domingo, 29 de diciembre de 2024

Air

Cuando Michael Jordan fue elegido en el número 3 del draft de 1984, ni siquiera los más optimistas podían pensar todo lo que iba a venir después.

Michael era un gran jugador, formado por el mito Dean Smith en la Universidad de Carolina del Norte, tradicional vivero de estrellas de la NBA, campeón de la NCAA y de los JJOO de Los Ángeles, pero pocos esperaban que se convirtiera en el mejor jugador de la historia del baloncesto.

La llegada de Michael Jordan tuvo tres efectos colaterales: primero, la continuidad de la mala suerte de los Blazers de Portland que empezó con las lesiones de Bill Walton y siguió con las de Sam Bowie, Brandon Roy y Greg Oden; segundo, el establecimiento de una franquicia ganadora como los Bulls de Chicago, con seis títulos en ocho años en los noventa; tercero, el despegue de Nike como una de las marcas más reconocibles del mundo.

Es precisamente esta historia la que cuenta la película Air, dirigida por Ben Affleck y con actores de la talla de él mismo, Matt Damon o Jason Bateman. 

 

Hasta el cartel de la película respira otros tiempos

 

Veremos el proceso de negociación que llevó a la marca norteamericana a conseguir firmar al muchacho del momento por encima de Adidas, que era la marca preferida por el propio jugador y que en aquel entonces se comía una porción del pastel mucho mayor que la que se come ahora mismo. Una firma que parecía imposible puesto que ni el jugador, ni su familia ni su agente, el todopoderoso David Falk, estaban por la labor. 

El tono de la película es agradable y cercano desde el primer momento en que entramos en las oficinas de Nike o seguimos a Sony Vaccaro (Matt Damon), a quien se le otorga el crédito de haber conseguido la firma de un contrato que por aquel entonces revolucionó las reglas tradicionales del juego al incluir un porcentaje de las ventas. Aunque la película también apunta a que la madre del jugador fue quien en realidad cambió todo el asunto. 

Como la decisión de pagar las multas que cada partido que lucía las zapatillas debía pagar Michael por incumplir el código de vestimenta de la Liga. 

 

La negociación más dura

Las interpretaciones de la película son todas sencillas, pero brillantes. Los personajes son todos peculiares, incluyendo al señor y la señora Jordan, los padres de Michael. Sin embargo, el propio Michael apenas sale unos pocos minutos, cuando se celebra una de las reuniones quizá más relevantes de la historia de los negocios del siglo XX.

De todas las actuaciones me quedaría, probablemente, con la del propio Ben Affleck, que interpreta al directivo de Nike. Sin ser protagonista y con mucha menos presencia en pantalla que Matt Damon, cada vez que sale con su estética y sus dichos sacados del Arte de la Guerra de Sun – Tzu y otros mantras baratos, representa lo mejor y lo peor de los yuppies de los años ochenta del siglo pasado.

Este es probablemente el acierto más grande de la película: saber escapar de la alargada sombra de Michael Jordan y aún así contar una historia relevante.

 

Crack absoluto

Hay una especie de moda por este tipo de películas en los últimos tiempos. Además de Air, podríamos hablar de Tetris, La red social, Ferrari o Blackberry. De éstas, solo he visto La red social y Air me parece bastante mejor que la película de Facebook.

No es solo la historia, que puede tener más o menos interés si el espectador es además aficionado al baloncesto, sino el humor que destila durante todo el metraje y que ayuda a mantener el interés. Si a esto unimos que no llega a las dos horas de duración, tenemos el combinado perfecto para pasar una buena tarde o noche de cine.

En imdb cotiza a 7,4 que, siendo una nota respetable, me parece escasa para lo que la película ofrece.

Muy recomendable.

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