Misterio en Venecia es la tercera adaptación de obras de Agatha Christie que hace Kenneth Branagh. Resulta ser, además, la peor con diferencia.
Lo que empezó de forma maravillosa con Asesinato en el Orient Express y continuó, con cierta cuesta abajo, en Muerte en el Nilo, da síntomas de agotamiento evidente en esta tercera entrega. Resulta ser una pena, he de decir, porque me encantan las historias clásicas de misterio y Kenneth Branagh me parece que hace un trabajo sublime en el papel de Hércules Poirot.
En esta ocasión veremos a nuestro detective belga favorito como invitado a una sesión de espiritismo en un bello palacio de la ciudad de Venecia, con sus canales, sus góndolas y todo su encanto.
Poirot no es un aficionado entusiasta de estos espectáculos, pero acude a la invitación, quizá motivo por la curiosidad que no ha podido reprimir ni un segundo de su vida, cargado de escepticismo. La cuestión es que, como suele ocurrir, no se sabe si el investigador va detrás del misterio o lo atrae con una fuerza irresistible, pero como era de esperar las cosas se tuercen con un asesinato.
Todo parece demasiado real. Tanto que los pilares del escepticismo de Poirot llegan a tambalearse en alguna ocasión. No obstante, poco a poco se va descubriendo que todos los sucesos tienen un incontestable origen mundano y motivaciones humanas, normalmente las más bajas, como viene siendo normal en las historias de detectives.
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Penumbra y velas |
Por tercera vez, Kenneth Branagh está soberbio en el papel, en esta ocasión de un Poirot más crepuscular y desencantado, un poco alejado del detective que estaba acostumbrado a asombrar a todo el mundo apenas un par de décadas atrás. Pero ni la historia es tan atractiva ni el elenco de secundarios es tan abrumador como en entregas anteriores.
En Misterio en Venecia hay unos cuantos rostros que, no diré son desconocidos, pero sí que son más modestos. Aparte del propio Branagh, las más conocidas podrían ser Tina Fey (la amiga de Poirot, Ariadne Oliver) y Michelle Yeoh (la medium Joyce Reynolds), que últimamente parece estar en todas las salsas, no siempre bien condimentadas junto con Jamie Dorman (el Grey de las cincuenta sombras que no he querido sufrir).
El entorno es también más oscuro, más opresor y en ocasiones sobrecogedor, jugueteando con lo sobrenatural en una suerte de duelo con la razón, que siempre tiene las de ganar. Las escenas en penumbra, ilumnadas con velas, son mayoría. Esto, por un lado ayuda a crear ambiente, pero resulta ser también molesto en ocasiones.
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Soberbio |
No pude evitarlo, pero perdí interés en el caso mucho antes de lo que pretendía. Y me temo que pasó lo mismo con la familia. Una pena, porque de verdad quiero que estas películas me gusten. Veremos si consigo reengancharme en la siguiente entrega, si la hay. Por lo menos su duracion, apenas un poco más de cien minutos, no juega en su contra.
Es curioso que, a pesar de la sensación que tengo de que es una tercera parte fallida, en imdb cotiza a 6,5, que resulta ser el mismo valor que Asesinato en el Orient Express y superior al 6,3 de Muerte en el Nilo.