sábado, 1 de marzo de 2014

De infantas y verificadores

Tarde llego a comentar dos sucesos ciertamente sangrantes en la actualidad de este país. Dos sucesos que hacen pensar que el espectáculo de vodevil en el que se ha convertido la vida pública de España está lejos de sufrir crisis. Antes al contrario, continúa con buena salud y gran éxito de critica y público. 

El pasado sábado 8 de febrero, la infanta Cristina acude a ¿declarar? a los Juzgados de Palma de Mallorca, en calidad de im-putada. Días antes, asistimos con sorpresa a los frenéticos intentos del fiscal (repito, del fiscal) para que esto no suceda.

Se podía haber ahorrado el trabajo y el papel, porque la verdad es que esta señora se dedicó a tomar el pelo al juez durante las horas que durara el interrogatorio, en el que supongo no se utilizó un flexo ni la lectura en voz alta de párrafos de El código Da Vinci (seguramente por estar prohibido por la Cruz Roja).

Una pantomima, vamos. Que si no me acuerdo, que si no me consta... Ni siquiera recordaba haber dado un curso de baile... Pero tampoco preguntaba a su marido, el duque em-palma-do (solo por eso merecía que le corrieran a papirotazos de aquí a la frontera francesa), por sus actividades ni por el origen del chorro de dinero que entraba en su casa... 

Y es su marido el que ahora tendrá que pensar muy bien qué va a hacer. Su mujercita le ha dejado a los pies de los caballos, se enfrenta a una pena que puede superar los quince años y está defenestrado y humillado por la opinión pública.

¿Ella? Entró en los juzgados sonriente. ¡Manda huevos!


No me acuerdo... o no me consta... apunte lo que quiera, Sr. Juez


Unos días después asistimos a la última farsa perpetrada por la banda terrorista (sí, no nos equivoquemos por querer ser políticamente correctos) ETA. Llegan entonces un grupo de personajes con pinta de intelectuales que se hacen llamar Los Verificadores y se monta el espectáculo mediático.

ETA afirma que está inutilizando su arsenal, así que el papel de Los Verificadores es dar luz y taquígrafos a la maniobra. La pena es que lo que realmente hacen es de chiste: un par de individuos encapuchados (estos ni siquiera tienen pinta de intelectuales) sacan unas cuantas armas cortas, un poco de munición y tal y lo ponen todo junto encima de una mesa. Los Verificadores van corroborando un listado y, como todo parece estar correcto, le ponen un sellito. ¡Hala, ya está!

Pero en estas que los muchachotes de ETA ponen todo en una caja de cartón, la cierran con una cinta de embalar y se la llevan. "¿Qué hacéis"? dicen Los Verificadores, que comienzan a sudar un poquito. "Nada, que nos lo llevamos otra vez para que no moleste. Total, hemos puesto los sellos y prometemos no utilizar estas armas". Los Verificadores se miran. "Ah, bueno, si lo prometéis..."

Y tan panchos, oigan.

Si es que tiene razón Carlos Herrera, cuando dice que ya no cabe un tonto más en este país...


Si, amigos... el desarme de ETA cabe en dos folios... Con sello, eso sí...


2 comentarios:

  1. Seguro que estabas pensando en mí cuando escribiste la cita al Código da Vinci. Lo has hecho para provocarme.

    Por otro lado, en la entrada Minority, proclamas sin ningún tipo de rubor o vergüenza, que no has leído nada de PKD... ¿ni siquiera Ubik?... Imperdonable... Menos literatura fantástica y más Literatura.

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  2. Pues, hermano, confieso que tal pensamiento se me pasó fugazmente por la cabeza con la referencia a Dan Brown...

    Ahora que lo pienso, sí que leí algo de PKD: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Apenas recuerdo nada, así que no me marcó como para decir que sea muy bueno...

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