sábado, 12 de mayo de 2018

Terramar

Tolkien puso las bases del género de Fantasía con la publicación en tres volúmenes de El señor de los anillos, pero otros autores, ya en los años sesenta, trabajaron en sus propios fundamentos. Uno de ellos podría ser Michael Moorcock (Elric de Melniboné, una faceta del arquetipo del Campeón Eterno). Otra sería Ursula K. LeGuin, con su serie sobre Terramar. 



Terramar, un mundo de tierra y mar. De perogrullo. Un mundo con islas, muchas islas, un gran archipiélago en el que viven distintos pueblos. Incluso hay un pueblo que vive de continuo en el mar, sobre enormes almadías, y que solo se acerca a tierra en contadas ocasiones. 

Hay magos. Y una orden de ellos, que tiene una escuela en la isla de Roke. Magos que conocen la lengua de la creación y los nombres verdaderos de todas las cosas. Porque la magia, en Terramar, se basa en que si el mago conoce el nombre verdadero de algo o de alguien, tiene poder sobre ello.

Hay un rey. O lo había. Y su palacio se encuentra en Havnor. 

Y hay dragones, cuyo idioma no es otro que la lengua de la creación.

En Un mago de Terramar conocemos a Ged (o Gavilán), descubierto por el mago Ogion y después de pasar un tiempo con él, lo envía a Roke a que siga su formación mientras que debe zafarse de la sombra que, incansable, le persigue. 



Las tumbas de Atuan son el hogar de Tenar, considerada la reencarnación de una diosa. Allí se adentrará cada vez más en el laberinto subterráneo que esconde tesoros y poderes, hasta memorizarlo paso a paso, recoveco a recoveco. Y allí, también, encontrará a Ged cuando éste acuda en busca de la mitad del anillo de Erreth-Akbé. 



Hasta La costa más lejana deberá viajar Ged, Archimago de Roke, en busca de la causa de que la magia esté desapareciendo en Terramar. El futuro rey de Havnor le acompañará en su viaje y estará a su lado, al final de todas las cosas. 



Tehanu, la huérfana que Tenar cuida como una hija, se convertirá también en hija adoptiva de Ged cuando, habiendo consumido todo su poder, vuelva a la casa de Ogion y se encuentre con que su viejo maestro ha fallecido.



Por último, En el otro viento se conseguirá evitar la amenaza que los dragones han lanzado al mundo: la guerra final entre dragones y hombres. Y conoceremos el origen común de ambas razas y cómo se separaron hasta hoy. 



La serie de Terramar es el ejemplo de cómo, hace treinta o cuarenta años, los autores de género (ciencia ficción, fantasía...) eran capaces de escribir historias en apenas doscientas cincuenta páginas. No obstante, en casi todos los libros he tenido la misma sensación: un desarrollo lento, tedioso en ocasiones, que se acelera hacia el final y precipita un desenlace en un puñado de páginas. Ha sido sobre todo así en el tercer y en el quinto volumen, y me ha dejado una sensación de que faltan muchas cosas y que el final no resulta satisfactorio.

No obstante, como serie fundacional de la fantasía moderna, todo lector debería visitar Terramar. Al menos el primer viaje. Luego, ya, dependerá de gustos seguir... 






2 comentarios:

  1. A mí la primera y la segunda me gustaron mucho. A partir de ahí, lo que vino después no me pareció tan bueno; aunque me entretuvo.

    Pienso que la primera es la mejor de todas.

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  2. Sí, creo que en rasgos generales estoy de acuerdo contigo.
    Mi problema es que me quedo con cara de wtf? cuando el final se precipita de la forma que suele pasar en esta serie.

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