domingo, 28 de enero de 2018

Capitán América: Civil War

Civil War fue, hace ya unos cuantos años, uno de los arcos argumentales más importantes de Marvel, como lo fueron las Guerras Secretas hace más de tres décadas, cuando uno iba a la EGB. 

En el Universo Cinematográfico Marvel, también ha habido una guerra civil. Aun cambiando ligeramente el por qué y, porque no hay más remedio, con un elenco superheroico más reducido, los egos de Steve Rogers y Tony Stark protagonizan una lucha titánica en la pantalla. 



Dos bandos irreconciliables, ganadores y perdedores, algunos daños colaterales... amistades rotas... Parece una crónica de Cataluña, pero es el resultado del enfrentamiento en el mismo seno de los Vengadores...

Es una aceptable adaptación del tebeo, con una presencia quizá excesiva de Soldado de Invierno, lo que lleva también a la presentación en sociedad del Barón Zemo (Daniel Brühl, que últimamente está en bastantes fregados), pero que también es una hipervitaminada sesión de efectos especiales (he leído por ahí que es la octava película más cara de la historia del cine, que ya es decir con lo que algunos se han gastado...) y también algo de moralina para darle un poso reflexivo a la película. 

Ni falta que le hace, porque escenas como las del aeropuerto de ¿Frankfurt? son el sueño de todo comedor compulsivo de palomitas. Y mucho es por la presencia de Ant-Man (pequeñito y grandote) y, sobre todo, del nuevo Spider-Man, ofreciendo un poco de lo que en Spider-Man Homecoming se saldrá por las orejas. 

También se presenta en sociedad el príncipe de Wakanda, Pantera Negra, que estrena película este año (y que promete además ser interesante). 

Repulsores contra vibranium


Por lo demás, poco hay que añadir salvo que Capitán América: Civil War prepara el terreno para las Infinity Wars. Un poco como la gaseosa, que primero desborda y luego se queda sin gas, no está ni de lejos entre las mejores películas del Universo Marvel. 

A mí, como que se me quedó una sensación bastante rara, después de las más de dos horas de metraje que tiene...  Y lo del barón Zemo, no sé..., como que sobraba un poco en toda la vorágine de mamporros y dilemas morales superheroicos...

domingo, 21 de enero de 2018

Yo, Asimov

Isaac Asimov ha sido durante mucho tiempo uno de mis autores de cabecera. Hubo una época, allá por la adolescencia y primera juventud, en la que leía con deleite todo lo que de Asimov caía en mis manos. Daba igual si era de cosecha propia o si se trataba de una de esas antologías a las que tan dado era. 

Según fui cumpliendo años, Asimov fue cada vez menos frecuente en mi biblioteca hasta convertirse en poco más que una anécdota. No por disgusto, no. Más bien porque necesito expandir mis horizontes y leer más cosas, cosas distintas. Hay muchos libros en mi biblioteca, tanto en papel como en digital, y a una media de veinticinco o treinta libros al año, no me salen las cuentas para toda una vida. 

En estas cosas andaba cuando, hace unos pocos meses me leí la autobiografía que, fiel a su inmenso ego, tituló Yo, Asimov. Un libro que, como todos los suyos, se lee con suprema facilidad, que está plagado de jugosas anécdotas y en el que, con total honestidad, Isaac Asimov cuenta su vida. 




Una pena lo de su honestidad, porque se dibuja a sí mismo sin enmascarar los (muchos) defectos que tiene su personalidad. A su inmenso ego, algo de lo que nunca dejó de reirse, habría que añadir una obsesión por su obra y el dinero, además de demostrar en algunos casos una preocupante falta de empatía con el prójimo mientras que en otros pasajes ocurre precisamente todo lo contrario. O su entrañable fidelidad a sus editores, caiga quien caiga y cueste lo que cueste.

Son varios los pasajes en los que Asimov muestra su preocupación por el dinero (siempre presente, quizá como recuerdo de su infancia, no pobre pero siempre achuchada). Como también son unos cuantos los pasajes en los que muestra su obsesión con el número de libros que ha firmado. Hasta se plantea la duda moral de si las antologías las debería contar o no. Pero él mismo encuentra una rápida solución: hacer un prologuito a cada relato para explicar los motivos por los que lo ha seleccionado para la antología en concreto; de esta forma, su aportación al libro justifica que lo cuente en su producción... o lo mismo que hacerse trampas al solitario.

Eso fue un poco decepcionante. Como decepcionante fue conocer de primera mano el motivo de que dejara la ciencia ficción: la divulgación científica se pagaba más y los derechos eran más duraderos... El vil metal, siempre el vil metal. 

Asimov, una figura con claros y oscuros, pero cuyo enorme prestigio como autor debe continuar intacto. Nada tiene que ver que tú seas un obseso de lo crematístico para que tu obra sea mejor o peor. E Isaac Asimov es el autor de varios de los grandes hitos de la ciencia ficción mundial.

domingo, 14 de enero de 2018

Invencible

Invencible es la historia de Louis Zamperini, soldado del ejército estadounidense en la Segunda Guerra Mundial y que además participó en la carrera de 5.000 metros en los Juegos Olímpicos de Berlín. 



Angelina Jolie dirige esta película, con participación en el guión de los hermanos Cohen. Un biopic centrado en la imagen del Zamperini soldado. Más bien, en la del Zamperini prisionero de guerra de los japoneses en el teatro del operaciones del Pacífico. 

Louis Zamperini, piloto de un B-24 Liberator, se estrelló junto a su tripulación durante una travesía, debido a un fallo mecánico, y ahí se forjó su leyenda. 

Junto a los otros dos únicos supervivientes (ocho tripulantes fallecieron en el accidente), Zamperini pasó 47 días en un bote salvavidas en el mar, sobreviviendo a base de peces y el agua que podían recoger y haciendo frente a ataques de tiburones y de algún avión japonés que los ametralló. 



Solo sobrevivieron Zamperini y Russell Phillips, que arribaron a las Islas Marshall, donde fueron capturados por los japoneses. Desde ese momento, hasta el final de la guerra, Zamperini sufrió una u otra forma de tortura, siempre intentando quebrar su espíritu. Incluso fue tentado a realizar propaganda pro-japonesa a cambio de una sustancial modificación de sus condiciones de vida. 


 Entremezclando recuerdos de su vida deportiva y de su presente como prisionero de guerra, Angelina Jolie va dibujando al personaje durante toda la película, aunque el resultado es decepcionante. Como biopic funciona medio gas, siendo Zamperini un personaje más bien poco conocido, por no decir totalmente desconocido fuera de los Estados Unidos (quizá por eso, la película trata con cierta ambigüedad su participación en los JJOO, de tal forma que parece que arranca medalla o se queda cerca de ello cuando en realidad se hizo con un octavo lugar sin haber disfrutado nunca de opciones de victoria o medalla). Como película bélica tampoco funciona por su ritmo lento. 

La película es lenta. Aburrida en ciertos momentos, diría yo. Rodeada de un aura especial, quizá por ser la Jolie su directora, no cubre expectativas en ningún caso. 

Aprobadillo raspado, lejos del 7,1 que tiene hoy en imdb (¿?)


Decir que Louis Zamperini fue declarado desaparecido y posteriormente, fallecido en acción. En realidad vivió una larga y próspera vida, falleciendo a la avanzada edad de 97 años.

domingo, 7 de enero de 2018

Dos (pelis) para olvidar

Hay ocasiones en las que seguir la moda no es la mejor opción. Si, aún así se quiere hacer, hay que hacer frente a las consecuencias. Como tragarte un par de películas que, como mucho, darían para completar la programación de una tarde de domingo. 

La primera es Escuadrón Suicida. El enésimo intento de DC de igualar al menos el éxito que está teniendo el Universo Marvel en la gran pantalla. El enésimo intento y el enésimo fracaso, porque la historia de este grupo de perdedores, alguno de ellos con buen fondo, no interesa a (casi) nadie una vez agotado el efecto sorpresa del Joker de Jared Leto y la estética gamberra de la Harley Quinn de Margot Robbie. 

Al salir de clase


Ni siquiera Will Smith (Deadshot) está a la altura, y eso que su personaje tiene un motivo lacrimógeno para hacer lo que hace. Ni la despiadada agente del gobierno al cargo del programa, Amanda Waller, es lo suficientemente despiadada para parecer algo más. 



Una película más sin fondo (bueno, en eso se parece un poco a alguna peli de Marvel), que se basa en la estética y la pirotécnica de los efectos visuales más que en la historia, los personajes o los actores. 

Y resulta que en imdb le dan un 6,1... 

La segunda es Warcraft: el origen. Un intento de aprovechar el tirón de WoW y sacar un buen puñado de dólares, euros y otras divisas. Pero también es un ejemplo más de que no todo vale... 

La estética es bastante fiel al universo en el que se basa, y tiene detalles interesantes (el uso de la magia, por ejemplo), pero su conjunto es... decepcionante. Ni siquiera el valor de tener en su plantel a Travis Fimmel (Ragnar Lothbrok en Vikingos) hace que esa sensación remonte (algo por otra parte esperable, porque el bueno de Travis no es precisamente una estrella de relumbrón). 



La historia de la llegada de la Horda, a través de un portal abierto por el impío brujo Gul´Dan, la traición de este a los dioses y costumbres ancestrales, la resistencia de los reinos humanos... Una historia que no transmite, otra vez perdida en una pirotecnia de efectos especiales, en esta ocasión más acusados por la necesidad de representar de forma adecuada a los orcos (en esto sí que consigue nota). 

Tranquilo Fluffy


Una pena de película que al final quedará para consumo de los incondicionales WoW. No obstante, digamos que es mejor que la película que se perpetró de Dungeons and Dragons en 2000, al calor de El señor de los anillos. No es gran cosa, pero algo es algo...

Parece mentira todo lo que se ha originado desde el lanzamiento en 1994 de Warcraft: Orcs & Humans para PC...

Contigo em...pezó todo

viernes, 5 de enero de 2018

Resumen de 2017 (y de 2016)

Resulta que echando un vistazo atrás, no había hecho un resumen del año 2016, así que toca aprovechar ahora y ver un poco lo que han sido los dos últimos años. 

En cuanto a este blog, 2016 tocó fondo. Apenas 38 entradas, muy lejos de una entrada a la semana, o casi, que había conseguido durante todos estos años. Poco tiempo libre entre el trabajo, viajes incluidos, y la pequeña Noelia que entró en nuestras vidas con una fuerza arrolladora a finales de 2015. 

Afortunadamente, 2017 ha servido para revertir la tendencia, esa alarmante curva descendente que se perfilaba desde hacía algunos años y que parecía confirmar la hipótesis que presenté aquí, La campana de Gauss. No he conseguido llegar al nivel de 2015, pero estuve cerca de nuevo de poder presentar al menos una entrada a la semana. 

En cuanto a la lectura, además de lo habitual (revistas de historia, tebeos, manuales de rol y demás), han sido 24 libros (aprox. 10.500 páginas) en 2016 y 27 libros (aprox. 11.800 páginas) en 2017. En ninguno de los dos casos he conseguido llegar a los niveles pre-Noelia, pero también se nota una cierta recuperación. 

De todo lo leído, destacaría lo siguiente:
  • Descubrí la serie del Departamento Q, de Jussi Adler - Olssen. Hasta ahora han sido seis libros, a cada cual mejor, en los que no solo los casos son interesantes sino que el desarrollo de los personajes protagonistas dan un color especial a cada entrega. 
  • Leí un par de libros más de Bernie Gunther, que reseñaré más adelante cuando les llegue el turno y que mantienen el nivel de tan excelsa serie.
  • Leí la saga de fantasía clásica La espada de Joram. Buf... Un error del que solo se salva la originalidad de la idea. 
  • Me despedí de Glen Cook y su Compañía Negra. La última entrega, El retorno de los soldados, fue un digno colofón a una saga irregular.  
  • Acudí a mi cita regular con Lorenzo Silva (Donde los escorpiones) y Pérez-Reverte (Falcó) y no salí defraudado
  • La incursión en la obra de Yeyo Balbás (Pax Romana) fue fallida y me quita las ganas de seguir explorando.
  • He continuado, después de muchos años, con la saga de Terramar de Ursula K. Le Guin. He de decir que esperaba más, pero creo que seguiré hasta el final. 
  • He comenzado un proyecto personal: leer obras de Julio Verne, el gran visionario francés y uno de los padres de la ciencia ficción. De momento ha caído Viaje al centro de la Tierra, que en cierto modo me ha defraudado como diré en su momento. 
Para terminar he dejado lo más triste: me he despedido del maestro Terry Pratchett, tristemente desaparecido . A todo vapor y La corona del pastor han sido sus últimas obras. Me ha costado digerir que ya no leeré nuevos libros del Mundodisco como venía haciendo hace más de veinte años. Pero por lo menos me quedo con una estantería que contiene prácticamente con todo lo publicado en castellano y con los recuerdos de los inmejorables ratos que me ha hecho pasar. 


Hasta siempre, Sir Terry Pratchett