Pues he terminado la serie de Sajones, vikingos y normandos, del Bernard Cornwell. Han sido trece libros y unas siete mil páginas, poco más o menos, y he pasado de una opinión neutra después de los seis primeros volúmenes a acabar encantado con los siete siguientes.
Los seis primeros volúmenes los reseñé por aquí y la verdad es que no me estaban diciendo mucho. No me acababa de convencer el estilo y tampoco la historia me terminaba de enganchar del todo, a pesar de tratarse de una época histórica interesante y de la que casi no tenía conocimientos previos, más allá de alguna lectura y de alguna película o serie.
No obstante, entre la primera tanda de lecturas y la segunda, se produjo un acontecimiento clave: vi la serie The last kingdom, que también he reseñado por aquí. Como en el caso de los libros, empecé a verla sin demasiadas expectativas, pero terminó encantándome y su rebufo retomé la lactura de los libros, que tenía un poco abandonada. Me enganché a ellos y esta semana cerré las tapas del último.
He sido testigo de las andanzas de Uthred el Pagano, señor de Bebbamburg, paladín de Alfredo, rey de Wessex, guardián de Ethelfleda de Mercia y protector de Athelstan de Wessex, Mercia y Anglia Oriental. Un personaje que tiene sus claroscuros como es habitual, pero al que le guían el honor y el destino. Adorador de los antiguos dioses nórdicos en un mundo cada vez más cristiano, pero no por ello menos noble.
Por sus páginas han pasado personajes históricos, como los reyes y reinas de los sajones, caudillos vikingos como Ubba Ragnarsson o Ivar el deshuesado, reyes de Gales y de Escocia y otros como Egil Skallagrimmson, protagonista de la saga del mismo nombre recopilada por el islandés Snorri Sturlusson en el siglo XIII.
Somos testigos de una época convulsa en la isla de Gran Bretaña, desde la casi desaparición de los reinos de los sajones a manos de los invasores vikingos hasta que las tornas cambiaron y el rey sajón de Wessex se convierte en monarca de toda Bretaña (título que no es del todo real, puesto que todavía quedaban varios siglos hasta la conquista de Gales y, sobre todo, la Unión con Escocia).
También veremos cómo el cristianismo se convierte en la religión cada vez más dominante, cohesionando tierras, reinos y habitantes y arrinconando las creencias tradicionales y los dioses nórdicos.
Me ha gustado especialmente la ambientación que ha logrado el autor, sobre todo mediante el uso de topónimos en inglés antiguo (Lundene, Witanceaster, Tames, Ceaster, Eofervic....) y el conocimiento que tiene de la época. La descripción de la panoplia de los guerreros y cómo describe las batallas y combates, sin ahorrar una gota de sangre y de brutalidad, haciendo que el lector se sienta como uno de esos guerreros formados en un muro de escudos que se lanzan contra el enemigo, apuñalan y son apuñalados.
Por los miles de páginas de la saga pasa un buen puñado de personajes secundarios, todos ellos con una buena historia detrás, que acompañan a Uthred en su peripecia vital: el fiel Finan, Sitrhic, Ragnar, Sciorra, Oswin, Uthred hijo de Uthred, Aethelhelm, Steapa, Svein el del caballo blanco, Guthrum...
También está muy lograda la sensación de retroceso cultural que se vivió en buena parte de Europa tras la caída del Imperio Romano. En la Britania de los siglos IX y X, los sajones todavía utilizaban las calzadas romanas y los edificios que estos habían construido durante la permanencia de la isla en el Imperio, convertidos en palacios, iglesias y monasterios. Uthred los menciona muchas veces, junto con la sensación de que los sajones no han podido, no ya superar, sino igualar todo lo conseguido por la tecnología de trescientos o cuatrocientos años atrás.
Este retroceso también se refleja en la guerrra. Me resulta curioso ver cómo los romanos eran capaces de equipar y poner en el campo de batalla miles o decenas de miles de soldados, mientras que en vida de Uthred un ejército de dos mil o tres mil hombres era una fuerza de consideración.
Si tuviera que poner un pero, este sería que el personaje de Uthred es poco creíble desde el punto de vista de su longevidad. Sabemos que participó en la batalla de Ethandun, en maño de 878, que marca el inicio del poderío de Wessex y que terminó sus días guerreros luchando en primera fila en la batalla de Brunanburh, en 937, que supone el reconocimiento de la superioridad de Athelstan como monarca supremo de la isla. Las fechas suponen que Uthred podría estar en torno a los 75-80 años en la segunda de ellas y no me parece que tuviera fuerzas para soportar escudo, cota de mañas y espada.
Quitando ese reparo, estoy seguro de que cualquier aficionado de novela histórica encontrará la saga de Sajones, vikingos y normandos como una de las imprescindibles. Como también creo que si volviera a leer los seis primeros libros, los vería con otros ojos.
De estos últimos siete libros, ninguno baja de notable y un par de ellos roza el sobresaliente. Sobre todo El señor de la guerra, el último de todos.
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