domingo, 23 de febrero de 2014

Homeland (T3)

Decepción, es la palabra que resume toda la tercera temporada de Homeland.

Después de una primera temporada que resultó espectacular y una segunda que sostuvo el tono sobresaliente con algo más que dignidad, aparece una tercera temporada bastante más que mediocre. No en vano no consiguió siquiera una nominación a los Globos de Oro. Sintomático.

Continúa la historia de Carrie y Brody, ahora separados durante más del 70% del metraje. La serie da más peso a personajes como Saúl y Quinn, pero no es suficiente. Incluso el hilo argumental secundario en que se ha convertido la familia de Brody resulta insustancial, innecesario y prescindible. 

Ojo, no es que la serie se haya vuelto insufrible de repente. Es que, quizás, se junte el hecho de que la historia no daba para más con que se ha perdido el efecto sorpresa y la audiencia tampoco está para perder el tiempo. Por eso, aunque la tercera temporada sea decente, al no llegar a los niveles anteriores se está mandando al espectador un mensaje de agotamiento que suele preceder a la cancelación.

Esto no pinta nada bien, Saúl


Ni siquiera ese último capítulo en el que vuelve a ofrecerse un gancho para la siguiente temporada parece que será suficiente. La cuesta abajo parece haber empezado y no sabemos si tendrá fin.

A mí me ha costado bastante verla. Avisado como estaba, vi los cinco primeros capítulos en un fin de semana y me dije: "bueno, tampoco está tan mal". La verdad es que el giro que se dio a la trama prometía. Pero tardé dos meses o así en ver el resto, más por no dejar las cosas a la mitad que por verdadero interés. 

Llama a Carrie

Luego, hay cosas con las que no puedo:

  • La permanente cara de histérica de Carrie (Claire Danes), con los ojos desorbitados, la boca de buzón y el moco a punto de caerse. He llegado a odiar al personaje.
  • La hija de Brody, con la ceja levantada en gesto de eterna perplejidad.
  • La cara de pasmao de Brody, se me hace un poquito cargante también.
Además, los rumores que indican que los protagonistas no se tragan, hacen ser bastante pesimistas respecto al desarrollo futuro de la serie.

Bueno, fue bonito mientras duró. Para esta temporada no puedo darme más de un seis



sábado, 15 de febrero de 2014

XI Certamen Teseo

Hace unos días que se han hecho públicos los resultados del XI Certamen Teseo. Los que sois asiduos por aquí, ya sabéis que es un concurso que se celebra entre los pobladores de El Multiverso (elmultiverso.com) en el que hay que responder una pregunta lanzada por el organizador (que es el ganador de la edición anterior) con un relato de menos de 500 palabras.

La pregunta de esta edición era ¿QUÉ ESCONDES?

La web estaba pasando por lo que quizá era el momento más bajo desde que ando por allí, y los inicios del certamen siguieron la misma línea. Tras ampliar por tres veces el plazo de admisión de relatos, se juntaron catorce obritas que pugnaban por el honor de organizar el Teseo XII. 

El ganador, por tercera vez, Invierno, con una versión cifi del caballo de Troya que aunaba originalidad y sentido del humor. Como es habitual, le cayó un puñado de puntos de mi parte (como es también habitual, me cayeron unos cuantos puntos de su parte). Es un tío que escribe tan bien como me gustaría hacerlo a mí, capaz de construir una historia con elementos cotidianos y deslizar un sentido del humor que hace subir enteros a sus relatos. 

El nivel medio fue bastante apañado. Por mi parte conseguí la mejor posición (quinta) y el mayor número de puntos (veintidós) desde que participo. Una pena que el final fuera flojito y que el relato requiriera un poquito de esfuerzo adicional por parte del lector (esto sí que era buscado). Quedé muy contento y creo que los lectores se lo pasaron bien, que es lo principal. 

Después de leerlo (ojo, he dicho después, no antes ni durante), pasaos por este enlace y quizá entendáis más cosas.

Aquí tenéis el relato:


EL SECRETO DE CÂNDIDO GODÓI

El anciano había insistido mucho en que debían venir las dos, petición que aderezó con la promesa de un buen puñado de cruzeiros a repartir.
Adriana intuía las objeciones que Patrizia sin duda opondría. No estaba acostumbrada a ganarse la vida en las calles y en su ingenuidad pensaba en un futuro próspero fuera del pueblo. Adriana, más pragmática, se centraba en sobrevivir.
Se acicaló con oficio para resaltar sus rasgos agraciados, más propios de una dama europea que de una pobre chica del Brasil de los años setenta. Ayudó además a la inexperta y monjil Patrizia a mostrarse como una joven de gran belleza, su propia imagen en un espejo.
Bajaban por la calle principal con sugerente contoneo de caderas —Adriana, sobre todo— y pechos que amenazaban con escapar de los escotes, atrayendo miradas de blancos, mulatos y negros hasta llegar a la entrada de la vivienda en la que se alojaba el anciano.
—Vamos, cariño —sonrió a su hermana— ¡Piensa en todo lo que harás con ese dinero!
 Respiró hondo, se acomodó el pelo, retocó el carmín de las dos y llamó a la puerta. Al cabo, una sirvienta de las de uniforme y cofia abrió y las precedió hasta el salón. Junto al sofá, una botella de champán puesta en hielo prometía una noche de diversión.

*****

Desde el vestidor oyó el timbre y los pasos de Gladys, la asistenta que era el recuerdo de pasados días de lujo y ostentación. Las chicas pasaron al salón y quedaron a solas, como había ordenado.
—Enseguida salgo, queridas —dijo con voz alegre que a ellas les llegó un poco ahogada por la puerta entrecerrada del vestidor—. Este viejo necesita tiempo para estar presentable.
Oyó la risa cantarina de la más descarada y la forzada de la otra. Le daba igual si fingían. Volvía a sentir esa energía electrizante largo tiempo olvidada y que, casi por casualidad, tenía la oportunidad de recuperar.
Desde que las vio juntas en el Café de Martins no pudo olvidarlas. No fue difícil atraer la atención de la golfilla. No en vano, aunque ya setentón, mantenía ese porte que daba el orgullo de saberse superior. Ser extranjero en una comunidad tan atrasada también ayudó. Y manejar dinero, claro. No se avergonzaba en absoluto de ello.
Se atusó el bigote canoso y se contempló en el espejo. El brillo de la cruz del pecho y la calavera de la gorra contrastaban con el negro del uniforme y el rojo sanguíneo del brazalete. Una sonrisa lobuna de dientes blancos iluminó su rostro y sus vivos ojos azules.
Salió del vestidor y atravesó el dormitorio hacia el salón. Al verlo aparecer así, las gemelas abrieron los ojos y ahogaron un grito con las manos, en un gesto idéntico que le proporcionó oleadas de placer.
—Podéis llamarme Josef —dijo, con sus erres arrastradas, amable.
Solo entonces vieron el maletín abierto que llevaba en sus manos, y el instrumental quirúrgico de su interior.




sábado, 8 de febrero de 2014

Panem et circenses II

Spartacus Blood and Sand fue una serie que me gustó mucho (el tristemente fallecido Andy Whitfield, Peter Mensah, Batiato y su esposa Lucrecia - Lucy Lawless - , la malvada y pérfida Ilithya...).

Una historia plagada de sexo, violencia... y honor. El honor de los gladiadores. Una historia con sentido.

A Andy Whitfield se le diagnosticó un tipo de cáncer y se dispuso a seguir el tratamiento y recuperarse, así que la productora grabó Spartacus Gods of the Arena, una precuela de cómo la casa de Batiato estaba en lo más alto, antes de la llegada del tracio que la llevaría a su desaparición... Pero Andy no lo consiguió, así que tuvieron que buscar un nuevo protagonista (Liam McIntyre). 

Pues ahí tenemos lo que hay


La cosa es que el pasado jueves me puse a ver el primer capitulo... y ya no voy a ver más. Me pasó lo que hacía mucho tiempo que no pasaba: tuve que apartar la mirada en diversas escenas, abrumado por la presencia de sangre, vísceras y violencia gratuita. Tuve que apretar el botón de fast forward demasiadas veces y se me revolvieron las tripas. 

No es suficiente la estética de 300, los cuerpos esculpidos en granito de los gladiadores, las escenas de lucha, las voluptuosas mujeres romanas... no he conectado con la serie ni con los personajes, ni... No quiero ver caras destrozadas a golpes, ni intestinos que se salen por horrendas heridas, ni salpicaduras de sangre a la cámara. No puedo.

Así que ayer mismo me deshice de todos los demás capítulos que había ido grabando. Hasta luego y gracias por el pescado, que dijo otro. 

La balanza se inclinó por no perder mi tiempo en esta serie y pasar a cosas más apetitosas (Sherlock, por ejemplo). No sé si me he precipitado, pero sinceramente, me importa un bledo. 

Así que ni siquiera voy a valorarla.


sábado, 1 de febrero de 2014

Una llama misteriosa (Berlin Noir 5)

Bernhard Gunther es ahora Carlos Hausner. En el Buenos Aires de los años cincuenta, de Perón y de Evita, nuestro antihéroe tiene que acostumbrarse a su nueva situación de refugiado y proscrito. Su ácido sentido de la vida sigue intacto, pero se intuye un cierto cansancio vital. 



No obstante, su pasado le persigue incluso más allá del Atlántico. Se produce una serie de asesinatos que rememoran otros que allá por 1932 sacudieron el Berlín pre-nazi y los últimos días de la República de Weimar.

A base de flashbacks y flashforwards, Philip Kerr hace avanzar una historia que promete mucho, que aumenta de intensidad hasta alcanzar más o menos la mitad del libro, para luego venirse abajo. 

Ya en los libros anteriores hay una cierta tendencia, más o menos acertada, de personajes famosos (algunos tristemente famosos): Heydrich, Himmler, Göring, Nebe, Eichmann... Pero en esta quinta entrega las peripecias de Gunther escalan de nivel y esto hace que se pierda verosimilitud: Perón, Evita, Mengele, oro nazi en bancos suizos, los viajes en avión que el gobierno peronista organizaba para hacer desaparecer a la oposición... Unamos a eso la historia de un campo de exterminio construido por el gobierno peronista construyó supuestamente en el norte más inalcanzable del país, diseñado por el desarrollador oficial de este tipo de instalaciones en Alemania... 

Gunther vuelve a ser engañado en esta entrega, esta vez por el gobierno de su país de acogida y abocado a un nuevo viaje. En este caso cruzar el Rio de la Plata hasta el vecino Uruguay. Un final bastante agridulce, más de lo que es habitual en esta serie.

Es una pena que lo que iba por buen camino de convertirse en una muy buena novela policiaca se convierta más en una novela de espías y de conspiraciones. Aunque entretenida, no es lo que yo esperaba.

Es la primera vez que la serie flaquea, siempre considerando lo anterior, pero el conjunto todavía es muy bueno. No obstante, tendremos qué ver lo que nos depara el sexto volumen.

Para el quinto, Una llama misteriosa, un siete.