Visto el tema de los precios de las entradas y accesorios, solo voy al cine en ocasiones especiales o para ver películas que me apetece mucho ver en pantalla grande. El tema de las salas de cine daría para una entrada en sí misma, porque da mucha pena ir un día de fiesta, o a un estreno, y ver a cuatro gatos mal contados ocupando unas butacas que, por otra parte, son ahora muchísimo más cómodas que hace diez o quince años.
Wonka es una de esas películas que he visto en pantalla grande en los últimos meses. Su estreno coincidía más o menos con las vacaciones de Navidad de 2023 y el trailer no tenía mala pinta, así que me decidía a gastarme algo así como treinta euros y llevarme a la pequeña.
El inicio no fue prometedor (para mí), con el joven Wonka subido al mástil de un barco mientras se ponía a cantar a voz en cuello. Me había metido en un musical o n algo parecido a una película de Disney, con gente que se pone a cantar a la menor excusa.
Al poco, mis temores se disiparon y disfruté de una película simpática, divertida, colorida y optimissta, que semanas más tarde volvimos a ver, esta vez en casa, para disfrute de toda la familia.
La historia de un joven Willy Wonka que llega a la gran ciudad (¿Paris?), armado con un pequeño laboratorio portátil con el que elabora sus delicias de chocolate. Un Wonka intrínsecamente bueno e inocente que no tarda en ser timado por una pareja de despreciables caseros para hacerle trabajar, casi como en un esclavo, en su negocio de lavandería.
Nada, absolutamente nada, podrá quebrar el optimismo innato de Willy, que no tardará en elaborar un plan de fuga con la ayuda de sus nuevos amigos, irse a una galería comercial y empezar a vender sus bombones como si no hubiera mañana.
Este éxito fulgurante no tardará en llamar la atención del cártel del chocolate de la ciudad, los infames Slugworth, Prodnose y Fickelgruber, que han estado controlando cuidadosamente los precios y el suministro para enriquecerse.
Una retahíla de personajes secundarios que ganan su cuota de mercado a base de humor y carisma, como el jefe de policía, la señorita Bon-Bon, o el grandísimo Rowan Atkinson el papel de un sacerdote adicto al chocolate que custodia la gran cámara secreta de los antedichos, en la que cierran los negocios más truculentos a base de dulces sobornos.
Además de la estrella emergente Timothée Chalamet, la jovencita Carah Lane como su amiga Noodle y el citado Atkinson, podemos disfrutar de Olivia Colman en el odioso papel de Mrs. Scrubitt, que jugará una parte importante de la desgracia de Wonka y su pequeño amigo, y de Hugh Grant como el pequeño Oompa Loompa vengativo que persigue a Willy Wonka por todo el mundo para redimir su honor.
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Es un musical |
Wonka es una película disfrutable de principio a fin, con peripecias disparatadas, risas y carcajadas. Una película de esas que se alejan del drama, que para eso ya hay mucho en nuestras vidas cotidianas, y optan por disfrutar y, sobre todo, hacer disfrutar al espectador durante un par de horitas.
Recalco lo de disfrutar la película hasta el final, porque nuestro Oompa Loompa tiene reservado un número especial durante los títulos de crédito.
Veo con estupor que Wonka solo cotiza a un 7,0 en imdb que, aunque digno, me parece que está muy por debajo de lo que merece.
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