domingo, 24 de junio de 2018

Ars Magica

¡Qué cosas! 

Cuando hace veinticinco años jugaba a rol con una frecuencia semanal, apenas tenía dinero para manuales y tiraba de regalos de cumpleaños y cosas así. Ahora, cuando el dinero no es un problema (acumular monedas de dos euros dan, a fin de año, un jugoso frikigeld para administrar), juego a rol con regular irregularidad.

Así que, la mayor parte de los manuales que me estoy comprando en los últimos años son exclusivamente para mi disfrute personal, salvo honrosas excepciones (Aquelarre, por ejemplo). 

Es el caso de Ars Magica y la flamante quinta edición que me he agenciado. En mis tiempos jóvenes, Ars Magica era uno de esos juegos de los que oías hablar, pero que nunca tuvimos ni conocimos a nadie que jugara. Se suponía que el juego tenía el mejor y más flexible sistema de magia, que cada jugador llevaba varios PJs, uno de los cuales era un Mago (lo pongo con mayúsculas, porque los magos son los reyes del juego), uno o varios eran algo así como campeones o guardaespaldas del Mago y el resto eran carne de cañón.

Precioso logo


Ahora que he podido leer la (preciosa) quinta edición del juego, la cosa viene a ser más o menos así. 

Ambientado en una Europa Mítica, dividida en distintos Tribunales de Magia, los Magos están también divididos en diversas escuelas que marcan sus puntos débiles, sus puntos fuertes y dar diversidad a los transfondos de personaje. 

El hecho de llevar varios personajes se justifica porque la Crónica (la campaña, vamos) puede tener diversos puntos de vista en los cuales un Mago puede no ser lo más apropiado para llevar. No sé, no me acaba de convencer y tengo que decir que es lo que más me echa para atrás de probar el juego. Quizá luego lo juego y digo que es una maravilla, pero así, de golpe, no me llama mucho. 


Casi oímos crepitar la vis

Eso sí, el sistema de magia es la pera. Después de ver las listas de conjuros de ESDLA, los intentos de magia de RuneQuest, los niveles de conjuros de D&D y similares... En Ars Magica el mago maneja y manipula el poder mágico prácticamente sin limitaciones, haciendo uso del poder (vis en bruto) para conseguir doblegar la realidad a su antojo. Aún así hay algunas reglas, en cuanto que hay técnicas (creo, intellego, muto, perdo o rego) y formas ( animal, aquam, auram, corpus, herbam, ignem, imaginem, mentem, terrram y vim). El mago aplica una o varias técnicas a una forma y busca el efecto deseado, dependiendo de la complejidad y cuánto se retuerce la realidad, la duración del efecto y demás...

Claro que esto tiene sus riesgos. Desde que el uso del poder es como una droga poderosa que requiere de toda la fuerza de voluntad del Mago para controlarse, como que los efectos más poderosos requieren de una gran fortaleza física y mental. Y siempre hay el riesgo de que la mente del mago se pierda para no volver...

El manual del juego está repleto de ejemplos de conjuros y cómo aplicarlos como base para que el Narrador adjudique la tirada de dificultad necesaria para tener éxito, dependiendo de la similitud con el conjuro a realizar respecto a los descritos...

La verdadera Europa

Pero lo que me hace apreciar el juego es la calidad de la edición: es un libro para saborear, en cuanto a calidad del papel, tamaño de letra (con la edad he llegado a valorar esto) e ilustraciones. Lo único malo es que a veces el fondo de la página dificulta la lectura, pero en general se lee muy bien. Es un grimorio que hay que tener en la estantería, sí o sí. 

Dudo mucho que alguna vez juegue Ars Magica, pero garantizo que no me arrepiento de haber pagado un buen puñado de monedas por él.

domingo, 17 de junio de 2018

Kingadaptaciones

Stephen King es, con casi total seguridad, uno de los autores que más veces ha sido adaptado al cine. Normal, si se tiene en cuenta que es también uno de los más prolíficos y uno de los que más libros ha vendido en el siglo XX y lo que llevamos del XXI. 

Una entrada de sus adaptaciones sería como escribir un libro de mil páginas o más, así que obviaré muchas de ellas y me centraré solo en cuatro que me han llamado poderosamente la atención. 

La zona muerta (1983)

Basada en el libro del mismo título, Johnny Smith (Christopher Walken) es un profesor de instituto que sufre un accidente por el que pasa por un coma de cinco años. Cuando se despierta, descubre que es capaz de ver el futuro de una persona solo por el contacto físico. Al principio trata de acostumbrarse a esta situación e, incluso, intenta colaborar con la policía en la resolución de algún caso mediático. Pronto, las cosas se complicarán. 

Al mismo tiempo veremos el ascenso imparable de Greg Stillson (Martin Sheen), que prácticamente de la nada se convierte en el candidato favorito a presidente de los Estados Unidos de América. 

Por una casualidad, Johnny se encuentra con Stillson y choca con él. La visión que le produce, en la que Stillson aprieta el botón nuclear, hace que Johnny dedique a partir de entonces su vida a evitarlo. 

La película es hija de los años ochenta y cuenta con un reparto solvente y un guión que es bastante fiel a la novela. Me gustó mucho y en imdb también (7,2)

El cartel también es hijo de su tiempo


Cuenta conmigo (1986)

Esta es la última de las cuatro que he visto. 

En un pueblo de esos que hay por los Estados Unidos, probablemente en Maine donde King hace discurrir gran parte de su producción, ha desaparecido un chico un día de un caluroso verano. Cuatro amigos preadolescentes deciden salir en su busca y ser los héroes de la jornada, por lo que reúnen el dinero que tienen y el equipo que consideran necesario para pasar una noche al raso, y se lanzan a la aventura. 

La excursión será un punto de inflexión en sus vidas, estrechando sus lazos de amistad y haciéndoles madurar de forma acelerada. 

El cruce del puente resulta icónico de este tipo de viajes de realización. Si añadimos el final, el retorno a un pueblo con las calles vacías y los momentos de despedida con la voz en off de Gordie LaChance, tenemos una película que merece la pena. 

El cuarteto de protagonistas los encarnan algunos de los actores jóvenes más famosos por entonces en Estados Unidos: el malogrado River Phoenix, Corey Feldman (después de Los Goonies), Jerry O´Connell y Will Wheaton (antes de The Big Bang Theory).

Es la que menos me gustó de todas, pero en imdb arrasa (8,1)

¿Hay algo más ochentero y juvenil que estos carteles?

 Cadena perpetua (1994)

Casi un cuarto de siglo de esta maravillosa pieza del cine que cuenta la historia de Andy Dufresne (Tim Robbins), condenado por el asesinato de su esposa, y su llegada a la penitenciaría de Shawshank. 

Este drama carcelario no sería lo mismo sin la guía y la voz de Red Redding (Morgan Freeman), cautivo como Dufresne sin que lleguemos a saber el motivo. Tampoco sería lo mismo sin esos pequeños detalles con los que la película nos va regalando: la cerveza en el tejado, la música por los altavoces mientras los guardias intentan echar la puerta abajo.... Rita Hayworth, Rachel Welch, el martillo de minerales, el ajedrez... 

Luego, las piezas encajan como en un rompecabezas y todo toma forma en la cabeza del espectador. Todo ha estado allí, desde el principio, y no lo hemos visto. Ingenioso, muy ingenioso.

Además cuanta con la siempre agradable presencia del kurgan de Los inmortales (Clancy Brown), en el papel del capitán Hadley.

Una de la mejores películas que he visto y que, cuando la reponen por la televisión (no es difícil con la multitud de canales que hay hoy en día) vuelvo a ver con placer. Y en imdb no digamos (9,3)

Cara de bueno...


La milla verde (1999)

Stephen King es un maestro en describir personajes atractivos e historias cotidianas que encierran un componente fantástico, pero creíble. La milla verde tiene de todo esto. 

En el reducido espacio del corredor de la muerte de una penitenciaría, durante la Gran Depresión, suceden muchas cosas. Pero la monotonía en la vida del guardia Hedgecomb (Tom Hanks) y sus compañeros cambia tras la llegada del enchufado e insufrible Percy Wetmore (Doug Hutchison) y, sobre todo, del condenado a muerte John Coffey (el tristemente desaparecido Michael Clarke Duncan). 

John Coffey se apodera de la cinta desde el mismo momento en que sus pies bajan del coche de transporte y vemos cómo las ballestas crujen y suben la carrocería. Luego veremos el resto: un negro enorme, con músculos como sacos de melones, que hace pequeño hasta a Brutus Howell (David Morse). 

¿Toque de fantasía? Pues también. John Coffey tiene un don, el de tragarse el sufrimiento ajeno y devolverlo en forma de un enjambre de moscas. Es un regalo de Dios, pero está condenado a morir por un brutal asesinato. No cuento la historia, digna de ser vista y/o leída. 

Pero, amigos, el pequeño intruso del corredor de la muerte guarda un secreto aún más impresionante. 

Además del gran Tom Hanks y Michael Clarke Duncan, tenemos a uno de los mejores secundarios de Hollywood, David Morse.

Me gustó mucho, y en imdb todavía más (8,5)

Mucho más que Tom


Son cuatro muestras de cine, en apariencia sencillo, pero con un contenido mucho mayor de lo que se podría esperar al principio. Cuatro películas que recomiendo sin rubor, que me han gustado a mí, pero también a muchos espectadores a lo largo y ancho del mundo. Además de que podremos ver a algunos de los mejores actores contemporáneos interpretando historias con mucho gusto.