sábado, 13 de abril de 2024

The last of us I y II (PS4)

Tenía muchas ganas de meterle mano a esta entrada, porque jugar a las dos partes de The last of us ha sido una de las experiencias más gratificantes que he tenido en los últimos años y merecería casi por si sola el haber hecho el desembolso económico para comprar la consola. 

Me compré la primera parte de segunda mano, casi por obligación. Había oído hablar del juego mucho y muy bien que pensé que tenía que jugarlo, aunque en principio pensaba que la temática no me iba a convencer. Aún así, lo tuve en la pila de pendientes durante bastante tiempo, esperando incluso a que pasara nueve meses jugando Skyrim. En cuanto a la segunda parte, no pude esperar a acabar el primero y me la compré en digital para jugarla de inmediato.

 


 

Pero llegó noviembre de 2022 e instalé el juego. Los créditos y la música de inicio despertaron mi curiosidad. El breve capítulo jugable con la hija de Joel, esperando casi un susto en cada esquina, me familiarizó con una dinámica de juego que no esperaba. Pronto me estalló la cabeza.

Desde el momento en que juegas como Joel y empiezas a buscarte la vida en la zona restringida, hasta que encuentras a Ellie y tomas la responsabilidad de llevarla cruzando el país hasta el hospital que tienen los luciérnagas en Utah, hasta el final del juego, vamos a vivir un tobogán de emociones y en algunos momentos recibiremos puñetazos directos al estómago que nos dejarán sin respiración. 

Todo mientras juegas como Joel o como Ellie, dependiendo del punto de la historia en que te encuentres, cada uno con sus particularidades, estilo y capacidades, en un proceso de empatización con el personaje como pocas veces he sentido en un videojuego. 

Llegar a un sitio, caminar por las calles totalmente vacías, entrar en las casas para buscar recursos y al mismo tiempo obtener retazos de las historias personales de los antiguos habitantes en forma de fotos, notas, diarios, audios o videos, me dejaba una sensación de profunda tristeza, porque la inmensa mayoría de las historias no tenían un final feliz.


Por eso, los contados momentos en los que la historia te deja ser feliz son como un rayo de sol que rompe las capas de nubes tras una tormenta: elevan tu alma, te dan paz y tranquilidad. Todo muy necesario, porque el juego no da descanso y pronto el cielo vuelve a encapotarse y la tormenta arrecia todavía con más fuerza. 

Hay momentos que son inolvidables: los momentos que compartes con los hermanos, Sam y Henry, al principio con desconfianza para luego pensar que es posible formar un buen equipo, esperanzas que se truncan con un abrupto final, francotirador incluido, que es uno de los más duros del juego y que me dejó con la boca abierta, en estado de shock; la aparición de David, que al principio percibes como un potencial aliado y luego da un giro completo y se convierte en uno de los personajes más intimidantes y odiosos del juego; los momentos que Ellie comparte con Joel en el museo, la cápsula espacial, la famosa jirafa; y, por supuesto, la llegada al hospital buscando la cura y cómo los planes y las esperanzas de los protagonistas saltan por los aires y Joel toma una decisión que marcará las vidas de ambos. Por último, el DLC Left behind, tan necesario para entender y amar todavía más a Ellie.

Este tobogán emocional se convierte en una verdadera montaña rusa en The last of us II. Un juego tramposo, porque cuando empieza, unos años después del final de la primera parte, parece que va por un sitio y luego muestra su verdadero rostro. El incidente marca toda la experiencia de juego, pero además los personajes están tan bien cuidados, o más, que en la primera parte. 

 

Los peores enemigos son supervivientes

 

Joel, al que vemos envejecido, quizás prematuramente, intenta recuperar la relación con una Ellie que continúa desarrollando su personalidad y tomando conciencia de su propia sexualidad. Ya no es la niña que vimos, ahora es más dura, tanto física como emocionalmente y al principio cuesta un poco empatizar al mismo nivel. La segunda parte la jugamos como Abbie, un personaje lleno de matices, pero que en el fondo es como una imagen especular de Ellie, aún más dura, físicamente todavía más impresionante, pero que en lugar de ir endureciéndose, vemos cómo se ablanda con los acontecimientos y, sobre todo, con su encuentro con Lev y su hermana y a partir de su enfrentamiento con el Frente de Liberación de Washington, los Lobos.

El entorno, más urbano y claustrofóbico que en la primera parte ya que transcurre prácticamente en su totalidad en una Seattle en ruinas, repleta de espacios subterráneos y oscuros, mantiene esa sensación de tristeza y de pérdida, con las carreteras derrumbadas, los coches oxidados, la vegetación invadiendo todos los espacios otra vez, edificios en ruinas, apartamentos abandonados, zonas de cuarentena... Resulta deprimente en algunas ocasiones.

Llegamos entonces al final, en el que entendemos por qué los créditos muestran una barca atada a puerto. Un final que resulta todavía más duro que el de la primera parte, que te deja anímicamente destrozado, con la boca abierta y la respiración acelerada. Un final que lleva a plantearte si todo lo anterior ha merecido la pena. No para el jugador, que ha tenido una de las mejores experiencias lúdicas que ha podido tener, sino para los personajes. Para Abbie y para Ellie, principalmente, pero también para el espléndido elenco de secundarios con los que hemos pasado tiempo y aventuras. 

 

Adorable en la primera parte...

Los de Naughty Dog hacen un trabajo enorme haciéndonos jugar los mismos sucesos desde dos puntos de vista porque, aunque no quieras, vamos a entender ambos. Puedes resistirte, pero el juego está escrito de una forma tan magistral, que cuando llega ese final, no sabemos muy bien dónde nos encontramos y, por lo menos en mi caso, hizo que tomara distancia y que me convirtiera en espectador de un final que nunca quisiera haber vivido. 

Como se puede ver, en esta larga entrada he hablado de personajes y de historia, sin mencionar la jugabilidad o los antagonistas. 

La primera es sencilla e inmersiva, obsesionándonos con el ahorro de recursos que no sabremos si vamos a necesitar apenas un par de puertas más allá. Hay que pensar bien qué utilizas y cuándo: armas, munición, vendas, bombas... Y pronto tienes bastante claro que las mejores opciones de supervivencia son la paciencia y el sigilo, que ayudará a pasar por zonas complicadas o eliminar a la mayor parte de enemigos sin ponernos en un riesgo excesivo. 

 

...implacable en la segunda

 

En cuanto a los antagonistas, tendremos a los infectados y a los humanos normales. No sé cuáles son peores, porque los infectados no pueden evitar ser lo que son, mientras que los humanos han elegido su camino. Es otra de las enseñanzas del juego: la adversidad muestra lo mejor y lo peor del ser humano y en ambos extremos vamos a tener ejemplos sobresalientes. Encontraremos algunos héroes que ni siquiera son conscientes de que lo son y muchos villanos y carroñeros que solo buscarán sobrevivir unos pocos días más sin importar el daño que puedan hacer a los demás. 

Los infectados pondrán en muchas ocasiones a prueba nuestra supervivencia y nuestro corazón, porque no son pocos los momentos en los que nos llevaremos un buen susto, tanto a plena luz del día como en los subterráneos más claustrofóbicos en los que solo tendremos la luz trémula de una linterna para orientarnos. 

Los infectados más recientes son los corredores, que te podrán ver y escuchar. Los chasqueadores emiten una especie de ondas de eco que les permitirá percibirte y tienen un oído muy fino, además de que no es posible deshacerse de ellos con las manos desnudas y necesitarás cuchillos o armas contundentes para poder hacerlo (armas que son de uso limitado y que se acaban rompiendo, no lo olvidemos). Ambos tipos de infectados son los más numerosos y le acabas cogiendo el tranquillo.

 

Abbie hará lo que tenga que hacer

Los gordinflones son grandes y resistentes, verdaderamente difíciles de matar y que además pueden soltar esporas que afectarán rápidamente a tu salud. Yo utilizaba bombas incendiarias, de metralla y armas de gran calibre para acabar con ellos, lo que por supuesto eliminaba toda estrategia que implicara sigilo y aumentaba el riesgo en las zonas en las que se encontraban. Lo bueno era que se podían sortear con relativa facilidad para limpiar la zona y volver a por ellos al final. 

Pero los que más nervioso me ponían son los acechadores. Rápidos y silenciosos, la única ventaja es que hay pocos, pero se me ponían los pelos de punta cuando los veías correr agazapados y cruzando el haz de la linterna. Se ocultaban detrás de paredes o muebles y lo bueno es que son relativamente frágiles, pero el susto no te lo quitaba nadie. 

La inmersión en el juego es total, mientras vas aprendiendo detalles de los luciérnagas, los lobos o los scars, encontrando notas y diarios, completando historias personales de desconocidos. 

Es, sin duda, un juego que hay que jugar. Un sobresaliente total. 


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