domingo, 25 de mayo de 2014

El origen del planeta de los simios

Precuela de la nueva generación de películas del Planeta de los Simios tras la de Tim Burton, pero con otro director (un tal Rupert Wyatt al que no conozco...).

En ella, un investigador James Franco está trabajando en una cura para el Alzheimer (nota lacrimógena, su padre sufre la enfermedad) y ensaya un prometedor producto en simios. Una demostración delante de clientes termina como el rosario de la aurora, con lo que los laboratorios farmacéuticos (ya sabemos que lo que buscan es el mayor beneficio al menor coste posible y que no tienen escrúpulos) cancelan el programa. Los simios no son necesarios y deben ser sacrificados.

Pero como James Franco tiene buen corazón, se lleva a un pequeño monito de estranjis a su casa. Un tal César, recién nacido y que ha recibido altas dosis del producto mientras estaba en la tripita de su mamá. También se lleva un puñado de dosis del medicamento para administrarle a su padre, que mejora de manera radical tras la primera administración...

¿Quién se ha dejado una toalla en esta entrada?


A partir de aquí, James Franco continuará investigando en su casa y desarrollando una nueva versión de la cura, basada en virus. Y el pequeño César irá creciendo y descubriendo que es diferente a todos los demás...

Lo complicamos con un poco de tensión sexual no resuelta (James Franco con la veterinaria), unas pocas dosis de malentendidos, un centro de acogida de simios que resulta más una cárcel regida por humanos de los más malos (Draco Malfoy, por ejemplo). Lo agitamos todo y tenemos el perfecto caldo de cultivo para que César odie al género humano y se convierta en el líder del germen del planeta de los simios. 

No contaré nada más, solo que hay una explicación muy básica al por qué los humanos serán minoría en el futuro cercano, además de que se homenajean los clichés de la serie (simios montando a caballo con rifles en la mano)

Como habéis podido ir leyendo, la película está plagada de giros y tópicos, pero entretiene a lo largo de los 105 minutos de metraje. Es honesta, porque tampoco se enrrolla sin necesidad para contar una historia que no necesita dos horas y media para desarrollarse, lo que es de agradecer en estos tiempos en los que las películas deben durar como Ben-Hur y los libros tener tantas páginas como la Biblia, o no estamos satisfechos. 

Podemos decir que los personajes humanos son meros secundarios, accesorios para explicar la personalidad del verdadero protagonista, el chimpancé César (Andy Serkis, ya acostumbrado a que no se le vea el careto en las películas que protagoniza). 

Tanto motion-capture hace que se pierda el sabor de ver a Roddy McDowall enfundado en un caluroso traje y sufrir varias horas de maquillaje, pero bueno...

En resumen, creo que un siete es una nota adecuada para una peli entretenida. Este verano se estrena la segunda parte... Veremos...

5 comentarios:

  1. Uf, yo creo que no la veré. Hay opciones mejores.

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  2. A mi la película me entretuvo, en cierta medida me sorprendió, aunque me recordó la película Proyecto X de Mathew Broderick. No es una mala película pero no tiene estatua de la libertad.

    Creo que la toalla es de Arthur Dent. Yo la conservaría: nunca sabes cuando vas a necesitar una

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  3. Pues este año estrenan la 2ª parte y el monito de la portada parece que tiene malas pulgas. No sé por qué nos empecinamos en creer que los monos van a acabar con nosotros cuando en realidad será los gamusinos, cucarachas y demás insectos.... o es que el gamusino no es un insecto?

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