domingo, 13 de junio de 2010

Orcos con bigote

Los juegos de rol permiten al jugador hacer cosas que en su vida normal ni siquiera soñaría. La adrenalina corre por sus venas, el nerviosismo se hace patente cuando agita los dados buscando una buena tirada que solucione el atolladero en el que, por regla general, se ha metido a sí mismo gracias a su inconsciencia y falta de previsión. Los compañeros cooperan en la medida de sus posibilidades para conseguir el bien común (normalmente salvar el pellejo y quizá conseguir algún beneficio en forma de monedas, joyas o algún objeto mágico).

Recordamos aventuras acaecidas años atrás (en mi caso, muchos años atrás) y nos reímos de lo pardillos que fuimos o lo mal que salió el plan que tan cuidadosamente tejimos y creímos infalible hasta que una tirada desafortunada da al traste con todo.  

Fueron partidas memorables por diversos motivos, no siempre los que el máster hubiera elegido. Pero lo que no se olvida en ningún caso es un buen enemigo final, la némesis del grupo, que obligue a exprimir las neuronas o que sea protagonista de un momento climático. Si además se las apaña para sobreviviral último encuentro y, tras una sádica carcajada, huir rodeado de una densa niebla mientras jura que volverá a encontrarse con ellos, puede conseguirse una serie de aventuras que culmine en una campaña inmortal.

Pero, ¿cuántas veces el PNJ que era un poco de relleno, cuando no mera improvisación, se convierte en ese enemigo memorable, creándose una rivalidad que se encona a cada encuentro? ¿Cuántas veces el máster tiene que tejer argumentos paralelos para dar salida a las diversas posibilidades?

Más que archienemigos superpoderosos a los que hay vencer contra toda esperanza, demonios, liches pútridos, orgullosos dragones, magos con más conjuros que la chaqueta de un mago o guerreros más cuadrados que un cubo de rubik, recuerdo con simpatía a cierto orco que, ante los propios ojos de mi paladín, sacrificó a mi amante sacerdotisa de Sune. No pude llegar a tiempo para evitarlo, pero sí para verle bien la cara. Y su fino bigote se grabó a fuego en mi memoria hasta que cumplí venganza y bailé sobre su tumba.

Y, amigos, la sensación es de un subidón total. Ni por un millón de monedas de oro cambiaría lo que supone derrotar a tus miedos y ansiedades.

2 comentarios:

  1. Hay noches en que mis sueños son agitados.Y aunque en mi vigilia me repito que ha muerto, que yo mismo vi rodar su cabeza separada por fin de los hombros...En esas noches sin luna, aún oigo el furioso golpear de los remos cada vez más cercano a popa, y la voz helada y cruel de Wilif Pelo de Nieve ladrando a sus saqueadores que no habrá piedad en el abordaje...

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  2. Wilif Pelo de Nieve... Un villano carismático de Runequest Vikingos. Disfruté mucho dirigiendo la partida y viendo vuestras caras de acongoje cuando os acercábais a su campamento. Me alegro de que haya calado.

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