domingo, 29 de octubre de 2017

La historia de tu vida

Fue allá por los años noventa del siglo pasado cuando leí por primera vez el nombre de Ted Chiang en una revista especializada de entonces (seguramente fue la Solaris). Allí se describía a Ted como si fuera el nuevo gurú mundial de la ciencia ficción, comparable a mitos como Asimov, Heinlein, Dick... 

Ahí quedó su nombre, en un oscuro lugar de mi memoria, hasta que tuve oportunidad de echarle el guante a su recopilatorio La historia de tu vida, que lleva el mismo título que uno de los relatos que incluye (habitual por otra parte en este tipo de recopilaciones). 



Son ocho los relatos que constituyen el libro, todos ellos con un toque bastante personal y raro, podríamos decir. Sí, hay que acostumbrarse a la forma de escribir de Chiang, guste o no guste lo que estás leyendo. 

En La torre de Babilonia somos testigos de la construcción de la torre bíblica. Repleto de datos impresionantes, como deben ser en obra tan colosal, desarrolla también un método creíble de construcción. Cuando llegan a la bóveda celeste y empiezan a perforarla.... Uno de los relatos que más me ha gustado. 

Comprende trata de un hombre que sigue un tratamiento para mejorar sus capacidades, con tanto éxito que llega a comprender el funcionamiento de su propio cerebro y crea un lenguaje ultraconceptual para expresar todas las ideas que se le ocurren. No me dijo gran cosa.

Dividido entre cero no me ha dejado recuerdos desde que lo leí, así que imaginad.  

La historia de tu vida es la base sobre la que se sustenta la película La llegada, que tanto éxito ha tenido. Recibimos la visita de una raza alienígena aparentemente pacífica y comienzan nuestros esfuerzos por comunicarse con ellos. A través de los avances de la científica que va consiguiendo pequeños éxitos, aprendemos cómo piensan esos alienígenas, sin distinguir pasado, presente ni futuro. Al mismo tiempo que la historia avanza, la historia de la hija de la científica se nos cuenta al revés, para reflejar esa forma de pensar alienígena. Bastante lioso, aunque interesante. 

La joven promesa de la ciencia ficción ya peina canas


Setenta y dos letras es otro de los que más me ha gustado. Decimonónico y quizá steampunk, los nomenclatores crean golems que realizan trabajos y algunas de las hipótesis científicas del siglo XIX se demuestran ciertos. Los protagonistas consiguen revertir la amenaza de extinción que pende sobre la especie humana al agotarse los embriones que las generaciones son capaces de crear. 

El infierno es la ausencia de Dios también me gustó. Aquí son reales el cielo, el infierno, los ángeles actúan y provocan catástrofes sin siquiera darse cuenta de ello... El protagonista busca con todas sus fuerzas poder reunirse con su esposa fallecida. 

¿Te gusta lo que ves? también es interesante. A través de una sencilla operación, es posible encender o apagar el sentido estético de las personas. Y de esta forma toda la sociedad cambia un poco, porque no das importancia a lo que no puedes apreciar. 

He buceado un poco por internet y veo que Ted Chiang no se prodiga mucho que digamos, y nada más allá de un relato largo (o novelita corta), pero tiene unos cuantos premios en su haber. Con solo esta muestra de su literatura no puedo decir gran cosa, pero en principio me parece un poco sobrevalorado.


domingo, 22 de octubre de 2017

Falcó

Pérez-Reverte es uno de mis autores de cabecera (he tenido unos cuantos a lo largo de mi vida, así que ahora que lo pienso, creo que debería hacer algún día una entrada sobre ellos). No tengo todo, pero sí diría que más de un 80% y todo me gusta salvo casos puntuales (Un día de cólera o El pintor de batallas, por ejemplo). 

Pero, fíjate tú, me hice con Falcó sin demasiadas ilusiones gracias, como muchas otras veces, al Círculo de Lectores. Y, como muchas otras veces, el resultado ha sido altamente satisfactorio.




Como es habitual en Pérez - Reverte, poco dado a los libros tochos (ya debería aprender el amigo Ken Follett o nuestro Santiago Posteguillo), es uno de los pocos autores patrios o extranjeros que siguen cosiderando que se pueden contar buenas historias en menos de 300 páginas. 

La historia de Falcó es la de un agente de los servicios secretos del bando sublevado en la Guerra Civil española. Un personaje, como muchos de Pérez-Reverte, cínico y descreído, pero con un férreo sentido del honor. Aunque su moral no sea todo lo rígida que se espera, es una imagen de antihéroe bastante clásica. Un personaje que tiene bastantes similitudes con el capitán Alatriste, por cierto, movido unos trescientos años adelante en el tiempo. 

¿La historia? 

Falcó deberá adentrarse en solitario en la zona roja, contactar con un grupo de jóvenes falangistas, con muchos pájaros en la cabeza y mucha voluntad, pero ninguna experiencia de campo, y organizar un asalto a la cárcel en la que se encuentra cautivo José Antonio (no es necesario dar el apellido, creo). Todo a la espera de un grupo de asalto que será transportado en un U-Boot alemán, que esperará al éxito de la misión para recoger a los supervivientes. 

Como el libro no es una ucronía, ya todos sabemos que la misión no tuvo éxito (se siente, no es spoiler), pero el interés recae en qué va a hacer Falcó con los chavales que le han acompañado, entre los que se encuentra una enigmática muchacha de la que se quedará prendado nuestro coriáceo protagonista. Una muchacha que resulta ser bastante más de lo que parece. 



Pérez - Reverte resuelve los clásicos planteamiento - nudo - desenlace en un número de páginas muy manejable, gracias a la prosa a la que nos tiene acostumbrados desde El maestro de esgrima. Pero lejos de pensar que Falcó es una novela esquemática, no solo consigue trazar unos personajes con vida propia, además de sumergir al lector en entorno histórico más que creíble. 



Al parecer va a haber una serie de Falcó (¿cuándo seguirá la de Alatriste?), así que habrá que ir haciendo hueco en mi estantería, bastante cargadita por cierto.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Guardianes de la galaxia Vol.2

La primera parte de Guardianes de la Galaxia fue un ni fú ni fá para mí. No sé si fue porque el hype que acompañaba la película hizo que las expectativas fueran muy altas y, por comparación, el resultado fue decepcionante. O quizá porque la vi en medio de un viaje agotador desde Lisboa hasta Gijón, incluyendo un avión a Madrid y un autobús nocturno hasta la capital de la Costa Verde. 

Así que tampoco es que me hiciera especial ilusión ir a ver Guardianes de la Galaxia Vol.2 y, además, hacerlo en el cine gastando una pasta gansa (el tema de los precios de las entradas y accesorios, daría para una entrada en sí misma). De hecho, el mayor aliciente que tenía era ir con mi buen amigo Óscar y reencontrarme con otro buen amigo, Rafa, al que había perdido la pista y no había vuelto a ver desde hace veinticinco años. 



No sé si fue por la compañía, o porque yo estaba más receptivo, pero el Vol.2 es una peli que merece mucho la pena y que tiene de todo: acción, efectos especiales, chicos buenos, malos retorcidos, cameos... ¡sale hasta Sylvester Stallone, como líder de los contrabandistas!

Kurt Russell hace de Ego, una entidad cuasidivina en el universo marveliano que seguramente es más conocido para los lectores de tebeos que para los espectadores de películas. Resulta ser un maluto más que interesante y más poderoso de lo que se piensa inicialmente.

¡Qué malotes!

Los secundarios también resultan ser una parte importante del éxito. Desde los que salen apenas unos segundos o pocos minutos hasta los que son más permanentes. Muchos tienen algún rasgo que los diferencia del típico figurante plano, y están al servicio del tono humorístico de la película. 

Pero lo mejor de Vol.2 es el grupo protagonista: desde Starlord hasta Gamora, pasando por Drax y Rocket y los nuevos Mantis, Yondu y Nebula. Todos tienen sus matices, sus puntos fuertes, enganchan al público... y como grupo son lo mejor de Marvel en la gran pantalla. Con mucha diferencia. 

No me olvido de Groot, en su versión de Baby Groot. Cada vez que sale en pantalla, desde la escena inicial con el bicho al que deben matar, hasta haciendo de recadero en la nave de Yondu o intentando aprender qué botón debe apretar para detonar una bomba en las entrañas de Ego. O, épico, el corto de los créditos finales que introduce el Vol.3

¿Yo soy Groot?
¡Yo soy Groot!


Creo que no tengo que añadir que me ha encantado y que, por lo menos para mí, está muy por encima del Vol.1


domingo, 15 de octubre de 2017

Underworld

A principios del siglo XXI, influenciada por la moda de lo sobrenatural, comenzó la serie de películas dentro de lo que podríamos llamar Universo Underworld que, básicamente, es nuestro propio mundo con el pequeño añadido de una guerra soterrada entre licántropos y vampiros. 

Son ya cinco películas entre los años 2003 y 2016, en la misma línea de estirar el chicle hasta que se parte. Cinco películas que comparten una estética gótica, con vampiros sofisticados y hedonistas que se enfrentan desde sus fortalezas al salvajismo y al número cada vez mayor de los licántropos, continuando una guerra de siglos en los que los seres humanos no somos ni siquiera testigos. Todo lo más, somos ganado.

Tiene pinta de ser incómodo ponerse eso

La protagonista de cuatro de las cinco películas es Selene, una "guerrera de la muerte" (solo el nombre es para echarse a temblar sobre lo que vendrá después), enfundada en un traje de cuero negro que tiene pinta de ser la mar de incómodo y con un par de semiautomáticas con las que además de acribillar lo que se le ponga por delante es capaz de abrir un agujero en el suelo por el que dejarse caer a la planta inferior.

La protagonista de la quinta película (la tercera en el orden de estreno) fue Rhona Mitra, más conocida por haber sido una Lara Croft de carne y hueso allá por los años 90 del siglo pasado.

Rhona Mitra


Al más puro estilo de Vampiro, el Juego de Rol, y su Mundo de Tinieblas, se van desgranando las relaciones interraciales e intrarraciales, con conceptos tan clásicos como los Ancianos, los Primeros Vampiros y los más poderosos de su raza, que gobiernan áreas de influencia como reyes absolutistas, negociando continuamente entre sí, por lo menos en los períodos en que estos Ancianos se encuentran activos y no en estado de hibernación, tanto más frecuente y/o más largo cuanto más viejo sea el anciano en cuestión.

Dicho ya que la serie de películas es producto de una moda, resulta quizá llamativo que se hayan prolongado en el tiempo durante tanto tiempo. Y que haya sido así  a pesar de la evidente caída de calidad de las sucesivas entregas: de la decente primera parte y su digna continuación, a la cada vez mayor ida de olla de la tercera y cuarta entregas (dejo aparte la tercera película, que se centra en la llamada Rebelión de los Licántropos, allá por la Edad Oscura, y que por lo menos se deja ver).

Cuero, semiautomáticas y luna llena. ¿Qué puede ir mal?


Tanto es así que la última, Underworld: las guerras de sangre, ni siquiera la he terminado de ver.

No sé si habrá una nueva entrega. No sé si a Kate Beckinsale le interesa volver enfundarse el traje de cuero ajustado y empuñar las semiautomáticas. Pero lo que sí sé es que yo ya he tenido suficiente.

domingo, 8 de octubre de 2017

Drakensang

No suelo acabar los juegos que empiezo: no tengo paciencia, o me atasco en algún punto concreto que, después de echarle un tiempo a intentar solucionarlo sin éxito, hace que pierda el interés y a otra cosa. 

Drakensang, la adaptación al mundo del videojuego del juego de rol alemán Das schwarze Auge (El ojo negro), sí lo he terminado y ha acabado gustándome, a pesar de que el inicio fue bastante complicado debido a las reglas tan diferentes a las que estoy acostumbrado. Por ejemplo no hay un límite de conjuros mágicos al día, sino que cada uno de ellos tiene un coste de puntos de magia, tanto más alto como el nivel del conjuro (algunos son escalables) y su duración, así que podremos lanzarlos mientras tengamos una reserva de puntos mágicos que se recuperan con el descanso (muy lento en combate) o con pociones.

Para empezar, debemos crear personaje: lo tendremos que seleccionar de una pequeña galería con unos cuantos personajes pregenerados, separados por profesiones. Bastante tiempo eligiendo hasta decantarnos por la opción menos mala: un elfo con capacidad para lanzar algunos conjuros y no especialmente bueno en combate aunque pueda repartir alguna que otra torta. Y luego, de cabeza en Aventuria, el mundo de juego, sin apenas conocer nada al respecto.


La mecánica del juego tiene bastantes puntos interesantes, como la posibilidad de recolectar hierbas y plantas o de obtener materiales de los animales, todo ello para ser utilizado por diferentes habilidades de fabricación: pociones, herrería, armería... A la larga suponen un gran ahorro económico que nos permitirá invertir nuestros dineros en otras cosas menos mundanas. 

Como en todos los juegos similares, se empieza con un personaje de nivel 1 que da bastante pena, cogiendo todo lo que encuentras (literalmente, incluyendo clavos oxidados y manzanas podridas) para poder revenderlo y sacar un dinerillo que luego poder invertir en mejorar. Luego, según avanza el juego, el dinero se nos sale por las orejas y muchas cosas acabarán desparramadas por el suelo porque no tendremos sitio para llevarlo.

Llevaremos una partida de cuatro personajes incluyendo al principal, que podremos combinar como queramos para sacar el mejor partido a las habilidades del grupo.

La historia es bastante lineal, a pesar del buen número de misiones secundarias: recibiremos una invitación de nuestro buen amigo Ardo, solo para descubrir que ha sido asesinado y nos ha dejado todos sus bienes, incluyendo su mansión en la ciudad de Ferdok. A partir de ahí, la investigación de su asesinato se entremezclará con las apariciones del Culto del Dragón y nuestras peregrinaciones para obtener reliquias poderosas que nos ayudarán en la lucha contra ellos.

El aspecto gráfico no es precisamente espectacular, sino bastante parecido a los Neverwinter Nights que jugamos hace ya algunos años. Como tampoco es espectacular la banda sonora, muy alejada de Baldur´s Gate

A pesar de todo esto ha resultado bastante satisfactorio, aunque mucho menos original que sus antecesores Realms of Arkania, allá por finales de los años noventa, en los que la partida de personajes se podía dividir o podían morir de gripe o de una pifia al tratar las heridas.


domingo, 1 de octubre de 2017

Batman vs Superman

La aparición de Superman y su épica lucha contra Zod, deja unas interesantes secuelas. Por un lado, un joven Lex Luthor ve en la tecnología Kryptoniana un medio para desarrollar su locuras de dominación mundial. Por otro lado, Bruce Wayne ve con claridad que Superman no es controlable por la Humanidad y que si algo hiciera click en su cerebro, significaría la destrucción de la civilización tal como la conocemos. Por último, la sociedad en general oscila entre la patente admiración con el miedo visceral a lo desconocido.


Ese es el panorama en Batman vs Superman. Planteando un punto de vista al que no estamos acostumbrados en las películas de superhéroes: las connotaciones morales que unos poderes, más allá de la comprensión y del alcance de un ser humano normal, pueden tener en el día a día de la profesión superheroica. Y nos lo presenta desde dos puntos de vista principales: el de Bruce Wayne (Batman), que considera más inteligente eliminar la amenaza lo antes posible, antes de que sea ya totalmente incontrolable; y el de Clark Kent (Superman), que como buen chico de Kansas, tienen un corazón de oro y le duele cómo los terrícolas no pueden dejar de tenerle miedo. 

Añadimos al cóctel la espectacular aparición de Wonder Woman, la tercera pata de la tríada de DC Comics (un poco por debajo de estos tres estaría Flash, el hombre más rápido del mundo). Durante la batalla final con Doomsday, despertado por el esquizofrénico Lex Luthor, no se queda atrás a la hora de repartir hostias como panes.

La Santísima Trinidad de DC Comics

El que no me gusta es, precisamente, ese Lex Luthor que más bien parece una parodia de sí mismo. Más cercano al surrealista Gene Hackman de las pelis de Cristopher Reeve que al Kevin Spacey de Superman Returns (para mí el mejor Lex Luthor, junto con Michael Rosembaum de Smallville, la serie de televisión). Es lo peor de la película, aunque gracias a él podamos ver a Doomsday.

No es la Diana de los comics, pero se defiende

¿Ben Affleck? Pues bastante bien. No llega a Christian Bale, claro, pero no tiene que envidiar nada a Michael Keaton y es bastante mejor que George Clooney o Val Kilmer. Me creo su Batman, más parecido al maduro Dark Night de Frank Miller, y me creo por qué hace lo que hace. Habrá que darle una segunda oportunidad.






El conjunto de la película me parece un poco flojito, la verdad. Y demasiado larga, como viene a ser habitual en las películas superheroicas de un tiempo a esta parte.