domingo, 5 de octubre de 2025

Taboo

Los ocho capítulos que componen Taboo, la miniserie de 2017 de Tom Hardy, dibujan la historia de James Keziah Delaney, un aventurero que vuelve a casa después de doce años desaparecido y dado por muerto.

Esta última circunstancia pone patas arriba los planes de mucha gente, poderosos y no tanto, que se habían hecho ilusiones de poder tomar el control de la herencia del padre de James, que entre otras cosas poseía un acuerdo comercial en la isla de Nutka, cerca de Vancouver.

James no solo está vivito y coleando, sino que dispone de una pequeña fortuna en forma de un puñado de diamantes que va administrando para hacer frente a pagos diversos para poner en orden la casa y reiniciar el negocio.

Su actividad le hace enfrentarse a la poderosa Compañía de las Indias Orientales, un estado dentro del Estado, que no repara en medios para hacerse con el control de todas las oportunidades de enriquecerse dentro de su área geográfica de influencia.



Mientras intenta hacer valer sus derechos, vamos a ser testigos de detalles escabrosos de la vida de su padre, de la suya propia y de otros personajes que rodean su vida, siendo Taboo un escaparate del Londres de inicios del siglo XIX, cuando la guerra contra los Estados Unidos está llegando a su fin.

La sociedad londinense de entonces es parecida a la que Dickens retratará décadas más tarde, en plena revolución industrial. Aquí, lo mismo que allí, hay suciedad, desigualdad y pobreza, mucha pobreza. Lo normal es no tener dónde caerse muerto, pero hay un cierto número de afortunados que pueden vivir con holgura y en unas condiciones ciertamente más cómodas. Aventureros como James aspiran a ello y no dudarán en hacer uso de la violencia para conseguirlo.

La serie tambíén muestra detalles cotidianos menos agradables, como la proliferación de los hijos bastardos y la persecución a los homosexuales, que debían encontrarse en lugares sórdidos, siempre con miedo a las redadas policiales y al escarnio público o algo peor.



El enfrentamiento entre James y sus rivales se va a ir acentuando a medida que pasan los capítulos hasta llegar a su punto culminante en el último episodio, en el que los planes de la Compañía de las Indias Orientales se ponen a prueba contra un puñado de desharrapados que demostrarán haber estado un pasito adelante, a pesar de que todo va a pender de un hilo hasta el último momento.

Hay rumores de una segunda temporada, aunque no es en absoluto necesaria porque la miniserie es autoconclusiva. Además, con un flamante 8,3 en imdb demuestra que tiene el visto bueno del público.

A mí me resultó bastante interesante, aunque no niego que en algún momento haya tenido que torcer el gesto por algún que otro detalle escabroso en pantalla. No obstante, estoy lejos de darle tanta nota, a pesar de que Tom Hardy está bastante bien, acompañado por rostros más o menos conocidos como Jonathan Pryce y Oona Chaplin.


domingo, 28 de septiembre de 2025

Clásicos que no me han convencido

 He pensado muchas veces en la suerte que he tenido de haber entrado en la literatura de ciencia ficción por la inmensa puerta de la obra de Isaac Asimov, que llegué a leer con una cierta obsesión preadolescente.

A medida que me he ido haciendo mayor y mis gustos han evolucionado, he intentado tocar otros palos, tanto recientes como de autores más clásicos y de renombre. Es cierto que eso me ha llevado a cuestionarme por qué me han gustado tanto las historias de Asimov, porque muchas de ellas hoy me parecen bastante ingenuas e, incluso, he llegado a distanciarme de la figura del patilludo profesor, al que su autobiografía muestra como obsesionado por el dinero y el número de libros, más allá de su calidad literaria.

En general, no he conseguido conectar con esas obras y autores, salvo cuestiones muy puntuales. Aún así, no desespero en mi búsqueda de nuevas historias en remotos confines de la galaxia o en futuros utópicos, distópicos e incluso mediopensionistas.



Galaxias como granos de arena es un libro de relatos de Brian Aldiss (no pude seguir con su serie de Heliconia hace ya casi veinte años) en los que el autor nos presenta una historia futura de la galaxia, desde el más cercano hasta el más remoto.

Apenas tengo recuerdos de ninguno de los relatos qeu conforman la colección, pero sí que recuerdo que me parecieron deslavazados y que fui incapaz de encontrar un hilo conductor satisfactorio. Creo que ya lo había leído alguna vez, o quizá alguno de los relatos individuales, porque el relato en el que las inteligencias artificiales de las máquinas cosechadoras se unen en una búsqueda, me pareció familiar.

No encuentro nada positivo que decir, así que será mejor pasar página hasta La Luna es una cruel amante, de uno de los autores más grandes de la ciencia ficción: Robert A. Heinlein.

Esta es la historia de la lucha por la independencia de las colonias humanas en nuestro satélite y está ambientada en un futuro más o menos cercano.



Me gusta mucho más la prosa de Heinlein que la de Aldiss y el libro me mantuvo en cierta forma interesado. No deja de ser llamativo cómo el autor va poniendo las premisas sobre las que la colonia lunar va gestando un relato favorable a sus objetivos. Estoy seguro de que el autor ha estudiado fenómenos coloniales de nuestra historia, porque ejemplos hay un buen puñado respecto a la importancia de construir un relato que permita reunir apoyos a la causa, incluso aunque el relato construido sea parcial y sesgado. 

Si bien la historia está bien construida, me parece que los personajes son meros esbozos y poco más, meros vehículos para la historia discurra bien. 

Los superjuguetes duran todo el verano es la segunda colección de relatos de Brian Aldiss que, salvo el relato que le da título a la colección, no me ha convencido. Es más, me resulta frustrante reconocer que no recuerdo nada de nada del resto de relatos.



La verdad que el cuento principal, por sí solo, merece un lugar en el Olimpo de la ciencia ficción. Es uno de esos relatos que recuerdas años después de haberlos leído. Quiero creer que el motivo de no recordar nada más es que es tan bueno que eclipsa todo lo demás.

Considero que la ciencia ficción es un género valiente. Muchos de sus autores han utilizado sus historias del futuro para criticar o advertir de los riesgos a los que se expone la civilización humana, utilizando como nadie el recurso del cuento corto, porque la crítica social me funciona mucho mejor cuando me la presentan en píldoras pequeñas que me obligan a pensar.

Por eso me resulta tan curioso que de los cuentos de Aldiss apenas me acuerdo. Tendré que reflexionar sobre lo que eso significa.



domingo, 14 de septiembre de 2025

Nostalgia y negocio escasos de calidad

Sigo con la idea de que la nostalgia es un negocio a explotar, desde las sagas infinitas a la recuperación de títulos ochenteros, bien en forma de reinicios o reinterpretaciones. Pasando, por supuesto, por las películas animadas que se convierten en accion real, casi fotograma a fotograma.

Hablo de negocio, pero a lo mejor también podría hablar de agotamiento de las fórmulas creativas, lo que considero todavía más preocupante.

Con los cazafantasmas se da el caso curioso de que su recuperación de hace unos años está dando origen a una saga propia cuyo segundo título es Cazafantasmas: imperio helado. A pesar de que el título sugiere otra cosa, es una cinta menos fresca que la anterior, de forma inversamente proporcional a la recuperación de su esencia, como la mítica base del parque de bomberos, las herramientas de contención o el propio coche.



En cierto modo, resulta todavía más frustrante que la versión femenina que se realizó hace casi una década, con la que por lo menos te echabas unas risas.

Cazafantasmas: imperio helado nos dejó bastante fríos. No somos unos fanáticos de las películas originales, así que todo ese arsenal desplegado no hace el mismo efecto y deja ver las costuras de la película y el escaso carisma del equipo actual. También de Paul Rudd, que cada vez representa más la edad que tiene. Tanto es así, que juega con la aparición de los supervivientes del equipo original, aunque estén ya bastante mayorcitos para casi cualquier cosa.

El público parece que entiende lo mismo, porque se queda en un 6,1 en imdb.

A esta categoría de nostalgia podría incluir El reino del planeta de los simios, cuarta película del reinicio de una franquicia que ya fue sobreexplotada en sus tiempos y que sufrió una reinvención perpetrada por Tim Burton hace un buen puñado de años.

En esta entrega, años después de la victoria y el reinado de César, los simios siguen siendo los gobernadores del mundo, pero también hay humanos que se resisten a desaparecer y que no olvidan que hace mucho tiempo los simios solo eran animales y todas las maravillas tecnológicas las había creado el género humano.



Hasta se recupera el nombre mítico de Nova en el personaje de Freya Allan, la muchacha que viaja al reino del nuevo César en busca de herramientas y tecnología que ayude la causa de la Humanidad.

Hasta cierto punto entretenida, no puede evitar el progresivo agotamiento de la fórmula en cuanto a narrativa. No obstante, luce un digno 6,8 en imdb.

Bitelchús bitelchús recupera al personaje creado por Tim Burton (vaya, parece que vemos un patrón ahí) en una cinta en la que Jenna Ortega, la actriz de moda de los temas creepy light es la hija de la protagonista original, reconvertida en medium televisiva y protagonizada por la también recuperada para la causa Winona Ryder.

Como también recuperado para la causa está Michale Keaton, que volvió a ponerse el traje del murciélago hace un par de años y ahora revisita el inframundo más canalla.

No he visto la primera parte, pero tampoco tengo muchas ganas después de ver la segunda. Imdb la coloca en el entorno de las anteriores, con un 6,6.



Más sorprendente es que Eddie Murphy se vuelva a poner la zamarra de los Detroit Lions después de treinta años para protagonizar Superdetective en Hollywood: Axel F. Vale que lo hace con el loable propósito de ayudar a su hija, valiente abogada que se enfrenta a poderosos enemigos.

La verborrea de Murphy parece que no tiene el mismo éxito que en la década de los ochenta, cuando encadenó varios éxitos de taquilla haciendo reir a una generación de adolescentes.

Tampoco ayuda que haya pasado tanto tiempo, porque Taggart y Rosewood están bastante cascados (sobre todo el primero, porque John Ashton falleció poco tiempo después). Sin embargo, siempre resulta agradable ver a Bronson Pinchot en su papel recurrente de Serge.



6,4 en imdb para nuestro detective favorito de Detroit.

Por ejemplo, no había ninguna necesidad de Gladiator II, menos de un cuarto de siglo de que la historia de Máximo Décimo Meridio fuera un acontecimiento global y consiguiera revitalizar las películas de romanos durante un tiempo.

Repetir fórmulas no es la mejor opción, como no lo es tener a Pedro Pascal en el reparto (a este paso se van a estrenar más películas con él que sin él). Geta y Caracalla no llegan al nivel de villano de Cómodo, a pesar de la mirada de loco de Joseph Quinn (otro al que se ve de más desde su papel de Eddie Munson en Stranger Things).



No funciona la grandiosidad de la puesta en escena y Paul Mescal no es Russell Crowe, lo que explica en gran medida el descalabro de pasar de un 8,5 en Gladiator hasta un 6,5 en Gladiator II. Y es que ni siquiera se han currado un título en condiciones.

Termino con el reciente nuevo reinicio de la saga jurásica con Jurassic World: el renacer. Esta cinta no es ya un paso atrás respecto a la trilogía original, sino que también lo es respecto a la segunda trilogía.

Estamos ante uno de los ejemplos más evidentes de cómo exprimir la gallina de los huevos de oro hasta más allá de lo razonable. Ni siquiera funciona un reparto con un par de nombres de relumbrón y poco más, porque es imposible quitarse de encima la sensación de estar viendo lo mismo de siempre.



Este agotamiento se refleja en el 5,9 de imdb, la peor nota de este racimo de títulos que miran más por el dinero que por la calidad.

Todos son perfectamente olvidables e, incluso, nos los podríamos ahorrar y sacar así tiempo para buscar alguna fórmula nueva que funcione, que las hay.


domingo, 7 de septiembre de 2025

Sajones, vikingos y normandos (#7 a #13 y final)

 Pues he terminado la serie de Sajones, vikingos y normandos, del Bernard Cornwell. Han sido trece libros y unas siete mil páginas, poco más o menos, y he pasado de una opinión neutra después de los seis primeros volúmenes a acabar encantado con los siete siguientes.

Los seis primeros volúmenes los reseñé por aquí y la verdad es que no me estaban diciendo mucho. No me acababa de convencer el estilo y tampoco la historia me terminaba de enganchar del todo, a pesar de tratarse de una época histórica interesante y de la que casi no tenía conocimientos previos, más allá de alguna lectura y de alguna película o serie.



No obstante, entre la primera tanda de lecturas y la segunda, se produjo un acontecimiento clave: vi la serie The last kingdom, que también he reseñado por aquí. Como en el caso de los libros, empecé a verla sin demasiadas expectativas, pero terminó encantándome y su rebufo retomé la lactura de los libros, que tenía un poco abandonada. Me enganché a ellos y esta semana cerré las tapas del último.

He sido testigo de las andanzas de Uthred el Pagano, señor de Bebbamburg, paladín de Alfredo, rey de Wessex, guardián de Ethelfleda de Mercia y protector de Athelstan de Wessex, Mercia y Anglia Oriental. Un personaje que tiene sus claroscuros como es habitual, pero al que le guían el honor y el destino. Adorador de los antiguos dioses nórdicos en un mundo cada vez más cristiano, pero no por ello menos noble.


Por sus páginas han pasado personajes históricos, como los reyes y reinas de los sajones, caudillos vikingos como Ubba Ragnarsson o Ivar el deshuesado, reyes de Gales y de Escocia y otros como Egil Skallagrimmson, protagonista de la saga del mismo nombre recopilada por el islandés Snorri Sturlusson en el siglo XIII.

Somos testigos de una época convulsa en la isla de Gran Bretaña, desde la casi desaparición de los reinos de los sajones a manos de los invasores vikingos hasta que las tornas cambiaron y el rey sajón de Wessex se convierte en monarca de toda Bretaña (título que no es del todo real, puesto que todavía quedaban varios siglos hasta la conquista de Gales y, sobre todo, la Unión con Escocia).



También veremos cómo el cristianismo se convierte en la religión cada vez más dominante, cohesionando tierras, reinos y habitantes y arrinconando las creencias tradicionales y los dioses nórdicos.

Me ha gustado especialmente la ambientación que ha logrado el autor, sobre todo mediante el uso de topónimos en inglés antiguo (Lundene, Witanceaster, Tames, Ceaster, Eofervic....) y el conocimiento que tiene de la época. La descripción de la panoplia de los guerreros y cómo describe las batallas y combates, sin ahorrar una gota de sangre y de brutalidad, haciendo que el lector se sienta como uno de esos guerreros formados en un muro de escudos que se lanzan contra el enemigo, apuñalan y son apuñalados.



Por los miles de páginas de la saga pasa un buen puñado de personajes secundarios, todos ellos con una buena historia detrás, que acompañan a Uthred en su peripecia vital: el fiel Finan, Sitrhic, Ragnar, Sciorra, Oswin, Uthred hijo de Uthred, Aethelhelm, Steapa, Svein el del caballo blanco, Guthrum...

También está muy lograda la sensación de retroceso cultural que se vivió en buena parte de Europa tras la caída del Imperio Romano. En la Britania de los siglos IX y X, los sajones todavía utilizaban las calzadas romanas y los edificios que estos habían construido durante la permanencia de la isla en el Imperio, convertidos en palacios, iglesias y monasterios. Uthred los menciona muchas veces, junto con la sensación de que los sajones no han podido, no ya superar, sino igualar todo lo conseguido por la tecnología de trescientos o cuatrocientos años atrás.



Este retroceso también se refleja en la guerrra. Me resulta curioso ver cómo los romanos eran capaces de equipar y poner en el campo de batalla miles o decenas de miles de soldados, mientras que en vida de Uthred un ejército de dos mil o tres mil hombres era una fuerza de consideración.

Si tuviera que poner un pero, este sería que el personaje de Uthred es poco creíble desde el punto de vista de su longevidad. Sabemos que participó en la batalla de Ethandun, en maño de 878, que marca el inicio del poderío de Wessex y que terminó sus días guerreros luchando en primera fila en la batalla de Brunanburh, en 937, que supone el reconocimiento de la superioridad de Athelstan como monarca supremo de la isla. Las fechas suponen que Uthred podría estar en torno a los 75-80 años en la segunda de ellas y no me parece que tuviera fuerzas para soportar escudo, cota de mañas y espada.



Quitando ese reparo, estoy seguro de que cualquier aficionado de novela histórica encontrará la saga de Sajones, vikingos y normandos como una de las imprescindibles. Como también creo que si volviera a leer los seis primeros libros, los vería con otros ojos.

De estos últimos siete libros, ninguno baja de notable y un par de ellos roza el sobresaliente. Sobre todo El señor de la guerra, el último de todos.




domingo, 24 de agosto de 2025

Guía del aventurero de la Costa de la Espada

Los Reinos Olvidados son una de las ambientaciones más icónicas de los juegos de rol, con una gran cantidad de material producto de los tomos que han salido para las sucesivas ediciones del juego de rol más famoso del mundo.

Dentro de los Reinos Olvidados, quizá la parte más conocida sea la Costa de la Espada, con enclaves conocidos por todos: Waterdeep, Puerta de Baldur, Neverwinter, CandleKeep, etc. Por eso, era bien conocido que este rincón de aventuras iba a tener su hueco entre los tomos publicados para la 5ª Edición de Dragones y Mazmorras.

La guía del aventurero de la Costa de la Espada es un tomo en tapa dura de alrededor de 150 páginas repletas de información de esta región de los Reinos.

Así, el primer capítulo aporta una breve información geográfica situando la Costa de la Espada en el marco geográfico de los Reinos, para después pasar a dar un listado de los dioses a los que adoran las distintas razas. Este listado de dioses ha ido evolucionando poco a poco a través de las sucesivas ediciones del juego, pero los dioses principales se mantienen inalterables. Si acaso, aparecen Asmodeo, El Caballero Rojo (una diosa, a pesar de su nombre) o Savras.

El segundo capítulo es una descripción de distintas localizaciones en la Costa de la Espada, incluyendo reinos enanos (Ciudadela Felbarr, Mithril Hall, etc.), las distintas islas (Nelanther, Lantan, las Moonshae) y otros asentamientos como el Bosque Alto, Elturel, Luskan, la Fortaleza Oscura de los zentharim, el Valle del Viento Helado e incluso la Infraoscuridad. Se trata, con mucho, del capítulo más largo del libro.



El tercer capítulo describe las particularidades de las razas de los Reinos en términos de juego, que junto con el siguiente, dedicado a las clases, y el quinto, que introduce algún trasfondo nuevo, nos permitirá personalizar un poco nuestros PJ. Tampoco mucho, no vayamos a volvernos locos.

La edición es muy cuidada, como está siendo habitual en los productos de esta Quinta Edición, con tapa dura e ilustraciones de muy alta calidad artística, a todo color. El papel resulta ser muy fino, porque el libro es bastante delgado a pesar de contar con un poco más de ciento cincuenta páginas incluyendo índices y apéndices.

La sensación es que estamos más ante un resumen de algo muy grande que ante una herramienta de juego a la que vayamos sacar mucho partido. Vale que hay opciones de personalización, pero tampoco son tantas.

Tampoco es que haya demasiada información de las facciones, que en los Reinos Olvidados siempre han tenido una importancia fundamental (Arpistas, Alianza de los Lores, Zentharim, Magos Rojos...). Cada una de ellas tiene un epígrafe en el libro, pero bastante breve, apenas un esbozo.

Incluso el capítulo segundo pasa con rapidez por las distintas ubicaciones geográficas, sin entrar en demasiados detalles. Sí, nos podremos encontrar con alguna semilla de aventura aquí o allá, pero no vamos a tener un volumen de datos significativo. Queda todo muy lejos del sinfíin de material publicado para la Segunda Edición, que si no recuerdo mal fue en la que debutaron los Reinos y en la que se publicó una cantidad ingente de información contenida tanto en los añorados Companions como en las novelas ambientadas en los Reinos. Ahora, treinta años después, apenas tenemos material nuevo.

En resumen, un tomo para completistas que bien nos podemos ahorrar y tirar de material antiguo, a pesar de que nos perderemos algo de información del avance de la cronología establecida en un siglo, año más o año menos.