sábado, 8 de marzo de 2025

Segundas temporadas

Llevo un retraso tremendo en la lista de cosas que quiero comentar, así que no me queda más remedio que agrupar temas que sean similares si quiero llegar al final de esta experiencia. Para empezar, las segundas temporadas de cuatro series actuales con suerte desigual.

La rueda del tiempo continúa su paso firme como adaptación fiel de la inmensa saga de Robert Jordan y el camino de Rand al´Thor en su aprendizaje como Dragón Renacido. Sin embargo, me resulta harto complicado saber en qué libro estamos exactamente. Tengo la impresión de que la serie está tomando fragmentos de aquí y de allí y creando un combinado especial para los espectadores.

No se trata de algo malo. De hecho es algo lógico si lo piensas bien, ya que en los tiempos que corren no es muy habitual que las series puedan durar más allá de cinco o seis temporadas, así que no sería fácil adaptar catorce libros de un tamaño más que respetable.

Esta segunda temporada se centra menos en Rand y más en sus compañeros, sobre todo en la relación de Moraine con Lan, después de que la primera perdiera el contacto con la fuente (sabemos lo que les pasa a las Aes Sedai cuando eso sucede) y en la situación de Egwene como prisionera de los seanchan, los invasores de más allá del mar y sus collares de domar Aes Sedai. Esta parte me parece bien tratada en especial, con detalles muy interesantes respecto a su estructura social y las costumbres extrañas que traen consigo. 

 


Mezclamos alta política en la Torre Blanca y la amenaza velada del Ajah Negro, al final no tan velada y sí muy negro, con una parte tomada de la cacería de los héroes y el Cuerno de Valere, grandes efectos especiales para lo que es una adaptación televisiva y coreografías de combate muy amenas.

Alvaro Morte sigue siendo un Logain Ablar al borde de la locura, o quizá no tanto como se cree. Y el cambio de actor en el personaje de Mat Cauthon da un poco igual. Ahora solo falta que la tercera temporada confirme las expectativas y podamos ver en todo su esplendor a los apenas esbozados aiel y al personaje de Tom Merrilin.

La rueda del tiempo remonta en su segunda temporada después de una primera que ya no estaba nada mal y se convierte en una adaptación más que decente con un 7,2 en imdb.

Lo de ser una adaptación decente no entra en el vocabulario de Fundación. Su segunda temporada no hace más que ahondar en el caos y me termina desesperando. Tanto por los cambios que realiza respecto al material original como por unas decisiones de doblaje más que discutibles, porque permitir que Lou Llobell se doble a sí misma en castellano me ha producido que cada vez que saliera en pantalla me dieran ganas de apagar la televisión.

De verdad que no entiendo por qué a veces se toman este tipo de decisiones. Me refiero a reinventar una historia que es conocida y apreciada por muchos aficionados, retorcerla y modificarla sin un motivo aparente para crear algo totalmente nuevo y manifiestamente inferior al punto de partida. Esto de pagar derechos, que imagino no habrán sido baratos, por una caja con unos nombres y una estructura de universo, para luego hacer algo así, no lo veo.

Por eso, la segunda temporada es aún más frustrante que la primera, porque las perturbaciones en el hilo de la historia son cada vez de mayor magnitud. Esa patética Segunda Fundación de fanáticos psicópatas psíquicos es de chiste, como lo es la recién descubierta relación de Salvor Hardin y Gaal Dornick. 

 


 

No me atrevo a guardar esperanzas con la futura aparición del Mulo, porque lo poco que se ha podido ver es para echarse las manos a la cabeza.

Y eso que tiene un brillante 7,6 en imdb, así que pienso que los árboles no me dejan ver el bosque y, en su caso, apreciar las virtudes que pueda tener, si tiene alguna.

En cuanto a la segunda temporada de La casa del dragón, lo primero que se me ocurre decir es que es injusto compararla de forma continua con Juego de tronos. A pesar de derivar de ella, no se acerca en cuanto a calidad de la historia o carisma de personajes.

Lo intenta, eso sí, y a su manera estamos ante una serie muy recomendable que brillaría aún más si la serie madre no hubiera existido. Sobre todo porque si hay una cosa en la que La casa del dragón es superior, es en que hay muchos más dragones y que están muy bien tratados. Al final, si en una serie de fantasía hay dragones, todo lo demás queda en un segundo plano.

No conozco el material original, así que no puedo decir nada sobre la fidelidad al mismo, pero me llama la atención de que los personajes que me parecen mejor tratados son las reinas. Rhaenyra Targaryen y Alicent Hightower dan mil vueltas a cualquiera de sus contrapartidas masculinas, aunque estas sean unos malotes de pelo blanco y parche en el ojo. Muchas veces el hábito no hace al monje.

La serie ha logrado que empatizara con ambas y sintiera su dolor, ambas madres que han perdido un hijo y que, seguramente sin desearlo, se ven arrojadas a una lucha que todavía causarán más dolor y sufrimiento, sobre todo porque la entrada sin restricciones de los dragones en la guerra es un curioso paralelismo con el uso de las armas atómicas en nuestros días. 

 


 

También el ritmo es distinto, mucho más lento y más centrado en las luchas políticas de las cortes, la oficial y la sublevada. Hace falta algún capítulo de esos que te dejan con la boca abierta pensando que los guionistas son unos HDLGP por lo que han hecho y cómo lo han hecho. Al contrario, la temporada me parece plana en ese sentido.

Aprendí a odiar a Ser Criston Cole, un tanto pánfilo en su maldad, y me produce curiosidad Lord Larys Strong, una suerte de Varys casi dos siglos antes de Varys.

Lo que mantiene La casa del dragón cuando la comparas con Juego de tronos es la perfecta ambientación que te hace pensar que estamos viendo el verdadero Westeros.

De momento la serie mejor valorada de estas tres, tiene un más que bueno 8,3 en imdb. Algo excesivo, quizá.

Por último, Los anillos de poder es una serie injustamente maltratada, que mejora respecto a su primera temporada.

Por fin vemos a Annatar, el señor de los dones, engañar al noble Celebrimbor para forjar los anillos de poder. He disfrutado con esos capítulos y escenas, en los que Sauron fuerza al noble elfo casi hasta el limite de su resistencia, con el fin de forjar los siete anillos de los enanos. Ver cómo, sin aparente esfuerzo, el maia es capaz de crear una realidad alternativa completa, da miedo de lo que puede llegar a hacer.

El personaje de Celebrimbor me ha acabado gustando, a pesar de mis reparos iniciales, sobre todo por su presencia física. No acabo de aceptar ver elfos de avanzada edad, pero si consigo suspender mis reparos, acepto que el personaje está bien tratado en su obsesión por la belleza.

El arco de Durin y su esposa tiene ciertos altibajos debido a partes que considero poco apropiadas. No obstante, la magnificencia del reino de Moria y, sobre todo, la caída en la locura del padre de Durin, empujado por el anillo, son un buen contrapeso. La escena final del padre de Durin me sobra, de verdad. 

 


 

La parte de Númenor no está mal. Están sentando las bases de La Caída y creo que lo están haciendo bien, reflejando la lucha intestina entre los nuevos gobernantes y los fieles. Se masca la tragedia. Solo espero que al final esté bien tratado.

El arco del extraño y los protohobbits es el más extraño y el que más conflicto crea con el canon tolkieniano. Como admirador sin límites del material original, me plantea muchos problemas aceptarlo, porque en apariencia nada encaja con todo lo que sabemos. ¿Hay otros magos que no conocemos? ¿Llegan los istari mucho antes de lo que se sabía a la Tierra Media? La historia creada por Tolkien es de tal magnitud que puedo llegar a aceptar que todo vale, que todo cabe, pero me da mareos. Bueno, sale Tom Bombadil, no como vimos en los libros, pero reconocible hasta cierto punto.

Otro tema conflictivo es que Sauron sepa quién tiene los anillos de poder de los elfos. En El señor de los anillos no parece que lo sepa, pero en esta serie sí. Para que cada uno le dé la importancia que considere.

Y, si la serie es injustamente maltratada, pasa lo mismo con Morfydd Clark. Su Galadriel es distinta a la de Cate Blanchett, pero no me parece tan distinta a la que leí en El Silmarillion. Si hay alguien que tendría que ser denostado, es Gil-Galad con su cara de pánfilo. Y, si me apuras, Elrond, que no termina de cuajar.

Supongo que se debe a todo ese odio acumulado (creo que ya he dicho que el fan de Tolkien es uno de los más fanáticos y tóxicos de los que conozco) el que Los anillos de poder sea la serie peor valorada de las cuatro, con un pírrico 6,9



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