domingo, 15 de octubre de 2017

Underworld

A principios del siglo XXI, influenciada por la moda de lo sobrenatural, comenzó la serie de películas dentro de lo que podríamos llamar Universo Underworld que, básicamente, es nuestro propio mundo con el pequeño añadido de una guerra soterrada entre licántropos y vampiros. 

Son ya cinco películas entre los años 2003 y 2016, en la misma línea de estirar el chicle hasta que se parte. Cinco películas que comparten una estética gótica, con vampiros sofisticados y hedonistas que se enfrentan desde sus fortalezas al salvajismo y al número cada vez mayor de los licántropos, continuando una guerra de siglos en los que los seres humanos no somos ni siquiera testigos. Todo lo más, somos ganado.

Tiene pinta de ser incómodo ponerse eso

La protagonista de cuatro de las cinco películas es Selene, una "guerrera de la muerte" (solo el nombre es para echarse a temblar sobre lo que vendrá después), enfundada en un traje de cuero negro que tiene pinta de ser la mar de incómodo y con un par de semiautomáticas con las que además de acribillar lo que se le ponga por delante es capaz de abrir un agujero en el suelo por el que dejarse caer a la planta inferior.

La protagonista de la quinta película (la tercera en el orden de estreno) fue Rhona Mitra, más conocida por haber sido una Lara Croft de carne y hueso allá por los años 90 del siglo pasado.

Rhona Mitra


Al más puro estilo de Vampiro, el Juego de Rol, y su Mundo de Tinieblas, se van desgranando las relaciones interraciales e intrarraciales, con conceptos tan clásicos como los Ancianos, los Primeros Vampiros y los más poderosos de su raza, que gobiernan áreas de influencia como reyes absolutistas, negociando continuamente entre sí, por lo menos en los períodos en que estos Ancianos se encuentran activos y no en estado de hibernación, tanto más frecuente y/o más largo cuanto más viejo sea el anciano en cuestión.

Dicho ya que la serie de películas es producto de una moda, resulta quizá llamativo que se hayan prolongado en el tiempo durante tanto tiempo. Y que haya sido así  a pesar de la evidente caída de calidad de las sucesivas entregas: de la decente primera parte y su digna continuación, a la cada vez mayor ida de olla de la tercera y cuarta entregas (dejo aparte la tercera película, que se centra en la llamada Rebelión de los Licántropos, allá por la Edad Oscura, y que por lo menos se deja ver).

Cuero, semiautomáticas y luna llena. ¿Qué puede ir mal?


Tanto es así que la última, Underworld: las guerras de sangre, ni siquiera la he terminado de ver.

No sé si habrá una nueva entrega. No sé si a Kate Beckinsale le interesa volver enfundarse el traje de cuero ajustado y empuñar las semiautomáticas. Pero lo que sí sé es que yo ya he tenido suficiente.

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