lunes, 26 de diciembre de 2016

Vikingos (T4)

Después del clímax una apoteósica tercera temporada, con el asalto a París y la estratagema de Ragnar para conseguir salir victorioso, era inevitable que la cuarta temporada de la serie fuera un pequeño paso atrás. 

¿Prueba iniciática?

En esta cuarta temporada Ragnar está más vulnerable que de costumbre debido a una herida que no acaba de sanar y cuyo dolor no le permite enfocarse. Solo una extraña raíz que le administra una esclava oriental (guiño a la arqueología clásica) parece aliviarle, pero es un remedio temporal. 

El tono de esta cuarta temporada es crepuscular. La apariencia es que Ragnar ya no es el líder vigoroso de antaño, más bien parece frágil y los cuervos no tardan en aparecer para repartirse sus despojos. Los hijos de Ragnar y Aslaug crecen y amenazan la primogenitura de Bjorn Piel de Hierro, hijo de Ragnar y Lagertha y heredero de Ragnar. Ivar Sin Huesos es el más importante de ellos.

Rollo se casa con la hija del rey de los francos y nieto de Carlomagno y obtiene un feudo en Normandía a cambio de ayudar en la defensa de París cuando su hermano vuelva. 


Lucha fratricida (y desigual)


Floki ha perdido la confianza de Ragnar y conspira contra él, uniéndose a los que desean derrocarle. 

El rey Ecbert se hace con el control de Mercia y envía a su nieto, el joven Alfredo, a Roma. ¿Una premonición de lo que está por venir?

Imágenes impactantes, como la lucha frente a las cadenas del río Sena defendidas por Rollo que termina en desastre para los nórdicos. O cómo después llevan por tierra sus barcos río arriba para superar el obstáculo.

Este podría ser el resumen de una temporada que parece de transición. Parece como si los responsables de la serie quisieran anunciar que el personaje de Ragnar está superado y que poco a poco se va a cambiar el foco hacia las generaciones futuras, anticipando el choque histórico entre los hijos de Ragnar y Alfredo el Grande en Wessex. 

Pero Ragnar se encuentra lejos de estar acabado. Es, de lejos, el personaje más carismático de la serie y a mí me ha costado seguirla ahora que su protagonismo está decayendo. El personaje de Ivar apunta maneras, con esos extraños ojos azules, pero Ragnar (y Travis Fimmel) es insuperable de momento. No hay más que ver el último capítulo y su reaparición en Kattegat, tras años de retiro. 

 A pesar del bajón, tengo esperanzas puestas en la quinta temporada, si el cierre de la cuarta es una anticipo a lo que nos espera. Un escalón por debajo de la tercera temporada, dos escalones por debajo de la segunda temporada y al nivel de la pirmera. 


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