viernes, 24 de mayo de 2013

Me llamo Íñigo Montoya ytalytalytal

Nostalgia y calidad.

Ese Mandy Patinkin (Gideon en Mentes criminales, Saul en la actual Homeland), esgrimista español, que busca al hombre de seis dedos que mató a su padre, maestro espadero.

Hola. Me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir.

Una vez, y otra, y otra más. Como un mantra del que coger fuerzas. Una mezcla de coraje, resolución y cabezonería. Y, por supuesto, una de las razones por las que ver La princesa prometida sigue siendo una delicia aún veintiséis años después de su estreno. 



Personajes como Vizzini, el taimado siciliano que urde un plan perfecto para luego ser testigo de cómo se derrumba como un castillo de naipes. ¡Inconcebible!, diría él, aunque es más que probable que no sepa lo que significa en realidad esa palabra; o Fezzik, el gigantón de buen corazón encarnado por el mítico luchador André, el gigante; el milagroso Max, un irreconocible Billy Crystal, rezumando rencor contra el príncipe Humperdinck; la bella Buttercup (¿?), encarnada por la no menos bella Robin Wright (antes Penn), la princesa prometida que da título a la cinta y que no se rinde jamás de esperar al amor verdadero; Westley, a.k.a. Pirata Roberts, que vuelve de la muerte para rescatar a su amada; o el malo maluto, conde Rugen, que se enfrentará a la muerte, con la cara de Íñigo Montoya, cerrándose el ciclo. 

Tres ¿amigos?


Una historia de amor y aventuras, narrada por un abuelo (Peter Falk) a su nieto enfermo (Fred Savage), al hilo de la mejor fantasía. Héroes, bellas princesa, malos malísimos. El bien contra el mal. Blanco contra negro. 

Genial. De verdad.

¿Es guapa o no?


Con la no menos genial banda sonora de Mark Knopfler (tengo olvidado hacer una entrada de mis queridos Dire Straits, pero ya llegará), capaz de hacer que la música se funda con la imagen, hasta el punto que ambas van de la mano.

¿Se nota que la película me encanta?

25 aniversario: foto de familia. En el centro, el actor que se comió a Mandy Patinkin


Pues sí. Da igual cuántas veces la haya visto, o cuántos años hayan pasado desde la última vez. Cada nuevo visionado es especial. Como lo fue el último, por la televisión, hace unas pocas semanas. Esta vez la vi con mi niña, que se enganchó a la historia como pocas veces, con la boquita abierta y los ojos brillantes. Me acabó de convencer de que la historia agrada a niños y mayores, porque las películas que abordan la fantasía y la imaginación para todos los públicos.


El tiempo pasa...




...para todos

¿Qué más puedo decir? 

Casi doscientos mil votantes le han puesto una nota media de 8,1 en la web imdb. Yo voy más allá. Un nueve como la copa de un pino.

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