viernes, 31 de julio de 2009

El ejército perdido

No aprendo...
Acabo de leer el libro de Valerio Manfredi. Llevaba ya un tiempo en el cajón, esperando que llegara su turno y lo empecé en el aeropuerto, durante un viaje de trabajo a Barcelona.
Trata del viaje de los mercenarios griegos conocidos como los Diez Mil a través del Imperio Persa en tiempos de Artajerjes, relatado en la Anábasis de Jenofonte, que no he tenido ocasión de leer.
Me ha parecido insulso. De lectura rápida, pero no deja poso. Ni siquiera resulta épico, y cuando lo intenta es demasiado manido, utilizando expresiones repetitivas (los dardos se clavaban en los pesados escudos, haciéndolos más pesados....). En muchas ocasiones no resulta creíble, como las virtudes que adornan a la protagonista o su carácter. Me chirría bastante.
La recreación de la época resulta apenas esbozada: vida social, atuendos, táctica militar, etc.
El epílogo, tratando de justificar las hipótesis de su libro, es también bastante ligero y no aporta nada.
Como novela histórica deberíamos quitarle el adjetivo. Como novela de suspense es un chiste.
¿Por qué no aprendo? No es la primera novela que leo de Manfredi, y ninguna me ha convencido. Desde la aclamada trilogía de "Aléxandros" (¿?) hasta "La última legión". Espero no volver a caer en el engaño.

lunes, 20 de julio de 2009

Un pequeño paso...

Así empezaba la famosa frase de Neil Armstrong mientras descendía por la escalerilla al encuentro de la superficie lunar. Y medio mundo contuvo el aliento, viendo como un hombre ponía el pie en el satélite.
El sueño de cientos de generaciones, que cada vez que elevaban su mirada al cielo se encontraban con ese disco blanco, se había hecho realidad.
Sin duda producto de su tiempo, pues si no hubiese habido tan enconada competencia con el eterno enemigo soviético no habríamos tenido carrera espacial. Seguramente el mundo no sería como ahora, sin poder aprovechar los avances que se llevaron a cabo en multitud de materias.
Luego dejó de interesar a la opinión pública, y el presupuesto se redujo de modo drástico. Las misiones lunares se abandonaron, pues no había nadie a quien vencer. A los ojos de un observador actual, quizá aquello no fue más que un derroche de medios y dinero.
Pero me quedo con el lado romántico. La Luna nos pertenece un poquito a todos.