viernes, 26 de agosto de 2011

¡Calla, mujer!

Esta es la historia de un despropósito y de una gran desilusión. 

Tras cerca de treinta años esperando, la nueva película de Conan es de lo peor que he podido ver últimamente. Desde la floja Conan el destructor, periódicamente se oían rumores de un nuevo largometraje. Incluso se dijo que el gran Gobernaitor iba a protagonizar Conan Rey. Luego, que el cimmerio iba a tener los biceps y el rostro de Vin Diesel (si no fuera porque es un rolero confeso y por el personaje de Riddick, a este tío habría que desterrarlo del planeta). Todos los rumores fueron desmintiéndose, aumentando la desgana en los fans, hasta que aparecieron las primeras noticias fiables: habría nueva película y el protagonista sería el desconocido Jason Momoa.

Pues así a sido, pero para lo que han hecho...


Una historia sobre el papel correcta, sin más, ha sido ejecutada de una forma deplorable. Movimientos de cámara insufribles durante las escenas de combate hacen que sea imposible ver, no ya la ejecución de la coreografía (quiero pensar que había una) sino que no sepamos quién ha dado a quién... Lo cierto que esto es una moda que se ha establecido en el cine de acción y que maldita la gracia que me hace. Llega a marear, incluso.

El montaje clama al cielo, llegando un momento en que se corta la banda sonora al pasar de un presunto clímax a otra escena totalmente diferente sin ningún tipo de transición. Parece que la peli es un videoclip que engarza escena de combate con escena de combate.

El asalto al barco es de traca. Comienza de noche, para pasar a ser pleno día en unos segundos (más movimientos de cámara en medio). 

La chica también se las trae. Al principio se las da de dura y de independiente, para luego ser acobardada por el magnetismo animal de Conan (la frase del título de esta entrada resulta antológica). Termina la cosa con una rendida concubina que no para de chillar el nombre del cimmerio a poco que las cosas se tuerzan. 

¿Los malos? Pretendidamente carismáticos, caen a veces en la más pura parodia. Rosie McGowan está irreconocible en la estética decadente de la hija del maluto, aunque no deja de tener su morbo. Lo que resulta patético es que caen de una forma previsible para mayor gloria del protagonista.

¿Efectos especiales? De cartón piedra, literalmente. La especie de kraken a la que se enfrenta Conan sólo muestra los tentáculos (seguramente por motivos presupuestarios; se habrían pulido todo el parné en el maravilloso escenario de la cueva de la calavera... manda eggs). 

No sé para qué seguir. No encuentro nada bueno que decir. Ni siquiera es corta: la tortura dura casi dos horas. He leído por ahí que Momoa está trabajando en el guión de la segunda parte... Pues espera sentado, macho. Hasta que no te sientas preparado y entiendas la espada, que será cuando las ranas críen pelo, me parece que cualquier proyecto va ir derechito al frigorífico de las ideas malditas.

Ni personajes carismáticos, ni efectos especiales, ni escenas para recordar, ni banda sonora... ¡Nada!

Por cierto, que no esperen por mí para verla en 3D. ¡Lo que me faltaba!

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