sábado, 17 de agosto de 2013

Lorenzo el inmoral

Ya perdonaréis la tontería, pero bajo este título, una broma privada, se camufla la opinión de Lobezno Inmortal, la última película de mutantes del universo Marvel. 



Con este título ya serán siete (seis estrenados) en los que Hugh Jackman encarna a Logan, Wolverine o Lobezno, como queráis, teniendo el honor de ser el actor que más veces ha puesto cara y ojos a un personaje de la Factoría Marvel. Seguro que cuando toque cambiar de rostro, es ley de vida, el actor australiano quedará siempre en el recuerdo de los buenos aficionados.

En esta ocasión, Lobezno se va de viaje a Japón, convocado por el señor Yashida, al que salvó la vida allá por la Segunda Guerra Mundial (recordemos que el apellido de Lobezno es Inmortal...). Lo que era una mera despedida se convierte en una lucha por su vida y por la de Mariko, la bella hija de Yashida. 

Las imágenes del pasado se entremezclan con el presente. Ninjas, modernos samuráis, la yakuza, mutantes buenos y malvados... todo se mete en un cóctel, removido, no agitado, para mayor gloria del protagonista. 

La mala malísima Viper... una víbora


Hasta que el inmortal está a punto de dejar de serlo, por obra y gracia de... no... me contendré. Esto sería un spoiler colosal. Pero vamos, que está a punto de palmarla cuando su factor de curación mutante falla. Curiosos momentos entonces, para un tipo acostumbrado a despreocuparse por lo que pueda pasarle porque sabe que tarde o temprano va a resucitar (en tebeos ha llegado a regenerar su cuerpo desde su pelado esqueleto de adamantium; duele, sí, pero no te mueres...). Tendrá que usar la cabeza y a eso sí que no está acostumbrado. 

Historia típica de superación en la que, como en otras muchas, hay que apurar hasta el fondo el cáliz de la desgracia hasta que puedes comenzar a subir de nuevo. Como en otras pelis de superhéroes, Lobezno tendrá el soporte de alguien a quien acaba de conocer pero que a los cinco minutos es como de la familia (en este caso será la joven Yukio, mutante con la capacidad de ver flashes del futuro de las personas...). 

Interesante ver cómo es la sociedad japonesa actual, anclada a antiguos ceremoniales sociales y religiosos y que aún tiene el honor, personal y de la familia, como algo digno de cuidar. No solo eso, somos también testigos de curiosas formas como los hoteles del amor o las salas de juegos...

Pablo Motos y una invitada de El Hormiguero, en un salón de
recreativos de Hello Kitty


Por lo demás poco hay que destacar. La película es una de las más pobres de la Factoría, aunque no llegue a niveles tan bajos como Daredevil, las de los 4F o, sobre todo, Elektra. Pero sí es lo suficientemente mediocre como para comprobar que el personaje, por lo menos en solitario, da síntomas de agotamiento y no es capaz de llenar el metraje.

Mención especial para las chicas de la película, desde las japonesas Yukio (Rila Fukushima) o Mariko (Tao Okamoto) hasta Jane Grey (Famke Janssen) o Viper (Svetlana Khodchenkova). Curioso que, excepto la primera, las otras tres superan con holgura el 1,70 m (Svetlana llega al 1,80 m y Famke las supera a todas con 1,82 m). De piernas largas no vamos mal, no.

Resumiendo, un poco decepcionado. No es que tuviera muchas expectativas, pero tampoco algo tan escasito. Démosle no obstante un aprobado raspado, un cinco, pero más por Hugh Jackman (un Pablo Motos hiperhormonado) que por otra cosa.

AVISO: quedáos hasta la escena tras los títulos de crédito. Merece mucho la pena y es lo mejor de la peli. Palabra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario