domingo, 25 de julio de 2010

Las aventuras de Solomon Kane

He terminado la colección de relatos de Robert E. Howard agrupadas con el título Las aventuras de Solomon Kane.

Contemporáneo de nuestro amigo Lovecraft, Howard fue un autor bastante prolífico de cuentos que hoy denominaríamos Espada y Brujería. Las páginas de Weird Tales fueron caldo de cultivo para sus historias, en las que aparecen personajes como Conan (probablemente el más conocido), Solomon Kane, Kull o Bran Mak Morn. Su prematura muerte nos impidió ser testigos de su evolución como escritor y el desarrollo de sus personajes.

Esta colección de relatos es lo único que he leído de Howard aparte de los relatos de Conan agrupados en novelas y publicados hace algunos años por la editorial Martínez Roca. Y he de decir que me ha sorprendido agradablemente. Su prosa es mucho más legible que la de Lovecraft y sus historias soportan mejor el paso del tiempo. Se percibe también un cierto trabajo en fabricar una historia alternativa, con referencias a la Atlántida (cómo no, si Kull fue rey allá) y una evolución de la raza humana actual a partir de los restos dejados por el cataclismo que acabó con la civilización atlante.

El volumen se divide en varios cuentos, desde aquellos de muy corta extensión hasta otros algo más largos (pero no más de 30-35 páginas) que incluso inician una serie. El hilo conductor es Solomon Kane, un puritano inglés del siglo XVI con un peculiar sentido del honor, armado con dos pistolas, daga, estoque y una férrea moral, alto, pálido y fuerte, que sale victorioso de sus retos y es testigo de algunos sucesos sobrenaturales.

Encontramos algunos relatos de temáticas que tributan a autores anteriores como Poe, en las que la venganza se lleva a cabo incluso después de la muerte: Cráneos en las estrellas, La mano derecha de la maldición, Resonar de huesos. En otros, Solomon Kane es el vengador implacable: Aceros de la Hermandad, Sombras rojas, en el que persigue a un asesino durante años, llegando a África. Así se inicia una serie en la que, en el continente negro, Solomon se enfrenta a vampiros y gárgolas: Luna de calaveras, Las colinas de los muertos, Alas en la noche o Las pisadas interiores.

Solomon Kane representa la cúspide de la piramide evolutiva humana: varón, caucásico, anglosajón y protestante. Es el paradigma del hombre civilizado que, por mera fuerza de voluntad, vence invariablemente a sus adversarios. Podemos además imaginar el resto de la escala: inmediatamente por debajo el resto de los europeos de origen germánico; bajo ellos, los latinos y católicos; encontramos a los musulmanes inmediatamente por encima de los negros. Éstos ocupan la base de esa imaginaria pirámide. Las descripciones a lo largo de los cuentos son repetitivas: rostros bestiales, ojos encendidos por la locura, poco entendimiento para evitar ser siempre superados por el astuto occidental, supersticiosos, narices chatas, labios rojos, comparaciones con gorilas o primates... En ocasiones parecen poco más que subhumanos. Incluso aquellos que salen algo mejor parados son poco comparado con el hombre blanco. Aunque algunos, como el hombre-juju N´Longa, sea capaz de proezas mágicas increíbles, no pasan de ser salvajes sin civilizar.

Sí, en estos cuentos hay un cierto tufo racista del que desconozco su procedencia: puede ser que el autor comulgara con estas ideas, o que únicamente estuviera dando al público lo que éste demandaba. Parece además que esta orientación era algo común en la literatura popular, pulp, de la época. Ya he hablado aquí de las sospechosas ideas que mantenía Lovecraft, ideólogo de un grupo de seguidores que quizá estuviera fuertemente influenciado por su líder.

Si podemos extraer esto de la ecuación, sólo resta decir que los relatos son de un nivel medio-alto, de lectura ágil e interesantes argumentos. La colección es una buena elección para un fin de semana de descanso porque la extensión de los cuentos hace que sea cómodo leerlos y reposar un poco entre uno y otro.

Como nota, podría dársele un 7, con algunos cuentos incluso por encima.  Infinitamente más que lo que Dan Brown puede siquiera soñar.

domingo, 18 de julio de 2010

Pentalogía del Clérigo

He terminado en los últimos días el quinto libro de la Pentalogía del Clérigo, que viene a confirmar los defectos de los que hablaba hace poco en lo que a franquicias se trata.

Escrita por R.A.Salvatore, basada en los Reinos Olvidados y editada por TIMUN MAS, escribe la historia de Cadderly, Danica, los hermanos Rebolludo y otros PJs (perdón, quise decir personajes) en su lucha contra La Tríada, una organización maligna dirigida por el mago malvado Aballister Bonaduce.

Nada se salva de las casi 1.500 páginas de historia, desde el trillado argumento a los personajes planos que apenas se desarrollan. Parece que estemos en una partida de D&D, con unos personajes hiperpoderosos que hacen frente a hordas de enemigos saliendo siempre victoriosos y apenas heridos. Y si, por alguna razón que se me escapa, el daño es excesivo, qué mejor que contar con un clérigo con capacidades para ejecutar elevados conjuros de curación o resucitación. Qué decir de los momentos "cómicos", protagonizados invariablemente por los Rebolludo. Un poco infantil, en el peor sentido posible. O los malutos, que son presentados como el desafío definitivo, generalmente mediante una escena que no tiene otro objetivo que hacernos ver lo peligrosos que son (es el caso del asesino del 3er libro) del que no se sabe cómo nuestro héroe podrá hacer frente, para caer después tras un giro argumental o recurso deus ex machina que suena a tirada oculta tras la pantalla del máster.

Como en muchos otros casos, la traducción no ayuda a mejorar el conjunto, sino que viene a confirmar la opinión del lector. La única duda que queda es conocer cómo era el original, porque tenemos dos alternativas: bien el traductor es así de malo o bien la historia es tan cutre ya desde origen. No sé por qué me inclino por lo segundo, aunque la sensación de que la traducción se "perpetra" la tengo en un gran número de libros de la editorial desde aquella Trilogía de Avatar, de infame recuerdo, que aún tengo grabada a fuego en mi memoria y que a veces puebla mis pesadillas (ejemplo de cómo una idea interesante puede ser hecha añicos sin ningún remordimiento).

Llegamos al autor, R.A. Salvatore. No concibo cómo en mi juventud pudo ser uno de mis autores favoritos, pero cuanto mayor me hago, peor concepto tengo y la consecuente vergüenza crece por momentos. Es cierto que ha creado un icono de las franquicias basadas en JdR como Drizzt Do´Urden, pero no es menos cierto que tiene un desarrollo de los personajes nulo, abusa de párrafos pseudofilosóficos que nada aportan y, sobre todo, describe los combates con un "realismo" un poco gore. Entrecomillo realismo, porque las acciones que los personajes ejecutan en estas situaciones son, siendo generosos, imposibles de realizar. No me vale el argumento de que son héroes y están entrenados hasta lo imposible, ¡hay un límite a la flexibilidad humana, por dios!

Quizá sea también ese tufillo a novela "por encargo" o que, en realidad, estos autores no son más que escritores aficionados que unen el rol a la literatura. Otros ejemplos podrían ser Douglas Niles, Richard Knaak, Ed Greenwood o, sí, Margaret Weis y Tracy Hickman.

Si no fuera porque un amigo me dejó la serie, estoy seguro que no la hubiera terminado.

En cuanto a la puntuación, un 2 o un 3. Por debajo sólo encuentro a Dan Brown.

miércoles, 14 de julio de 2010

50 entradas

Una entrada rápida para anunciar que, si las cuentas no me fallan, ésta es la quincuagésima entrada en el blog desde que comenzamos esta andadura el pasado 10 de abril de 2009 hace, aproximadamente, quince meses. No llegamos por tanto a una entrada a la semana, pero nos acercamos. Es cierto que hemos tenido altibajos y hemos pasado de períodos de una actividad cuasifrenética a otros largos intervalos en los que no hemos tenido mucho movimiento.

Mi intención es, no obstante, homogeneizar el ritmo de entradas a una o dos a la semana de tal forma que se regularice la cosa. Intentaré publicar una vez durante el fin de semana y otra hacia la mitad. Permaneced atentos a vuestras pantallas.

En cuanto a la temática se mantendrá más o menos como hasta ahora, primando la literatura, el rol y algún que otro comentario más friki sobre música, cine o videojuegos (aspectos inéditos aún). Huiré de la política, a no ser que las circunstancias de la actualidad obliguen a ello (o más bien, que ocurra alguna circunstancia que me caliente los cascos). Por supuesto, no faltarán reseñas de los libros que vayan cayendo, desde notables aportaciones a verdaderas bazofias.

Finalmente, trataré de publicar más relatos. Sin ir más lejos, este verano volveré a participar en el Monstruos de la Razón, así que caerán tres. Si venzo a mi proverbial haraganería y consigo ponerme ante el teclado, acabaré alguno que tengo empezado y comenzaré otros cuyo argumento está hilvanado. También intentaré explorar el microrrelato.


Por supuesto, pretendo que el Ciclo de Iramar gane peso. Una entrada sobre 50 es un porcentaje más bien pobre. Tengo que revisar todo lo escrito e ir subiéndolo a medida que lo encuentre satisfactorio. Seguiré la sistemática de utilizar Megaupload para bajar los textos en pdf.
 
Pues eso, dentro de otras 50 entradas, o de un año, será momento de revisar estos buenos propósitos y analizar el grado de éxito.
 
 

domingo, 11 de julio de 2010

Lovecraft

Un personaje bastante curioso, Howard Phillips. Su biografía está trufada de circunstancias peculiares: una madre posesiva, una personalidad enfermiza en algunos momentos, un miedo al mar y lo que de él viene desde que casi muere intoxicado por un pescado, ideas filofascistas y ciertamente calificable como racista... Hoy diríamos que Lovecraft es un friki o incluso un inadaptado (aunque en algunos casos ambos términos puedan considerarse sinónimos).

Para él, la cúspide de la evolución y la cultura se personificaba en la raza anglosajona blanca, siendo los demás calificados de "seres inferiores", en el mejor de los casos. Curiosamente, defendía que los Estados Unidos nunca debieran haberse independizado del Imperio Británico.

Tenía una imaginación desbordante, eso es cierto. Estrella rutilante del universo pulp, a través de Weird Tales, mantenía una prolífica correspondencia con admiradores y autores deseosos de continuar su obra (August Derleth, Clark Ashton Smith...), pertenecientes al llamado Círculo Lovecraft. Probablemente se veía a sí mismo como el sumo sacerdote de un culto pagano, dedicando sacrificios de sangre a criaturas obscenas que el hombre no debería conocer (impagable el uso de las cursivas en las diferentes ediciones de su obra).

Todo lo anterior, así como los juicios o prejuicios que podamos tener del personaje, no debe influir en nuestra valoración de su aportación a la literatura fantástica universal. En ese contexto está a un nivel elevado, manteniendo hoy en día su influencia. Su obra principal está compuesta por innumerables cuentos fantásticos y por los Mitos de Cthulhu (El Gran Chipirón). Dentro de éstos, los Dioses Primigenios, las Razas Menores o el Necronomicón, grimorio forrado en piel humana que quizá sea el aspecto más conocido por el público en general.

Relatos como El horroro de Dunwich, La sombra sobre Innsmouth, El caso de Charles Dexter Ward (que inspira Re-Animator), El color que cayó del cielo, son parte de una obra que ha tenido numerosas adaptaciones cinematográficas, bien directamente o bien como elemento inspirador, pues en muchos casos se hacen referencias menores en películas de género. Además de algún que otro homenaje del mundo de la música y, sobre todo, el fantástico juego de rol editado por Chaosium y en España por la mítica JOC. La existencia de los Mitos está justificada por la inspiración de este juego de magnífica ambientación y que engancha mucho más que los cuentos en los que está basado. Es un grande entre los grandes, un clásico que merecerá que comente algo de él algún día de estos.

Sin embargo, aún reconociendo todo lo anterior, no es un autor de mi devoción (y, no nos engañemos, es bastante minoritario y desconocido por el gran público). Pienso que sus relatos han envejecido bastante mal y en algunos casos pecan de ser bastante ingenuos. Quizá el terror psicológico fuera interesante en los años 20 y 30, mas no hoy en día. El interés de su obra radica más en las distintas ramificaciones que de ella se derivan que en su calidad. Cada vez que pienso en Lovecraft me viene a la cabeza Poe; no sé por qué, pues inicialmente no tienen nada que ver. Y si bien considero que Poe es perfectamente actual, con la comparación salen a la luz las miserias de Lovecraft en su descarnada realidad.

Iä, Shubb-Nigurath!

Edito: Re-Animator está basada en Herbert West: Reanimador. Me fustigaré convenientemente para purgar mi desliz. Por supuesto, lo haré en cursiva.