sábado, 26 de septiembre de 2020

La gran estafa americana

Algunas veces, solo algunas y cada vez con menos frecuencia, aparece una de esas películas que recuerdan a las grandes del cine. Son oasis de luz en un desierto de revisitaciones de obras antiguas que no han pedido que se las vuelva a interpretar, franquicias de superhéroes más o menos acertadas y, muy de vez en cuando, alguna idea original. 

 


La gran estafa americana es una de esas. Una película con un reparto más o menos coral de estrellas del celuloide: Christian Bale, Amy Adams, Jennifer Lawrence, Bradley Cooper, Jeremy Renner... y Robert de Niro. Un argumento cercano a El golpe, gran clásico que está a años luz de lo que estamos hablando. 

Irving Rosenfeld (Christian Bale) es un estafador de poca monta, casado con Rosalyn (Jennifer Lawrence), que conoce a Sidney (Amy Adams) con la que no tarda en formar pareja profesional y sentimental mientras van haciendo dinero a costa de incautos. 

El ambicioso agente Richie DiMaso (Bradley Cooper) se cruza en su camino y ve en ellos una oportunidad de comenzar su ascenso a los cielos del Departamento, así que los conmina a colaboraar con él en sus investigaciones para detener a corruptos con las manos en la masa. 

 



Llegan a arruinar la vida del alcalde e ídolo popular Carmine Polito (Jeremy Brenner), con el que tanto Irving como Amy habían llegado a congeniar de una manera más o menos sincera, y se ven envueltos en un lío con la mafia que pondrá en riesgo sus vidas y las de aquellos que se encuentran cerca. 

Así que entre ambos deben tejer un plan que les permita sobrevivir a los sicarios de la mafia y librarse por fin del agente DiMaso, porque de otra forma no les dejará rehacer sus vidas. 

Además de la historia en sí, que es realmente interesante y en algunos momentos incluso sorprendente, llama la atención la caracterización de los personajes, sobre todo de lo smasculinos. Son producto de su época, los años setenta del siglo pasado, en los que las chaquetas de amplias solapas y los pantalones de campana eran lo más en cuanto a estética masculina. Eso y el cuidado del cabello, algo especialmente llamativo en el personaje de Bradley Cooper y esos ricitos esculpidos en el baño de la casa de su madre, uno a uno, con mucha laca y fijador. 

 



Pero la transformación más asombrosa es la de Christian Bale para el papel de Irving. Vale que ya nos tiene acostumbrados con los cambios extremos, desde la delgadez de El maquinista hasta la musculatura trabajada de la trilogía de Batman, pero en esta ocasión el maquillaje ayuda a casi hacerlo irreconocible. 

Todo junto da un resultado bastante apreciable y entretenido que hoy tiene un 7,2 en imdb y que seguro merece algo más y una oportunidad de visionado.

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