miércoles, 8 de agosto de 2012

Haciendo dinero

Esta sería la traducción literal del último libro del Mundodisco que me he llevado a la boca, Making money. ¿En español? Pues, Dinero a mansalva. Bueno, mejorable quizás...

Como mejorable es también el resultado final. No nos encontramos precisamente ante lo mejor de Pratchett, bajando un poco el nivel a lo que estábamos acostumbrados. Aunque claro, un Pratchett mediocre (para él) es infinitamente mejor que un Corral, un Balder o, sí amigos, un Dan Brown (y he aquí a la Tríada Capitolina de mis pesadillas literarias). 



Una decepción, por tanto, la segunda historia de Húmedo Von Mustachen (Moist Von Lipwig), bastante inferior a la primera (Going Postal - Cartas en el asunto).

En esta ocasión, Húmedo se tiene que encargar del Banco de Ankh-Morpork, del que es gerente (el director es Don Tiquismiquis, un perro) por obra y, sobre todo, gracia, de la anterior dueña y del Patricio. 

Sí, tiene momentos, pero bastante espaciados en el tiempo. Lo que hace que la densidad de humor de este volumen sea bastante menor que la normal en la serie. Si a esto añadimos que los personajes secundarios, excepto Vetinari y el loco-que-quiere-ser-Vetinari (y aún este último es un poquito excesivo) son francamente olvidables, tenemos que las patas sobre las que suele reposar la calidad de un libro de Pratchett están algo quebradas desde el principio.

De acuerdo, tenemos también una generosa ración de crítica social, como es costumbre depositada sin que nos demos cuenta pero que tiene una razón de ser propia en el libro. Y su importancia, dándole a la serie del Mundodisco un valor añadido además de hacerte pasar un buen rato. 

La verdad es que me ha costado mucho leerlo, también porque ha coincidido una época en la que estuve bastante liado de curro y con muchos viajes y estancias fuera de casa. Lo que, bien pensado, tampoco dice mucho en su favor, porque en bastantes ocasiones preferí cerrar los ojos y dormir antes que leer diez o veinte páginas para relajarme. 

Lo dicho, vamos a darle un seis, porque esperaba mucho más de él.

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