al monasterio de Lindisfarne, de donde se trae grandes riquezas y un esclavo, el monje Athelstan. Y luego pasan más cosas que no contaré aquí porque para eso está la serie, para verla.

Ragnar y Lagertha
Sí comentaré que es interesante desde el punto de vista de la sociedad nórdica, que vemos con los ojos de Athelstan según va descubriendo el nuevo mundo que se abre ante él. Somos testigos de lo taimados que son en sus negociaciones, tanto entre ellos como, sobre todo, con los extranjeros. Vemos también lo extraño de sus tácticas de combate y el aparente desapego a la vida que tienen, lo que se traduce en una ferocidad en la lucha que desborda a sus enemigos. O vemos también el papel que el destino y sus dioses tienen en sus vidas. 

Quizá lo mejor de todo sean los personajes, empezando por el protagonista absoluto, Ragnar Lodbrok (el desconocido Travis Fimmel), con unos ojos azules como el hielo y un aire canalla que le va bastante bien. Luego está su mujer Lagertha la Escudera, su hijo Björn y su hermano Rollo, que veremos si aguanta bien ser eclipsado continuamente por su hermano. El conde Haraldson (Gabriel Byrne) es el hombre más poderoso del condado, pero también el más preocupado por mantener su estatus. Menos mal que tiene a su esposa Siggy para darle consejo. Y luego está, claro, Athelstan, que poco a poco se moverá como pez en el agua por las procelosas aguas nórdicas.


Escudos redondos, hachas danesas...

Como curiosidad, tenemos al actor Vladimir Kulich en un papel muy secundario. Vladimir era el Buliwyf de El guerrero número trece

Otra curiosidad, Ragnar Lodbrok es un personaje semimítico de la historia, más conocido por ser el padre del Ivar sin huesos que se enfrentó al rey Alfredo el Grande de Wessex en el siglo IX. Curiosidad que lleva a otra, porque Ivar fue el personaje de Kirk Douglas en la película Los vikingos, aunque con el nombre de Einar. 

Un exceso de sangre es la tónica de los combates


Curiosidades aparte, la serie cumple pero sin alardes. El tema me interesa mucho, así que por eso la he visto entera y seguramente veré la segunda temporada. Pero no sé yo si a quien no le interse la historia de las invasiones vikingas le gustará...

Yo le doy un seis. Los usuarios de imdb le dan un 8,5, que me parece demasiado.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Un país al paroxismo

Vuelvo después de unos cuantos -bastantes- días de inactividad en el blog y con una lista de asuntos pedientes que quiero comentar por aquí. Pero es que hoy se cumplen también treinta añazos de aquel famos partido España - Malta, clasificatorio para la Eurocopa de fútbol de Francia ´84. 

Es una de esas cosas que no se olvidan nunca. Yo no he sido nunca un gran aficionado al fútbol, la verdad, pero aquella tarde-noche de diciembre me puse frente al televisor  y a mis diez añitos fui testigo de la machada épica. 

La historia es por todos conocida. España debía ganar a Malta en el último partido. Eso nadie dudaba que iba a pasar. Lo que era más difícil era que se consiguiera por una diferencia de once goles que haría a España clasificarse por delante de Holanda (que tampoco era gran cosa por aquel entonces). 

Y así empezaron a jugar los españolitos. Nombres míticos de nuestro fútbol como Paco Buyo (en la portería en lugar del gran Arconada, no recuerdo muy bien por qué), Víctor, Gordillo, Maceda, Carrasco, Señor, Santillana, Maceda... Nombres que nos han acompañado durante nuestros años mozos. 

La primera parte terminó con el resultado de 3-1 y la sensación de que aquello no iba a ser posible, pero luego...



Recuerdo como el primer día la voz quebrada del no menos mítico José Ángel de la Casa retransmitiendo el último gol, el de Juan Señor, el que nos metía de cabeza en la Eurocopa, y todavía se me pone la piel de gallina.

Ahora estamos mucho más acostumbrados a las glorias deportivas de nuestros representantes. Hemos sido campeones mundiales, olímpicos o europeos en todos los deportes mayoritarios: fútbol, baloncesto, balonmano, waterpolo... tanto en categoría masculina como femenina. Disfrutamos de fenómenos como Gasol, Nadal o Fernando Alonso. Estamos en la cresta de la ola.

Pero en los primeros años de la década de los ochenta, la cosa era bastante distinta. El mundial de fútbol, celebrado el año anterior en nuestro país, se había saldado con un fracaso desmoralizador. Solo Seve Ballesteros o Ángel Nieto eran deportistas de escala mundial en sus respectivos deportes. Conseguir medalla en unos Juegos Olímpicos era poco más que utópico...

Y, lo peor de todo, es que la situación del país era bastante peliaguda. El terrorismo de ETA en su máxima expresión. Apenas habían pasado dos años del golpe de estado del 23-F y el PSOE llevaba un añito en el poder. Paro galopante. Inflación de dos dígitos anuales. Depreciaciones continuas de la peseta. Reconversión brutal en el sector naval, la minería y la metalurgia pesada... Pocas alegrías había por aquellos días, aunque la inocencia de mis diez años hiciera que no fuera consciente plenamente de lo que sucedía a mi alrededor.

Por eso, hoy va mi recuerdo a once chavales en pantalón corto que, persiguiendo una pelota, consiguieron hacer feliz a todo un país.




domingo, 8 de diciembre de 2013

Super 8

Ya tenía ganas de ver esta peli de JJ Abrams y Steven Spielberg: Las críticas que había leído eran francamente positivas y todas giraban más o menos sobre lo mismo: que Super 8 era una vuelta al cine de aventuras de los años ochenta, como Los Goonies, por ejemplo.

Así que el viernes me puse delante de la pantalla, sintonicé La Sexta y me dispuse a disfrutar... 



En líneas generales, no me defraudó. La historia de unos chavales que quieren hacer una película de zombies y que, mientras graban, son testigos de un espectacular accidente de tren que desencadena una serie de acontecimientos inesperados, engancha desde el minuto uno. Esa forma de ir dosificando la información, esas imágenes borrosas y disimuladas de lo que sea que está ahí fuera...

Hasta la llegada de los militares para hacerse con el control, en el más amplio sentido de la palabra, aunque suene a típico y tópico, es también muy ochentero. 

Curioso que, como casi siempre, los chicos vean con más claridad que las mentes más preclaras del ejército estadounidense y que encuentren en apenas unos minutos la información y los papeles que los militares están buscando desde hace media película. Aceptaremos barco, como animal acuático, en aras del divertimento familiar. 

Pero el mayor problema de la cinta es quizá ese divertimento familiar. Como es una película para casi todos los públicos (NR7, en realidad), como los protagonistas son chavalería preadolescente, la película tiene que ser blanca. Así que todo que se ha construido durante más de una hora de explosiones, desapariciones misteriosas, militares malencarados y filofascistas... todo eso se desmorona en los últimos veinte minutos para mayor gloria de la moralina que tanto gusta en los Estados Unidos de América. 

Este final resulta entonces bastante empalagoso para lo que hemos visto y me acabó decepcionando un poco, aunque el conjunto sea notable y resulte muy entretenido.

Coincido casi con la nota de imdb. Vamos a darle un siete a JJ Abrams y Super 8






viernes, 6 de diciembre de 2013

Hasta siempre, Madiba

Es tarde, terriblemente tarde, y me caigo de sueño delante de la pantalla. Pero antes de irme a la cama tengo que escribir esta entrada, con lágrimas en los ojos.

Ha muerto Nelson Mandela, Madiba. Ya llevaba varios meses con una precaria salud. Simplemente su vida se ha ido apagando, no en vano había cumplido ya los 95 años. Una edad venerable que ha conseguido alcanzar a pesar de los largos años pasados en prisión, en condiciones difíciles.

¿Por qué escribo ahora, y no lo dejo para mañana?

La respuesta es simple: hay personas que no deberían morir nunca. Personas que hacen que uno vuelva a tener fe en un género humano capaz tanto de las acciones más atroces como de las más elevadas muestras de heroísmo. 

Mandela, con su sencillez, su honestidad y su perenne sonrisa, es una de ellas. 

Por eso, porque su memoria merece todo esto y más. ¿Qué son cinco minutos de mi tiempo comparado con la magnitud de toda una vida dedicada a la lucha social?

Deja ahora a un país, Sudáfrica, huérfano. Pero sin duda con él ha muerto un poquito de cada uno de nosotros.


INVICTUS (William Ernest Henley)
Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.




Osiyeza (The crossing), el bueno de Johnny Clegg



No hay palabras para honrarte