domingo, 19 de julio de 2020

Leyes de Clarke

Arthur Charles Clarke es uno de los autores de ciencia ficción más conocidos y exitosos de todos los tiempos, además de uno de los más y mejor formados académicamente. Quizá a eso se deba que su estilo de ciencia ficción es más duro que otros autores contemporáneos de éxito, más orientados a la ópera espacial o a  la ciencia ficción de tipo social. 

Dentro del ámbito literario, Clarke tiene fama mundial por ser el autor del relato El centinela, que sentó las bases de la cinta 2001: una odisea espacial de Kubrick, considerada una obra maestra del género y del cine en general y que yo confieso que aguanto a duras penas el aburrimiento, sobre todo al final. Luego, como le pasó a otros, trató de estirar el chicle con obras como 2010 (también adaptada al cine), 2061 y 3001.



Es también el autor que nos citó con Rama, el asteroide que se descubre luego como nave extraterrestre, un inmenso cilindro metálico hueco del que Clarke describe con gran lujo de detalles cómo sería su geografía interna (una descripción tan detallada que recuerda, salvando las diferencias entre ambos, al mundo anillo de Larry Niven). Luego también estiraría el chicle con otras tres novelas escritas a cuatro manos con Gentry Lee



También es el autor de aquellos Cánticos de la lejana Tierra a los que luego puso música un genio en lo suyo como Mike Oldfield, cuando el siglo XX estaba llegando a su fin. 

Pero es que también fuera del ámbito literario, Arthur Charles Clarke fue un titán. Desde su relación con el desarrollo del radar durante la Segunda Guerra Mundial hasta su descripción teórica de la órbita geoestacionaria de los satélites (que se conoce en su honor como órbita de Clarke), pasando por ser comentarista de las misiones Apolo para la CBS. 

En lo personal, Clarke vivió más de 60 años de su vida en Sri Lanka (antigua Ceilán), hasta su muerte en 2008, a los 90 años de edad. 



Menos conocida es para mí su faceta como divulgador científico y redactor de las Leyes de Clarke:
  1. Cuando un científico eminente pero anciano afirma que algo es posible, es casi seguro que tiene razón. Cuando afirma que algo es imposible, muy probablemente está equivocado.
  2. La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá, hacia lo imposible.
  3. Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. 
 
La Primera Ley es un reflejo de su optimismo ante el avance de la ciencia durante el siglo XX, un avance que se empuja mediante la aplicación de la Segunda Ley. Por su parte, la Tercera Ley es para mí la más bonita y la más exacta de todas, además de que tenemos innumerables muestras de su cumplimiento en películas, series, comics y novelas de ciencia ficción, incluso aunque sus autores no fueran conscientes ni conocedores siquiera de la Tercera Ley de Clarke. 
Una muestra más del gran legado de este auténtico genio de la Ciencia Ficción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario