domingo, 2 de febrero de 2020

Falcó (#2 y #3)

Lorenzo Falcó es uno de esos personajes de Pérez - Reverte, seco y recio, sin moral en apariencia que esconde un estricto código ético. 

Falcó podría ser muy bien el Diego Alatriste del siglo XX. O ese Cid que ha retratado en su última novela (paciencia, algún día llegaremos a comentarla). Pudiera muy bien ser otro aspecto de ese Campeón Eterno que fue fruto de la delirante imaginación de Michael Moorcock. 

Trabajando para el servicio de inteligencia del bando sublevado en la Guerra Civil Española, es un ejecutor, un hombre de acción y recursos, fumador y consumidor compulsivo de cafiaspirinas para mitigar un eterno dolor de cabeza. Caballero cuando la situación lo requiere, barriobajero cuando de defender su vida se trata. Es un personaje de folletín. 



El volumen que sigue al de su presentación le sitúa en Tánger con la misión de recuperar el oro que un carguero republicano, perseguido por un barco de la armada sublevada, está empeñado en llevar a la Unión Soviética como pago por la ayuda y material prestados. En esa ciudad abierta, nido de espías de uno y otro bando y que se convierte en un escenario claustrofóbico, Falcó recuperará recuerdos de unos tiempos no demasiado lejanos en los que él mismo se ocupaba de recoger e introducir mercancías de tapadillo en la amada patria. Y, sobre todo, se encontrará con Eva, la agente soviética por la que perdió la cabeza en aquella misión que intentaba rescatar a José Antonio de la cárcel. 

El tercer volumen lo pasará en París, otro marco incomparable en el que ya comienzan a jugarse las partidas de inteligencia previas a la Segunda Guerra Mundial. Allí deberá sabotear el trabajo de un malagueño universal, Pablo Ruiz Picasso, que está trabajando en el cuadro que se convertirá con el paso del tiempo en icono del pacifismo y denuncia de la brutalidad de la guerra, ese Guernica de tremendo tamaño que hoy puede verse en el Princesa Sofia. Que sepamos de antemano que sus esfuerzos serán en vano no resta un escrúpulo de interés a la historia, y el peculiar encanto de Falcó brillará aún más en la Ciudad de las Luces que, por aquel entonces, seguía siendo un foco cultural de primer orden. 

Persecuciones, peleas, juegos de palabras, tensión... los libros de Falcó no tienen nada que envidiar a los clásicos folletines o incluso a las novelas pulp que tan populares eran por la época tenían un buen puñado de seguidores. Mezclando además personajes reales en situaciones imaginaris, pero verosímiles, junto a personajes totalmente inventados.




Tenemos que agradecer también que Pérez - Reverte se mantiene fiel a su estilo, con frases cortas que se dirigen directamente al lector, personajes arquetípicos pero atractivos, con un rasgo canalla que les hace más humanos si cabe. Y, no lo olvidemos, don Arturo es un maestro en construir una aventura digna de ese nombre en apenas un poco más de trescientas páginas, lejos de los descomunales tochos que los autores se gastan estos días, como si cobraran al peso, y que tanta pereza dan al lector. 

Puede que mi opinión no sea demasiado objetiva, pues soy gran seguidor del autor, pero esta nueva serie me parece un gran éxito. Y si algún día se dignara terminar la de nuestro soldado favorito del siglo XVII, ya sería la repanocha. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario