domingo, 27 de octubre de 2019

Equilibrium

En un futuro cercano, la Humanidad ha dejado atrás las guerras, los asesinatos, las acciones violentas. En general, ha dejado atrás todas las emociones. Un régimen autoritario suministra una droga a todos sus súbditos para reprimir todo eso que, según el mando supremo, es el culpable de todos los males del mundo. 

El problema es que cuando se erradican todas las emociones no queda nada, ni siquiera las buenas. Se pierde el gusto por el arte o la literatura, ninguna obra musical es capaz de emocionar, porque el oyente no es capaz de sentir alegría o tristeza. 



Pero bajo todo régimen autoritario hay un grupo de disidentes que resisten en la clandestinidad. En este caso son ciudadanos que han dejado de tomar su dosis diaria de equilibrium y que, poco a poco, recuperan lo que nos hace humanos. Estos grupos se dedican a intentar salvar las obras de arte que aún quedan desperdigadas en el mundo, para transmitirlas a las generaciones venideras. 

Frente a ellos un cuerpo de élite. Sacerdotes que no dirigen ninguna religión ni creen en ningún dios, pero que están entrenados en cuerpo y mente para acabar con toda resistencia, con la mayor eficacia y ningún escrúpulo. Uno de estos sacerdotes es Preston (Christian Bale), que comenzará a dudar de lo que está haciendo, dudas que serán más y más grandes según vaya tomando contacto con los grupos de disidentes, hasta que un día decide experimentar y dejar de tomar su dosis de equilibrium

Las apariencias engañan y el cordero no es tal...


La película es a partir de ahí similar a otras del mismo palo, con el héroe tratando de pasar desapercibido mientras socava la autoridad, pero que por una cosa o por otra llega a un enfrentamiento climático con el jefe final y su esbirro. 

El patrón de Equilibrium lo he visto decenas, si no centenas, de veces. Poca sorpresa puede haber ahí. Pero lo que hace de ella una película más que decente es la ambientación y el tratamiento de una sociedad sin sentimientos, que navega a la deriva a pesar del pulso firme del timonel, porque un efecto secundario de perder las emociones es perder la ilusión, y sin ilusión no hay futuro, solo un presente gris hasta el apagón final. 

La película es de 2002 y tiene un 7,4 hoy en imdb. 

-Hoy es mi último día. Mañana me jubilo.

Por cierto, en Equilibrium sale una de las mucha muertes de Sean Bean en su larga carrera como actor.

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