Mi relación con el Universo Dune es curiosa. Los libros, de los que he leído unos cuantos (que yo recuerde, tres o cuatro de la serie principal y también La jihad butleriana) me parecen unos ladrillos de cuidado y no he vuelto a coger ninguno de la estantería, Incluso el original me parece un libro que cuenta una historia muy interesante de la forma más soporífera posible.
En cuanto a material audiovisual, creo que he visto todo lo que hay: película original y miniseries diversas, con la misma sensación de pereza mezclada con fascinación, porque no se puede negar que la ambientación de Dune es lo más atractivo, incluso por encima de los personajes, siendo algunos de los más carismáticos de la literatura de género.
En Dune 2 reencontramos a un Paul Atreides derrotado y recogido, junto a su madre, por los fremen de Arrakis. Los dos van a tener que ganarse su puesto, Paul como guerrero y líder de hombres y Dama Jessica como sabia, para lo que tendrán que sufrir dos ordalías que pondrán en grave riesgo sus vidas.
La propia naturaleza de la historia hace que la película tenga un puñado de escenas que realmente ponen en tensión, mientras que los tramos densos se multiplican, en ocasiones confundiendo al espectador, porque otra cosa que tiene Dune es que resulta muy complicado de entender si no tienes una base mínima (lo mejor, la lectura del primer libro, si tal tarea hercúlea es posible) y que no tiene reparos en dejar atrás a los rezagados.
La historia es ,por tanto, un remedo de la naturaleza salvaje y hostil del planeta, implacable con los que no se adaptan.
Implacable como el mismo Paul Atreides, que comenzará a golpear al Imperio donde más le duele: el trasiego de la especia, imprescindible para la economía y los viajes entre los distantes planetas que lo componen. Así, el propio emperador se personará en Arrakis con varias legiones de temibles sardaukar para enfrentarse a la jihad fremen, dirigida por Muad´Dib.
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Inquietante |
En cuanto a las interpretaciones, Timothée Chalamet continúa siendo un Paul Atreides creíble, ayudado por la aparente fragilidad de su figura. Zendaya me parece desdibujada como Chani, pero Rebecca Ferguson emerge como Dama Jessica. Javier Bardem parece fuera de lugar como Stilgar y Austin Butler me pareció un soberbio Feyd-Rautha. Lo de Florence Pugh como la princesa Irulan no pasa de anecdótico, al menos en esta parte. Y Christopher Walken como el Emperador, una nota curiosa a pie de página.
La película es un espectáculo para la vista, pero excesivo con un metraje de 2 horas y 46 minutos. Como excesivo me parece su 8,5 en imdb.
Por su parte, la miniserie Dune: la profecía, nos lleva más de diez mil años antes del nacimiento de Paul Atreides, cuando la hermandad Bene Gesserit está apenas dando sus primeros pasos y ganando influencia con sus decidoras de verdad que prestan servicio a las Grandes Casas.
En este producto, Arrakis deja de ser protagonista para ser una sombra que se encuentra detrás de todo, ocurriendo la acción de manera principal en el mundo de la Hermandad y el Planeta Capital, con el foco puesto en las intrigas políticas y de equilibrio de poder que se dan en el entorno más cercano del Trono Imperial.
Lo mejor de la serie es que se arroja luz en la animadversión entre las familias Harkonnen y Atreides, se explica la creación de las legiones sardaukar y el rechazo de la sociedad a las máquinas pensantes. Pero, sobre todo, se dan retazos del plan genético que debe llevar al nacimiento del Kwisatz Haderach que busca la Hermandad.
En cuanto al reparto, tengo bastantes objeciones. El personaje de Valya Harkonnen (Emily Watson) me ha parecido el más odioso de la televisión desde la irrupción de Dolores Umbridge en Hogwarts. Pero su tremenda presencia eclipsa a todos los demás, empezando por su hermana Tula (Olivia Williams).
Nos sonarán las caras de Mark Strong (el doctor Sivana de Shazam!) como un solvente Emperador Javicco Corrino, y de Jodhi May (la reina Calanthe de Cintra en The Witcher) como la Emperatriz Natalya. Del resto del elenco, nada de nada.
Salvo, por supuesto, la inquietante presencia de Travis Fimmel como el no menos inquietante Desmond Hart, sobre el que acaba girando toda la trama. Una interpretación excesiva repleta de miradas acuosas y gestos dementes, que podrían haber funcionado para interpretar a Ragnar Lothbrok, pero que repite demasiado en el resto de papeles que le conozco.
La miniserie comprende seis capítulos de alrededor de una hora de duración (el último dura bastante más) y se me ha hecho terriblemente larga en gran parte de ellos. Cotiza a un sólido 7,3 en imdb, pero me parece tan excesivo como la interpretación de Travis.
En resumen, un producto sólo para los muy cafeteros o miembros del Gremio de Navegantes enganchados a la especia.
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