domingo, 6 de octubre de 2013

Homeland (T2)

Hace menos de un mes que dejaba al sargento Brody después del vibrante último capítulo de la primera temporada de esta serie, tan entusiasmado como se ha podido ver en la entrada correspondiente. Es una pena que no se pueda comentar gran cosa de la historia sin destriparla, tal es el número de sorpresas que veremos, así que esta vez seré más breve que de costumbre.

Tan entusiasmado estaba que me he calzado la segunda temporada en un tiempo récord. Los últimos cuatro capítulos durante un fin de semana. 

Hay que decir que la serie mantiene el nivel de la primera temporada. Es más, diría que va ascendiendo poco a poco, metiéndote cada vez más en una trama que no deja de complicarse (aunque algunas subtramas no aporten demasiado a la historia principal, sino que sirven más bien para darle volumen a los personajes principales).

Todo hasta que llega el último capítulo de la temporada. Un capítulo que comienza de lo más ñoño y que parece que va a ser poco más que un entretenimiento a la espera de la tercera temporada, pero que de repente sube varios grados en la escala sísmica, dejando al espectador clavado a la silla, con cara de tonto y pensando cómo no lo ha visto venir. 

De hecho, la escena final es impresionante, no por su espectacularidad, sino por todo lo contrario. 

Respecto a los personajes principales, sigo sin poder tragar a Carrie (Claire Daines). Cuando comienza a berrear de un modo histérico y abre los ojos que parece que se le van a salir de las órbitas, no puedo con ella. Lo siento por la actriz, pero no entiendo cómo se puede llevar Emmy tras Emmy. 

En cuanto a los demás, me gusta el protagonismo que está tomando Saúl Berenson, no solo por ser un personaje con el que se empatiza con facilidad, sino porque tengo debilidad por Mandy Patinkin desde que hizo de Íñigo Montoya. Ardo en deseos de ver lo que le depara la tercera temporada.

Supongo que tardaré bastante en reseñarla por aquí, porque la política de emisión de series que está de moda en la televisión hace imposible al españolito medio seguirlas. A ver quién es el guapo que se queda hasta la una de la madrugada o más, para tragarse dos o tres capítulos de su serie favorita. Yo prefiero que se emita por completo y luego verla con calma, o no, a mi ritmo. 

Homeland sigue siendo una serie absolutamente recomendable tras su segunda temporada, manteniendo la alta nota de la primera. 

Por cierto, hay que ver la de vueltas que llega a dar una tarjeta de memoria, ¿no?


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