domingo, 10 de marzo de 2024

La casa del dragón (T1)

Los últimos años son bastante prolíficos en cuanto a series de fantasía, con la segunda temporada de La Rueda del Tiempo, la primera de Los anillos de poder y también la primera de La casa del dragón.

Todas tienen en común que son adaptaciones de sagas literarias que se pueden considerar hitos en el género de la fantasía. Vale, no es cierto. La casa del dragón es una suerte de spin-off de Juego de tronos, lo mismo que su inspiración literaria lo es de Canción de hielo y fuego

No he leído Fuego y sangre, básicamente porque me niego a comprar nada de George R.R. Martin hasta que se digne a terminar el sexto volumen de Canción de Hielo y fuego, así que no voy a poder comparar con su adaptación. Casi lo prefiero, viendo el crimen que se está perpetrando con la Fundación de Asimov.


Así que, sin prejuicios y evitando en la medida de lo posible todo el revuelo que habia en redes sociales, me enfrenté a los diez episodios que forman la primera temporada y me encontré con una serie bien distinta y que, de primeras, deja una sensación un tanto decepcionante y que, por otra parte no puede ser de otra forma porque La casa del dragón no es, ni de lejos, el fenómeno televisivo que fue Juego de tronos. Tampoco estoy seguro de si eso es lo que se pretendía, supongo que la cosa iba más bien por estirar el chicle un poco más, como se ha hecho antes con infinidad de sagas y como seguro que se hará después. Pero, cuidado, puede ocurrir que el chicle, de tanto estirarlo, se acabe rompiendo. 

Aquí veremos dragones en su esplendor desde el primer capítulo, es verdad. También a diversos personajes históricos de la dinastía Targaryen y otras familias de renombre, algunas de ellas en posiciones más altas y otras en un escalafón más bajo. En lugar de conflictos abiertos con batallas por todas partes, nos encontraremos con conflictos soterrados, intriga, traiciones, asesinato... Lo normal en una corte en la que el rey está muy enfermo y solo tiene una hija. 

 

Dos amigas

El rey es Viserys I, al que vemos ascender al trono en lugar de la princesa Rhaenys, legítima heredera al trono de los Siete Reinos, pero que el heho de ser mujer supone un riesgo para la continuidad dinástica y no es ratificada por los nobles del reino. 

Algo similar pasará una generación después, puesto que la mujer de Viserys I fallece en el parto de un niño que no tarda en morir, dejando como heredera al trono a la princesa Rhaenyra. La historia parece destinada a repetirse, pero se complica aún más por la presencia del hermano del rey, el príncipe Daemon, que no parece llevar muy bien el ser desplazado por una muchacha. Añadamos que Lord Hightower, Mano del rey, maniobra para meter en el lecho real a su propia hija, con la que el rey se desposa en segundas nupcias y engendra un niño que se convertirá, finalmente, en el heredero al trono. 

Y ahí la cosa se va de madre, porque Rhaenyra se aliará con Daemon para sacudir los cimientos del reino y luchar por sus derechos, previo casamiento político con su primo Laenor Velaryon, primogénito de Lord Corlys y la hermana del rey y heredero de la segunda casa más importante llegada desde Valyria. 

 

Las mismas amigas, pero diferentes y ya no tan amigas

Un lio gordo que se va deshilando delante de nosotros mientras nos familiarizamos con rostros y nombres. Muchos de los personajes tienen personalidades intrincadas, por decir poco. La traición está a la orden del día, la virtud escasea, incluso en el caso de la reina Alicent Hightower, que comienza siendo una dulce niña para terminar jugando como nadie en el tablero de la conspiración para defender los derechos de su recién nacido hijo. 

La lealtad resulta ser una utopía. Los personajes son fieles ante todo a sí mismos y luego, quizá, a su familia. Siempre que los intereses de ambas no entren en conflicto. 

En cuanto al elenco de actores, no conocía a nadie antes de verlos en pantalla salvo a Rhis Ifans (Lord Hightower, Mano del rey). Después, mirando aquí y allá, me sorprendí al saber que Matt Smith (Daemon Targaryen) fue uno de los últimos actores en encarnar al Doctor de Doctor Who. Resulta convincente Paddy Considine en el papel del cada vez más enfermo rey Viserys.

 

Juntos sacudirán los Siete Reinos

Hay abundancia de mujeres fuertes. Empezando por la princesa Rhaenys (Eve Best), desposeída de sus derechos por el bien del reino, pasando por la princesa Rhaenyra (encarnada primero por Milly Alcock y luego por Emma D´Arcy) y terminando en la reina consorte Alicent Hightower (Olivia Cooke), que no sabemos si ha engañado a todo el mundo o si ha madurado a marchas forzadas en una suerte de Sansa Stark. 

Comparando a unos y otras, me atrevería  a decir que La casa del dragón es una serie de mujeres, al menos por ahora, salvo quizá por la presencia de Daemon Targaryen. Todas ellas saben que son sus úteros los que garantizan la pureza de un linaje y son maestras en ponerlo en valor, pero también han sufrido en sus propias carnes la postergación social que sufren sus derechos.

La cosa es que la primera temporada cotiza hoy a un soberbio 8,4 en imdb, pero ha habido más de un momento en que me ha resultado aburrida. No obstante, tiene su público (mucho) y es imprescindible para completistas de la historia de Westeros. 

En mi caso, me hubiera gustado más ver una adaptación de las historias de Ser Duncan el Alto y su escudero Egg. Son personajes que me resultan mucho más simpáticos.


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