domingo, 16 de septiembre de 2018

El corredor del laberinto

Hay una moda en el cine actual de adaptar series de novelas juveniles, protagonizadas por chicos y chicas bien plantados, a menudo inadaptados, pero siempre luchadores y triunfadores. Me vienen a la cabeza varias películas, desde las desenfadadas y entretenidas de Percy Jackson hasta las insufribles de Crepúsculo, pasando por las indiferentes de Los juegos del hambre o Divergente

El corredor del laberinto es la primera de tres películas que forman la trilogía, y comparte con las dos anteriores mencionadas que se trata de una distopía en un futuro más o menos cercano. Todo empieza con el protagonista despertando en un montacargas que sube hasta una explanada de respetable tamaño situada al pie de un gran muro que cierra el Laberinto. 


El nuevo


En la explanada viven unas decenas, quizá algún centenar de jóvenes que han ido apareciendo del mismo modo que él con una regularidad programada y que, poco a poco, han ido adaptándose para sobrevivir. 

Así que al chico nuevo le explican un poco todo lo que ocurre allí. Al menos lo que saben, que no es gran cosa. Y le explican los distintos roles que hay en la comunidad y que hacen que esta funcione más o menos como un engranaje. Uno de estos roles es el de corredor. El corredor del Laberinto. 

Estos corredores se encargan de atravesar el Laberinto y cartografiarlo, desde que se abren las puertas con la primera luz de la mañana hasta que se vuelven a cerrar al caer la noche. Y más les vale volver antes de anochecer, pues nadie a sobrevivido en el interior del Laberinto para ver un nuevo amanecer.

Nadie hasta que lo hace el nuevo, claro, tras sobrevivir a una noche de pesadilla en que se encuentra, cara a cara, con los vigilantes del Laberinto, algo en medio de una máquina y un ser vivo cuya única motivación es acuchillar y desmembrar a sus adversarios. 


Los que se creen protagonistas


A partir de ahí, y con la llegada de la última adolescente al grupo (y primera chica), los acontencimientos se precipitan, ya que una incursión nocturna de los vigilantes del Laberinto produce una escabechina en el grupo, incluyendo la muerte de su líder, el más antiguo de todos.Y al espectador le deja una sensación de "espera un momento, ¿cómo?" que tampoco es 100% original, todo hay que decirlo.

Pero el nuevo toma el control y decide que su única oportunidad es atravesar el laberinto hasta su centro. Lo que allí descubren, cambiará sus vidas para siempre. Y proporcionará material para dos películas adicionales...

Para mí el Laberinto lleva mayúscula, porque es un personaje más de la película. Su presencia se hace incuestionable desde el primer minuto y permanece latente durante todo el metraje. Las escenas en las que se ve cómo cambia su trazado cada noche favorecen esta sensación. Al Laberinto solo le falta hablar. 

El verdadero protagonista


En cambio la película es normalita. Entretenida, sí. Para una tarde de esas en que no hay mucho que hacer, llueve y hace frío, no está mal. Resulta apenas suficiente para picar la curiosidad y caer en la trampa de ver la segunda y, quizá, la tercera parte de la trilogía, ya que la juventud de sus protagonistas y su consiguiente falta de caché interpretativo, hace que no podemos aferrarnos a los actores para decidir. 

Buf. No sé. Un aprobado raspadillo a pesar del 6,8 que luce hoy en imdb.

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