martes, 29 de septiembre de 2015

Joyas literarias juveniles

Recientemente he podido recuperar la colección de las Joyas Literarias Juveniles de la Editorial Bruguera (maravillas de la era digital), una fantabulosa serie de doscientos setenta números. 

Cada uno de esos tebeos tenía treinta y dos páginas a todo color con más de trescientas viñetas. Ese derroche de color y dibujos servía para adaptar al cómic alguno de los más famosos clásicos. No faltaba ninguno: Verne, Salgari, London, Twain, May, Conan Doyle, Dickens...

¿Se puede empezar mejor una colección?

Pasar sus páginas es como volver al pasado. Desde esa portada, en su inmensa mayoría dibujadas por el para mí desconocido Antonio Bernal, con el precio en pesetas (quince pesetas, tres duros, costaba el número uno de la colección) y cuya ilustración nos transportaba ya al desierto, a la jungla, a los mares del sur, a cualquier destino imaginado por los grandes, en suma. Hasta esa contraportada que listaba todos los números publicados. 

He de reconocer que no tengo grandes recuerdos de una colección que empezó allá por 1967 y se publicó hasta 1983. Creo que alguno vi por casa, quizá algún tomo recopilatorio, pero la magia de las viñetas sirvió para que me adentrara en otra, la magia de las letras. Con esta colección y con otra también de Bruguera, pero esta vez de libros (Historias Color) en los que se alternaban páginas de texto con páginas ilustradas, me adentré en las procelosas aguas de los libros de aventuras y me convertí en un empedernido lector. Hasta hoy. 

Nunca una manzana dio para tanto

En esas páginas trabajaron artistas como Victor Mora, creador del Corsario de Hierro y el Capitán Trueno o el ya citado Antonio Bernal, asi como muchos otros trabajadores de la Editorial Bruguera, verdadera fábrica de sueños para los chavales desde los años cincuenta hasta los ochenta del siglo pasado. 

Es una pena que estas iniciativas ya no se lleven a cabo. Los clásicos están abandonados, la gente casi no lee y lo que se lee es, en más casos de los deseados, comida rápida que entra fácil y sale más fácil todavía. La juventud no se engancha a la lectura y se está perdiendo muchas cosas.

Tom Sawyer y Huckleberry Finn, aventuras sin fin...


Pero esa, es otra historia. La de hoy es que durante la lectura de esta colección me he vuelto a sentir como aquel niño que leía tebeos tirado en la alfombra del salón de su casa y que luego recreaba las aventuras que había leído con sus fieles clicks de playmobil, siempre dispuestos a batirse el cobre por un quítame allá una onza de oro del Yukón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario