domingo, 7 de abril de 2019

Sajones, vikingos y normandos (#1 a #6)

El año pasado descubrí esta serie de novela histórica: Sajones, vikingos y normandos. Escrita por el británico Bernard Cornwell, que tiene en su haber otra serie protagonizada por el fusilero Sharpe, junto al que visita muchos de los escenarios fundamentales de las guerras napoleónicas, incluyendo lo que los sajones llaman Peninsular War. 

El marco temporal de la saga que nos ocupa es el de las invasiones vikingas de los reinos sajones de lo que hoy es Inglaterra (Northumbria, Anglia Oriental, Mercia y Wessex) durante el siglo IX y, más en concreto, el reinado de Alfredo de Wessex, que pasa a la Historia como Alfredo el Grande. 



Bernard Cornwell utiliza, como muchos autores de novela histórica, un personaje ficticio como cadena de transmisión y relator de hechos históricos.

Este personaje es el niño Uthred, hijo de Uthred, desposeído señor de Bebbanburg por su propio tío, emprende una travesía vital que comienza en la casa del jarl Ragnar y que va pasando por diferentes etapas, muchas de ellas conectadas con el rey Alfredo. Durante varias décadas de su vida vemos cómo va progresando, a veces a duras penas, mientras se mantiene fiel a los dioses nórdicos con los que ha crecido aún habiendo sido cristiano en su niñez. 



Poco a poco toma posiciones de responsabilidad, vuelve a caer en desgracia y es tomado como esclavo, pero después recupera con creces su estado, a pesar de las envidias y las malas artes de los príncipes de la iglesia que desaconsejan a Alfredo que un pagano sea tan importante. A pesar de todo ello, Uthred se convierte en la espada de Wessex, el caudilllo en el que todos confían cuando los normandos deciden atacar los reinos sajones desde su bastion de York. 

Incluso tiene un cierto aire heroico al matar en combate a Ubbe Ragnarsson, hijo del mítico Ragnar Lothbrok, y derrotar a Ivar Ivarsson, nieto de Ragnar e hijo de Ivar el deshuesado. 

 

Cornwell decide, con buen criterio, utilizar los nombres sajones de ciudades actuales: Lundene, Ieofervic, Witanceaster, Cippanham... Aunque quizá dificulte la lectura, ayuda a entrar en la ambientación. Ayuda a dar sabor, por así decir. 



Y no cae en la tentación de endulzar las cosas. La Alta Edad Media era un tiempo difícil y peligroso para vivir, donde un guerrero estaba muy por encima del común de los mortales, no solo por su habilidad con las armas, sino por el equipo: espada, hacha o lanza, escudo, casco, cota de malla... Eran poco comunes, sobre todo los de calidad, así que no era de extrañar que los supervivientes de un combate despojaran a sus enemigos de todo lo que de valor podían encontrar para equiparse ellos mismos. 



Lo mismo que sus descripciones de batallas son fieles al período y al marco geográfico. Los choques armados en el siglo IX en Inglaterra reunían a varios cientos o unos pocos miles de guerreros entre ambos bandos, muy lejos de las enormes batallas de la Antigüedad o lo que posteriormente serían las guerras en Europa de los siglos XVIII y XIX, con centenares de miles de combatientes y numerosísismas bajas. 



Aunque no es una saga deslumbrante, ni mucho menos, se lee con agrado. Sobre todo si se está familiarizado o interesado en el marco histórico de las invasiones vikingas. Incluso diría que está un peldaño por encima de la serie de Simon Scarrow sobre Macro y Cato (salvando las diferencias de ambientación entre una y otra). En cualquier caso, se agradece la agilidad de lectura y la ligereza en las descripciones y diálogos. 






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