domingo, 12 de febrero de 2012

Underworld 4: la repera

Underworld, lo que parecía que sería una curiosidad sin más en el panorama cinematográfico friki, nos ofrece su ¡cuarta! entrega. Cuando menos, resulta sorprendente en lo que se ha llegado a convertir, manteniéndose fiel a sus inicios y desarrollando la historia, verdadero punto fuerte de la franquicia aparte de la siempre agradable presencia de Kate Beckinsale y su traje negro. 

He visto las cuatro partes en el cine. La primera vez fue por curiosidad y me encontré algo con gran parecido al Mundo de Tinieblas de Vampiro, La Mascarada, el juego narrativo que a finales de los años 90 arrasó y cambió el panorama del mundillo de los juegos de rol, desbancando al intocable hasta entonces Advanced Dungeons & Dragons y obligándolo a renovarse o morir.

En el mundo real convivimos los humanos con los vampiros y los hombres lobo, que se encuentran en una lucha eterna desde hace varios siglos. Aquí empieza la primera entrega, con una protagonista carismática (y que está que cruje) y escenas de acción al estilo matrix pero sin cámara superlenta. Los protagonistas principales son los vampiros, que mantienen ese aura seductora que han tenido desde Bram Stoker, aunque a medida que avanza el metraje no todo es tan blanco o negro como parecía en un principio. Aparece el personaje de Michael Corvin, un híbrido de la dos razas y más poderoso que cualquiera de ellos.

La segunda parte (Underworld: Evolution) profundiza en la historia. Aparece Alexander Corvinus (Derek Jacobi), el patriarca de las tres razas (él mismo es humano, uno de sus hijos fue el primer vampiro y el otro fue el primer hombre lobo). Dota al Universo Underworld de una mitología propia y diferenciada. Es una entrega más que interesante.

La tercera parte (Underworld: la rebelión de los licántropos) nos hace ver el otro punto de vista, el de los licántropos, y trata de explicar el porqué del odio de su líder, Lucien, hacia uno de los antiguos vampiros, Victor. Es quizá la peli más olvidable de las tres, si no fuera porque la protagonista (Rhona Mitra) también está que cruje, esta vez sin ayuda de traje de latex.

La cuarta parte (Underworld: el despertar) vuelve a tener a Kate Beckinsale en el papel protagonista y nos traslada unos diez años en el futuro tras la conclusión de la segunda parte. Los vampiros y licántropos han sido prácticamente exterminados por los humanos, advertidos de su existencia, o permanecen ocultos en pequeños grupos a la espera de renacer. Un laboratorio del gobierno (quién si no despilfarraría dinero público a estas alturas, con lo que está cayendo) está trabajando en una especie de vacuna para evitar que en el futuro los humanos puedan verse contagiados. Selene (Kate Beckinsale) será el sujeto uno, a partir del cual se tratará de conseguir el suero. Una enigmática niña será el sujeto dos, con sorpresa incluida (bastante previsible, por otra parte). Michael Corvin reaparece fugazmente antes de desaparecer de nuevo.


La cinta es bastante similar a sus predecesoras en cuanto a ritmo, estética y resultados. Entretiene sin pretensiones, es corta (apenas 90 minutos) y no llega a aburrir. Cumple su propósito con dignidad y en ningún momento plantea convertirse en algo más de lo que en realidad es. Desde ese punto de vista, es totalmente honesta. 

Salí del cine con la sensación de que pagué por entretenimiento y es lo que conseguí. No será una peli inolvidable, pero tampoco una bazofia tipo Conan (2011). 

La segunda sensación a la salida del cine es que probablemente veamos un Underworld 5: tras la pista de Michael Corvin o algo así. El final es totalmente abierto para ello, así que seguramente dependerá de las ganas que tengan el director y la prota de volver a la carga.

También salí del cine con una pregunta: si a Selene le caen las del pulpo y más, ¿cómo es posible que el traje no sufra el más mínimo rasguño? Si hasta Spiderman acaba hecho unos zorros...

Aprobado para Underwold 4.

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