domingo, 26 de octubre de 2014

Praga mortal (Berlin Noir #8)

Praga mortal es la octava novela de la serie del detective alemán Bernhard Gunther y la última que he podido conseguir. En esta ocasión volvemos a la década de los cuarenta del siglo pasado, en concreto a 1941. 

Gunther es reclamado por el Reichsprotektor, Reinhard Heydrich, a quien Gunther parece caer bastante bien, tras coincidir en el pasado en una investigación en Berlín. 

A estas alturas, Gunther ha vuelto ya de su período de servicio en el Este de Europa, más desencantado y ácido que nunca por todo lo que ha tenido que ver y hacer. Pero una persona como él está poco tiempo sin hacer nada. Los problemas van a buscarle como si fuera un pozo gravitatorio de densidad infinita. 

El puente de Carlos no tiene importancia en la trama
aunque aparezca en portada

 De vuelta en la Kripo, la suerte hace que tenga que encargarse de la muerte de un trabajador inmigrante. Un crimen más en el oscuro Berlín que le ha tocado vivir, pero que se complicará de forma inevitable. Mientras investiga el caso, conoce a una chica que parece sentir algo más por el bueno de Bernie, que frágil como es, parece corresponder. Hasta que una llamada de teléfono de Heydrich le hace ir a Praga. Gunther decide ir con la chica, para pasar un fin de semana agradable, pero las cosas...

Una vez allí se entera de que Heydrich pretende nombrarle su guardaespaldas máximo, la persona que sea responsable de su seguridad. Sin duda un regalo envenenado en el que, se mire por donde se mire, el bueno de Gunther tiene mucho que perder y poco que ganar. No obstante, no queda sino obedecer. 

Y, entonces, tenemos otro asesinato.

A partir de aquí, Praga mortal es un homenaje en toda regla a las novelas clásicas del género y en especial a su reina indiscutible, Agatha Christie. El autor, además, no se recata y la cita una y otra vez. El mismo caso, un asesinato típico de la clase de habitación cerrada, en apariencia irresoluble. Los diversos sospechosos, los interrogatorios, las coartadas, el juego sicológico... Un whodunit de toda la vida.

La resolución del caso es sencilla, inesperada y brillante. Y, lo que es aún más importante, no engaña al lector porque todas las piezas del rompecabezas se encontraban ahí, bien a la vista para aquellos que estuvieran atentos. 

La trama tiene algún argumento secundario, por ejemplo qué pasa con la chica que acompaña a Gunther o quién ha asesinado al trabajador de Berlín, pero por aquellos azares del destino, todo está entrelazado. 

En resumen, Praga mortal está sin duda entre las dos o tres mejores novelas de la serie. Es probable que sea, incluso, la mejor. A un caso muy atractivo añade además la simplificación de la historia vital de Gunther. Ya está contada, así que deja de tener importancia en la trama para dejar paso a lo que resulta en verdad importante. Puede además leerse por separado del resto sin apenas perderse algo importante, así que...

Un ocho alto, y mi recomendación.




domingo, 19 de octubre de 2014

La ladrona de libros

En la Alemania de 1938, la pequeña Liesel Meminger viaja en tren junto a su madre y su hermano. Cuando éste muere, es enterrado junto a las vías y Liesel recoge un pequeño libro: el manual del sepulturero.

Así empieza La ladrona de libros, una deliciosa película, una tragicomedia, que cuenta la historia de Liesel desde que es dada en adopción al matrimonio Hubermann. Las razones de por qué la madre de Liesel debe abandonarla se explicarán en la película, así que no entraré en ello aquí. 

Ante Liesel se abre un nuevo mundo lleno de sorpresas. El señor Hubermann es un buen hombre y, cuando descubre que la pequeña apenas sabe leer, se afana en enseñarla. Al principio utilizan el manual del sepulturero, luego consiguen otros libros que leer. Siempre juntos, en el sótano de la casa, donde apuntan las palabras nuevas que van descubriendo. 



La señora Hubermann, aunque trata de evitarlo, también es una buena mujer. Seria, dura en ocasiones, pero demostrará tener un corazón de oro.

Los años que les han tocado vivir no son recomendables para las gentes de buen corazón, y la vida de los tres se volverá del revés cuando el joven Max, judío, llama a su puerta en busca de ayuda. El señor y la señora Hubermann sabían que este momento, tarde o temprano, llegaría: Max viene a cobrarse una deuda de vida, de allá por la Primera Guerra Mundial. Enfermo de gravedad, Max se convertirá en el eje sobre el que gira la vida de los Hubermann y de Liesel, que se desviven hasta que el joven se recupera.

Asi que los días de Liesel pasan entre el temor y la lectura, y los juegos con su amigo, el vecino Rudy Steiner, que desde el primer día la defenderá de los insultos de aquellos que no tienen dos dedos de frente. A él se debe el título, cuando la ve salir con una brazada de libros prestados por la esposa del dirigente local del Partido (ya sabemos cuál).

Los pequeños momentos de una familia


Pasan los años, la vida se hace más dura y el señor Hubermann es llamado a filas. El miedo en general se convierte en un miedo más concreto, más concentrado. Liesel tiene miedo de perder al que ha sido lo más parecido a un padre para ella. Temores infundados, porque el viejo Hans vuelve a casa a los pocos meses, esta vez para quedarse.

No debo contar más. El final es triste, muy triste. Se me escaparon varias lágrimas, lo cual es algo embarazoso cuando estás viendo la película en un autobús lleno de gente. Por fin sabemos a quién pertenece la voz del narrador que nos ha acompañado en todo el metraje, y más nos valdría no haberlo descubierto nunca, porque con ese conocimiento se nos escapa la inocencia. 

Con sus grandes ojos y sus tirabuzones rubios,
Liesel es la viva imagen de la inocencia.


Me encantó. La historia, los personajes y la interpretación, sobre todo de la pequeña Sophie Nélisse (Liesel) y de Geoffrey Rush (el señor Hubermann). Lo tiene todo. 

Un nueve y mi recomendación.

domingo, 12 de octubre de 2014

Aquellas series inolvidables de verano

Aquellos veranos de los ochenta fueron los mejores de mi vida. Los tres meses más esperados. Por supuesto, no había colegio. Por supuesto, había aprobado todo. Y la primera cadena (por aquel entonces todavía no se llamaba La1) programaba series para adolescentes que se quedarían por siempre en mi memoria.

Los acordes de un sintentizador, el desierto, y un coche negro con unas luces rojas que se movían de un lado para otro. Michael Knight, un hombre que no existe. KITT, su coche fantástico. La Fundación para la Ley y el Orden, Devon Miles, Bonnie... Vista hoy resulta en ocasiones bastante cutre, pero sigue siendo mejor que su remake de hace unos años.




KITT fue el primero, y el mejor. Luego llegarían Trueno Azul (un helicóptero) y Halcón Callejero (una motocicleta). Pero no aceptes sucedáneos, quédate con el original.

Mientras tanto, la estrella de combate Galáctica, al mando del comandante Adama, surcaba el espacio protegiendo a los supervivientes de las Doce Colonias. Su misión, encontrar el planeta de origen de la Humanidad, la Tierra. Hoy también nos parece cutre, pero quién no se hizo un casco y el mando de un viper para jugar con sus amigos... 




Si la tripulación de Galactica hubiera llegado a la Tierra, se habría encontrado con una invasión extraterrestre. Los lagartos nazis de V, sus cincuenta naves nodriza, los colaboracionistas... y la Resistencia, con Mike Donovan (El señor de las bestias), la malvada Diana... Los efectos de maquillaje eran revolucionarios para su época, e impactantes. El remake posterior solo supera al original en la presencia de la espectacular Morena Baccarin. Mucho mejor la miniserie original de cinco episodios que la ampliación posterior.




Además, Starbuck tendría que pluriemplearse y convertirse en Phoenix (Templeton Peck). El equipo A, la serie en la que había más tiros y menos muertos. Repetitiva hasta la náusea, pero amigo, ¡me encanta que los planes salgan bien! Aunque cuando añadieron al hispano de la coleta...




Un profesor de instituto, un traje y un manual de instrucciones perdido. Esa es la premisa de El gran héroe americano. Añadimos un agente del FBI y una bella novia (Connie Sellecca, también en la serie Hotel). Una de mis favoritas de siempre.




Seguimos con alienígenas. En esta ocasión vuelve a la Tierra para hacerse cargo de su hijo. Será perseguido por el malvado gobierno. Una road movie con todas las de la ley. La película Starman, con Jeff Bridges, adaptada a la tele y protagonizada por Ted Stryker (el piloto de Aterriza como puedas)





Unas islas en el Pacífico, un piloto, un hidroavión y su perro con un parche en el ojo. No es que recuerde mucho de esta serie, pero sí que me gustaba: aventuras, humor... ¡Y Roddy McDowall sin maquillaje!




A McGyver no podías dejarle solo si eras el malo. Te la podía liar en cualquier momento con lo que tuviera más a mano: el envoltorio de un chicle, hilo dental, un plátano... Aficionado al hockey hielo y agente especial. ¿Qué más se puede pedir? Si además es recurrente en Los Simpson gracias a las hermanas de Marge...



En Sliders, un grupo de lo más variopinto (incluido el amigo de Indiana Jones), trataba de volver a su casa saltando entre universos paralelos. Habia episodios muy interesantes en su planteamiento, cambiando San Francisco unas veces de forma evidente y otras muy sutil. Entretenida.



¿Aventuras en el Oeste? ¿Qué tal si visitamos Wildside y su cámara de comercio? Me acordaba de Prometheus Jones y de Vargas de la Cosa, pero no recordaba que estaba por ahí la buena de Meg Ryan, antes de recibir e-mails y esas cosas.




Y, para terminar, ¿por qué no nos reunimos junto al fuego, a escuchar al Cuentacuentos? Episodios de apenas media hora, con marionetas de Jim Henson (teleñecos) y adaptaciones de cuentos populares. Además, John Hurt era nuestro maestro de ceremonias.




¡Cuántos recuerdos y qué buenos ratos he pasado con estas y otras muchas series! Y, por otra parte, ¡qué viejo soy!

domingo, 5 de octubre de 2014

Juego de Tronos (T4)

Tras el final anticlimático de la T3 de Juego de Tronos (cierto es que era muy difícil superar lo sucedido en el capítulo 3x09), había que ver lo que la nueva temporada nos tenía preparado. Y la verdad es que no ha defraudado en absoluto. 

Después de un primer capítulo de transición (normal, después del tiempo que pasa entre temporada y temporada hay que sacrificar metraje para volver a poner en situación al espectador), el capítulo 4x02, El león y la rosa,  marca ya la pauta de esta temporada: las continuas sopresas y el espectáculo televisivo. El capítulo es de los que se recordarán durante muchos años.

Pero el momento más espectacular, sin duda, de esta temporada y quizá de todas, es el final de 4x08, La Montaña y la Víbora. Son cinco o seis minutos épicos, con un final inesperado totalmente (para los que no hayan leído los libros, claro) y, por qué no decirlo, bastante desagradable. Un final de los de aguantar la respiración y darte cuenta que tienes que volver a inspirar. Tremendo, de verdad.

Como ocurría en la temporada anterior, había que hilar fino para superar lo que habíamos visto ya. Entonces llega 4x09, Los vigilantes del Muro. Pedazo de capítulo, este en su totalidad, echando el resto en efectos especiales computerizados. Vemos por fin a la horda de Mance Ryder, con gigantes y mamuts entre ellos. El capítulo está plagado de pequeños momentos épicos, pero éste todavía me pone los pelos de punta:



Ahora habría que preguntarse quién hace un muro de hielo tan alto y le abre un túnel tan grande que pasa hasta un gigante sin siquiera agacharse. Cosas de la Fantasía. Pues el mismo que monta una guadaña en lo alto de la pared... Hay que verlo, también. 

Y, por último llega 4x10, Los niños. Un gran cierre de temporada en el que Tyrion tiene su dosis de protagonismo. Un personaje golpeado y maltratado desde hace muchos capítulos, pero que obtiene por fin una ración de honor que le vendrá muy bien. Veremos también a Lord Tywin sentado en el trono, negociando con su hijo pequeño.

El parecido con la historia de los libros sigue siendo notable, aunque hay varias pequeñas diferencias que no sé muy bien si tendrán influencia más adelante. No comentaré nada, no obstante, por el riesgo que supone hablar más de la cuenta y ESPOILEAR la historia más allá de lo razonable. 

Una gran temporada, sí señor, con grandes datos de audiencia en Estados Unidos (entre seis y siete millones en cada capítulo), multiplicando por tres la de la primera temporada. No en vano ha sido renovada por dos años más. 

Es de nueve