domingo, 9 de noviembre de 2025

Conan de Cimmeria (Minotauro)

Es sorprendente cómo me atrapa el personaje de Conan. Desde mi adolescencia, cuando devoraba los tebeos de La espada salvaje de Conan, Conan el bárbaro y Conan rey, pasando por las películas y las novelas de tapa azul que se publicaban en tapa blanda y bolsillo, por parte de Martinez Roca para su colección Fantasy.

Nombres como L. Sprague de Camp, Lynn Carter, Roy Thomas, Ernie Chan, Barry Windsor Smith o John Buscema me eran tan familiares como el de Robert E. Howard, el autor de las novelas originales allá por los años treinta del siglo pasado.

Me sorprende porque Conan es un personaje creado para su disfrute en revistas pulp como Weird Tales y que el autor pudiera monetizar su esfuerzo lo más rápido posible. Entonces, como producto de su tiempo y de sus circunstancias, entiendo que debería tener una vigencia bastante limitada y, sobre todo, irse apagando a medida que pasan los años.

No me parece así y lo he podido comprobar al leer los tres tomos recopilatorios publicados por Minotauro, siguiendo el orden cronológico de publicación original.



Me compré los tres tomos más por afán de coleccionismo que por otra cosa. Y no resulta baladí, porque cada uno me salió por cerca de cincuenta euros. El retorno, en cuanto a calidad de la edicion, me resultó un poco mediocre. Vale que tenemos cada tomo en una edición de estuche con una ilustración a todo color y que el interior está salpicado por ilustraciones también de calidad, aunque en blanco y negro, pero cada tomo me ha dado cierta sensación de fragilidad y poca durabilidad, así que los he guardado con reverencia una vez leídos.

Es en lo que se refiere al disfrute que me ha parecido que he pagado poco. Desde que empiezo a pasar las páginas y me sumerjo en una Era Hibórea que siempre me ha parecido realista, quizá porque está plagada de nombres familiares que rememoran civilizaciones antiguas: Estigia, Turán, Vendhya, Iranistán, Aquilonia, Argos, Zamora, las marcas bosonias o los yermos pictos.

La prosa de Robert E. Howard me transporta a esa época de aventuras a través de un personaje que es muy diferente a nosotros, pero que es como si fuera la sublimación de todo lo que somos. Da igual que sea mercenaro, bandido, pirata, soldado, mercenario, general o rey, Conan llena por completo la historia narrada y se convierte en el único señor de tu imaginación.



Historias como El fénix en la espada, La torre del elefante, Villanos en la casa, La reina de la Costa Negra, Clavos rojos, El dios del cuenco, La hija del gigante helado. El pueblo del Círculo Negro, Nacerá una bruja, El coloso negro... Muchos de ellos leídos y releídos en diferentes ediciones, todos o casi todos adaptados a formato tebeo por Roy Thomas, son atrapadores hasta tener que pasar páginas y páginas.

Decía que me sorprende la vigencia del personaje y que se publiquen nuevas ediciones de sus aventuras, más en estos tiempos de revisionismo en los que se busca lo políticamente correcto y se revisan obras clásicas porque no se adaptan a los cánones de la corrección política vigente. Conan el bárbaro es incorrecto en cuanto a las situaciones que describe, la relación hombre-mujer, la masculinidad que destila y el racismo que subyace en sus tramas y descripciones, pero a pesar de ello se trata de aventuras de espada y brujería en estado puro, sin destilar. Pero también es un personaje curioso que tiene un código ético y moral estricto, no poniendo reparos en acabar con cualquiera en buena lid, pero tomando siempre decisiones que podríamos calificar como buenas.

Poder leer los cuentos en orden cronológico nos hace ver también el desarrollo del personaje y el perfeccionamiento en el oficio del autor. Por desgracia, Robert E. Howard se suicidó muy joven cuando apenas hubo escrito un puñado de cuentos, así que no sabemos hasta dónde pudo haber llegado en la confección de la biografía de Conan, pero teniendo en cuenta el nivel alcanzado por sus últimos relatos, me da la sensación de que nos hemos perdido mucho.


Esta edición de Minotauro se completa con fragmentos de cartas del autor, fragmentos y revisiones anteriores a la publicación e incluso partes de relatos inacabados. Para el aficionado a la obra y al autor, me parece un añadido muy destacable.

Alrededor de Conan, su autor y la Era Hibórea se an publicado relatos del cimmerio escritos por otros autores. Todavía no he leído ninguno, pero los tengo en mi lista de pendientes, mientras espero que sean dignos del original.

Mientras tanto, no puedo dejar de estremecerme cuando Conan se desliza por algún pasadizo oscuro y húmedo, espada en mano y guiando con mano firme a la muchacha de turno, sea plebeya, princesa o reina, para encontrarse con engendros del pasado, inmortales como Akivasha o Thugra Khotan, piratas como Zarono el Negro o una partida de guerra picta que busca masacrar a los colonos aquilonios más allá del Río Negro.

Y, como telón de fondo, la eterna lucha entre civilización y barbarie que el autor se ocupó de resaltar en cada uno de sus relatos


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