The Witcher se ha convertido en una marca de la fantasía por derecho propio, con libros, videojuegos y series de televisión de gran consumo. La parte mala de todo esto es que, al reclamo del dinero, los aficionados nos vemos expuestos a productos de dudosa calidad y tenemos el riesgo de sentirnos, hasta cierto punto, estafados.
No es el caso, de momento, de la serie de Netflix. A pesar de la anunciada salida de Henry Cavill (vaya papelón, el pobre, con el tema de su cancelación como Superman apenas unos días después de haber anunciado su vuelta) y su sustitución por Liam Hemsworth, la tercera temporada se ha desarrollado con solvencia.
No estamos ante una temporada épica, porque salvo algunos momentos puntuales, desarrolla tramas más políticas con la Logia de Hechiceros y su interés por captar a Cirilla, la leoncilla de Cintra, la niña del destino y el ojito derecho de nuestro brujo favorito.
Todo esto no es nuevo para el aficionado avisado, porque la serie no hace más que seguir, con mayor o menor fidelidad, los derroteros marcados por Sapkowski en sus libros. Así tenemos una cada vez menor presencia de Geralt y la joven Ciri va adquiriendo mayor protagonismo. Por eso quizá no sea tan importante la salida de Cavill, porque tenemos a Freya Allan, a la que hemos visto crecer y que sigue siendo el rostro de Ciri, en dura pugna con la Ciri digital de The Witcher III y que se prevé como la protagonista absoluta de la nueva entrega de la saga de videojuegos (pero de la que no toca hoy hablar por aquí).
Cabe destacar la representación de la torre de Aretusa y los tejemanejes que se fraguan en su interior. Los hechiceros y las hechiceras son animales políticos y sus alianzas y traiciones son como seres vivos que se expanden y se contraen al ritmo de su respiración. Además de volver a encontrarnos con personajes principales como Yennefer o Triss, veremos otros personajes secundarios como Tissaia de Vries, Francesca Findabair, Filippa Eilhart, Fringilla Vigo, Keira Metz, Stregobor o Vilgeforz.
Aparecen otros personajes que tienen gran protagonismo en la historia, como Sigismund Dijsktra o Yarpen Zigrim, y veremos cómo el rey Vizimir de Redania pierde su puesto en favor de su hermano Radovid, que luego tendría un gran peso en los videojuegos. Por su parte, Rience se convertirá en un antagonista de nuestro brujo y de vez en cuando tendremos algún mostruo con el que acabar, aunque esa faceta va a estar bastante limitada.
Esta tercera temporada de The Witcher sigue siendo recomendable, pero hay que estar advertidos de que el ritmo puede no ser adecuado para todos los públicos y se corre el riesgo de abandonar. Por mi parte, sigo con ganas de la cuarta temporada y ver cómo se desempeña Liam en un papel en el que parte con la desventaja de suplir a un actor adorado por los aficionados.
Una pena que The Witcher: Blood origins sea uno de esos subproductos que no tienen demasiado sentido y que hacen más mal que bien a la marca.
No se trata de una mala idea en sí, pues su intención es explicar cómo se creó el primer brujo allá por la época en que se producía la Conjunción de las Esferas que puso fin a la Era de los Elfos.
Con el reclamo de un sueño de Jaskier, la miniserie cuenta la historia de Alondra (Éile) y cómo busca reunir un grupo variopinto con el que enfrentarse a la emperatriz de los elfos por un motivo que, siendo honestos, no recuerdo a estas alturas. Así, los distintos capítulos irán añadiendo uno a uno a estos miembros a la par que veremos cómo se desarrolla ese nuevo mundo que la Conjunción está creando, desde la estupefacción de los elfos al ver cómo todo lo que han conocido se descoloca.
Uno de esos compañeros es el guerrero elfo caído en desgracia, Fjall. Éste se convertirá en el primer brujo, el arma definitiva que protegerá a sus compañeros contra lo que está por venir, pero lamentablemente el experimento no saldrá del todo bien y Fjall no va a poder contener las ansias de sangre y muerte que le acometen. Por eso el linaje de los brujos tiene un origen agridulce y el coste resulta ser demasiado elevado.
The Witcher: Blodd Origins no tiene a nadie especialmente relevante en su elenco de actores, salvo el rostro conocido de Michell Yeoh. Eso se debe añadir a que la historia es confusa y la calidad no resulta ser la adecuada, cuando hablamos de efectos especiales.
Menos mal que se trata solo de una miniserie, pero no hay que obviar que el intento de rentabilizar la serie original no ha salido bien. En imdb cotiza hoy a un insuficiente 4,9 y a mí me pareció incluso peor.
Por suerte, la película de animación The Witcher: la pesadilla del lobo, resulta ser más entretenida. Cuenta la historia de un joven Vezemir, al que encontramos bastante alejado del viejo brujo que luego será, intercalando el presente con imágenes del Vezemir niño que se acabará convirtiendo en brujo.
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Cirilla, leoncilla de Cintra |
La trama incluye historias del pasado, de la creación de mostruos híbridos de elfos que son antagonistas temibles por su habilidad para crear imágenes ilusorias que confunden a sus enemigos, así como historias de rencor y traición, para terminar con un asalto a la fortaleza de Kaer Morhen que casi lleva al exterminio de los brujos. Tras ese asalto, Vezemir se convertirá en el líder de la Escuela del Lobo y mentor de nuestro Geralt, el lobo blanco.
La película no llega a la hora y media de duración y su animación es similar a la de La leyenda de Vox Machina que, sin ser un prodigio técnico, cumple su papel y no deja de darle un sabor un tanto retro.
Cotiza a un digno 7,2 en imdb y está bastante entretenida. Sin embargo se trata más bien de un producto para completistas por su planteamiento de historia de origen el mentor del héroe.
La marca comercial del brujo goza de buena salud, con un nuevo juego en desarrollo, la cuarta temporada de la serie y otra película de animación, además del anuncio de Andrezj Sapkowski de la publicación de un nuevo libro después de muchos años de parón (supongo que el dinero habrá tenido bastante que ver en su decisión). La suerte es que productos de menor calidad como The Witcher: blood origin no afecten esta buena salud.
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