domingo, 26 de abril de 2015

La rueda del tiempo (XI - XIV)

Me las prometía muy felices hace unos pocos años: pensaba que había dado buena cuenta de la serie de Robert Jordan, La rueda del tiempo. La verdad es que me quedaban aún cuatro libros para terminarla. Titánica tarea, por otra parte, cuando cada uno de los libros ronda las ochocientas páginas.

Los tomos XI a XIV son, por este orden: Cuchillo de sueños, La tormenta, Torres de medianoche y Un recuerdo de luz. Los tres últimos escritos por Brandon Sanderson a partir, supuestamente, de las notas dejadas por Robert Jordan antes de su fallecimiento. En total, más de tres mil páginas que cierran la historia del Dragón Renacido, Rand al´Thor, y de sus amigos y enemigos. 

El Dragón Renacido

Lo primero que me llega a la mente es que, con el cambio de autor, la serie se hace más ligera, más llevadera. Se lee mejor. Sanderson se olvida o da mucho menos peso a algunos temas recurrentes en la prosa de Jordan, entre ellos ese repetitivo asunto de la guerra de sexos, ese continuo deslizar estereotipos masculinos y femeninos que poco o nada hacían para aportar elementos nuevos a la trama. 

Una trama que avanza de una forma demasiado lenta. Una lentitud exasperante, porque con cada libro que terminaba, la sensación de que aún quedaba mucho en el tintero y mucho por leer se hacía cada vez más grande. Y saber que cada vez quedaban menos libros, me hacía pensar que el final sería bastante precipitado. 

No estaba muy desencaminado. Efectivamente el final es precipitado, como si hubiera prisa en cerrar la serie y todos los cabos sueltos, pero lo mejor de catorce libros, alrededor de diez mil páginas y cerca de catorce meses de lectura estaba justo al final. 

Si por algo no me arrepentiré de leer La rueda del tiempo, más allá de algunos momentos puntuales y de ciertos conceptos originales, es precisamente por haber llegado a su final y haber leído Un recuerdo de luz. Es, con diferencia, el mejor de todos los libros: vibrante, épico, sorprendente. 

Vibrante porque llega al climax, con la invasión de las hordas del Oscuro y la Última Batalla en el horizonte. 

Épico, porque somos testigos de cómo la desesperación lleva al sacrificio máximo que uno puede hacer. Algo que tanto los protagonistas principales como los secundarios no dudarán en llevar a cabo para liberar a la Humanidad de la victoria del Oscuro. 

Mat Cauthon, que guarda en su cabeza el recuerdo de todos
los generales que en el mundo han sido


Y sorprendente, porque algunos de esos sacrificios nos llevan a despedirnos de personajes de verdadero peso en la historia. Personajes que uno no pensaría que podrían morir nunca, pero que dan gustosos sus vidas por un bien mayor. De alguno de ellos lo lamenté de veras (no espoilearé para no fastidiaros el gustazo de pasar por los libros como yo), de todos me pareció bien el contexto, aunque a veces pensaba que el asunto era un poco arbitrario: ¿por qué este y no este otro?

¿Y el final-final? Aún más precipitado, porque si catorce libros se cierran en uno, éste lo hace en las últimas veinte o treinta páginas. No obstante, el final elegido para Rand al´Thor, Dragón Renacido, me parece más o menos acertado. Al menos, no chirría con el conjunto de la historia y el desarrollo del personaje. 

Sería muy triste decir que La rueda del tiempo en su conjunto solo merece la pena por este último libro. Pero, a pesar de ser una de las series más nombradas y con más seguidores de la fantasía épica, no me parece que sea sobresaliente. 

Horda de trollocs y un myrdraal


El espejismo de ese brillo final apenas sirve para cubrir cientos de páginas de tedio, de no avanzar la historia, de conflictos entre hombres y mujeres, de discusiones sobre la amplitud de los escotes, de descripciones de vestidos, de personajes secundarios, de personajes muy secundarios que nada aportan a la trama más allá de más páginas a la historia... La rueda del tiempo habría ganado muchos enteros de haberse condensado en, como mucho, la mitad de esa extensión. Nos habríamos ahorrado páginas y páginas de nada. 

Pero el último libro... ese sí que merece la pena.


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